Acaparando el protagonismo

ESPERANDO A MI DADDY

Hola seguidores del blog, Soy Jessica

Como os contaba en la entrada anterior (Mi vida sin ti), el autor de la novela «Esperando a mi Daddy«, Manuel Pellicer, sin el menor escrúpulo ni humildad, se ha creado su propio personaje dentro de la novela y no uno cualquiera.

Esperando a mi Daddy
Waiting for my Daddy
La historia de Jessica Marie Bond
(1981-actualidad)

Primer libro

Narradora en primera persona

Lo dice claramente en las primeras palabras de la novela.

No dice:

«Jessica nació en un nublado día de finales de abril………..»,

Sino que yo digo:

Cartel oficial de la Marathon de Boston
(20 de abril 1981)

Nací un nublado día de finales de abril, un martes después del Patriot’s Day, un día festivo marcado por las lluvias y las celebraciones religiosas del fin de semana anterior, por lo cual aquella noche el hospital Lawrence Memorial Hospital, en 101 Main St Medford, aún estaban en servicios mínimos y, con la resaca de la fiesta, nadie se esperaría que sucediera aquello. Circunstancia de la que se aprovecharon quienes idearon mi abandono, quienes hicieron aquella crueldad conmigo, dado que no hay constancia de la hora ni del lugar exacto de mi nacimiento y, en tal caso, se toma la mañana de mi hallazgo como fecha más aproximada. En todo caso, mucha heroicidad y patriotismo no demostraron, si fueron capaces de abandonar a un recién nacido en aquellas circunstancias. Demostraron mucha delicadeza y cuidado con mi bienestar e integridad, pero no dejaron ninguna pista sobre mis verdaderos orígenes ni mi identidad, más que el hecho de que era hija de un padre demasiado joven para ser padre y de una madre que no quería ser identificada.

Esperando a mi Daddy

Él es Daddy

¡Es nada más y nada menos que «Daddy»! Como si quisiera robarme todo el protagonismo, cuando se trata de mi vida y yo soy la narradora principal desde la primera letra hasta que se produce nuestro encuentro después de muchas aventuras y desventuras por mi parte, donde Daddy no es más que el fruto de mi imaginación, equiparándose con Dulcinea, salvadas las distancias obvias.

Llamábase Aldonza Lorenzo, y a ésta le pareció ser bien darle título de señora de sus pensamientos; y, buscándole nombre que no desdijese mucho del suyo y que tirase y se encaminase al de princesa y gran señora, vino a llamarla ‘Dulcinea del Toboso’ porque era natural del Toboso: nombre, a su parecer, músico, peregrino y significativo, como todos los demás que a él y a sus cosas había puesto

Don Quijote de la Mancha. Miguel de Cervantes

El verdadero «Daddy»

El origen del nombre, no es porque creyese que mi padre es alguien especial, porque las niñas solemos idealizar a los padres cuando no les conocemos, más bien, que ante la dificultad de pronunciar su nombre busqué la manera de expresar todo ese cariño de una manera que para mí fuese fácil y cómoda.

Yo no tenía fotos ni más datos de la identidad de mi padre que su nombre, fecha y lugar de nacimiento, que era como no tener nada porque lo cierto es que mucha credibilidad a esos datos no se les dada, debido a una cierta incoherencia, falta de lógica, por lo cual o se confirmaban todos o se desmentían.

La cuestión es que en mi infancia, con toda aquella inocencia e ingenuidad de una niña pequeña, lo que de algún modo mantuve con el paso del tiempo de una manera un poco más madura, la única manera de darle alguna identidad a Daddy era por medio de mis muñecos. En realidad, el oso de peluche de una compañera del internado donde nos criábamos.

Primeras alusiones

Nadie se explica muy bien las razones, ya que no tiene una explicación muy lógica dentro del ambiente propio de un hogar para chicas, pero, según consta en mi expediente, mi primera palabra inteligible y consciente fue “Daddy”. Según me han dicho, estuve varias semanas en las que no decía otra cosa, me refería a todo como “Daddy”. Aunque supongo que no era muy consciente de su significado, pero al escuchar esa palabra se calmaban todas mis penas. Mi hipótesis al respecto es que se lo debí escuchar a alguna de las niñas, me sonó distinta, llena de sentimiento y la hice mía por imitación. Es posible que aquella niña llamase así a su padre de acogida cuando la venía a recoger los fines de semana y de manera inconsciente aquel fue el reflejo de mi deseo. En el fondo lo que pedía o esperaba es que alguien me sacara de allí igual que veía a las otras niñas. Como era mi primera palabra, entiendo que a las cuidadoras les resultó gracioso al principio, hasta que se dieron cuenta que no había ninguna evolución en mi vocabulario y que hacían mal al reírme la gracia.

Esperando a mi Daddy (capítulo no publicado) (primer año de vida)

Referencias: