cabecera de "Silencio en tus labios" Ana

Confidencias con amigas

Introducción

En esta primera parte de la novela SILENCIO EN TUS LABIOS, hay pocos diálogos, dado que se trata más de una narración en plan diario personal, por lo que hay secuencias que no están bastante desarrollada, pero se sobreentiende que los acontecimientos como los del 15 de febrero de 2003 no concluyen con la despedida tras la cena con los amigos.

Manuel se marcha a casa porque considera que para él ya es tarde y Ana se queda en compañía de sus amigas, dado que ella se queda en Toledo, que esa noche se alojara en casa de alguna de ellas. porque ha venido a pasar todo el fin de semana para afianzar esa amistad y complicidad de amigas, aunque hay cuestiones y confidencias que es mejor comentar en presencia de los chicos ni por escrito, se presuponen irrelevantes o privadas

Conversación

Conversación de Ana con dos de sus amigas de Toledo
Charla de amigas // Copilot Designer

Lola: Ana, ¡Venga, cuentanos! ¿Qué tal te fue la conversación con Manuel? Nos dejaste intrigadas cuando nos llamaste y dijiste que os quedabais solos, que tenías la ocasión de hablar con él en privado, si éste no se acobardaba.

Sara: Sí, cuéntanos, ¿hubo algo entre vosotros? ¿Te gusta Manuel?

Ana: Bueno, no exactamente. Os voy a contar lo que pasó, pero no os riáis, ¿vale?

Lola: Claro, claro. Te escuchamos.

Sara: Sí, somos todo oídos.

Ana: Bueno, pues la verdad es que ha sido una charla muy interesante. Manuel es un chico muy inteligente y culto, pero también muy tímido y reservado. Le costaba mucho mirarme a los ojos y expresar sus sentimientos.

Lola: ¿Y qué le dijiste tú? ¿Le diste algún consejo?

Ana: Sí, le dije que tenía que mejorar su actitud y ser un poco más sociable, si quería que alguna chica se interesara por él y no dejarse condicionar tanto por las malas experiencias por vosotras o los líos que haya tenido por ahí. Le dije que tenía muchas cualidades, pero que tenía que mostrarlas más y no esconderse detrás de sus poemas.

Conversación al atardecer // Copilot designer

Lola: ¡Vamos, que le diste calabazas!

Ana: Se lo puse bastante complicado, porque no soy una chica tan fácil de conquistar, como tal vez se piense. Además, me conoce menos de lo que supone y tampoco quiero que se obsesione conmigo. Ya tengo bastantes problemas y con él ya he tenido algún malentendido.

Sara: ¿Y cómo reaccionó él?

Ana: Pues nada, se quedó callado, mirando al suelo, como si quisiera desaparecer. Se le notaba que estaba incómodo y nervioso. No sé, creo que le asusté un poco con mis palabras.

Sara: ¡Ay, pobre! ¡Es que es muy sensible! Pero tú hiciste bien, Ana. ¡Alguna tenía que decirle la verdad, para que se deje de tonterías!

Ana: Se quedó un poco sorprendido. Aguantó la charla que le caía encima como pudo. ¡Creo que me excedí de sincera! Pero es que, como no me interrumpía, yo hablaba sin parar y le canté las cuarenta.

Sara: ¡Ay, pobre! Te tiene idealizada y es lo último que se hubiera esperado, pero supongo que le dijiste todo lo que las demás no nos hemos atrevido. Le hemos dado la callada por respuesta a sus insinuaciones.

Ana: Sí, ¡eso pensé yo! Pero luego me sentí mal, porque pensé que quizás había sido demasiado dura con él.

Sara: Supongo que, cuando te llamamos para preguntar cómo os iba, le salvamos la vida.

Ana: ¡Él ya no sabía dónde meterse! Ya se creía libre cuando le propuse que me acompañara porque yo no sabía ir y no ibais a venir a buscarme.

Sara: «¡Pies para que os quiero!» debió pensar. Vapuleado en su orgullo por la chica de sus sueños y sin escapatoria posible. Muchas ganas de seguir contigo no le debían quedar.

Lola: Pero, le convenciste ¿no?

Ana: Bueno, al principio no quería. Me dijo que tenía que irse a casa, que no se contaba con él. Pero yo insistí, le dije que no le iba a pasar nada, que vosotros sois más amigos míos que suyos, que era tan solo una cena entre amigos, como siempre, que se lo pasaría bien, que esta vez no sería una cena de parejas, como en diciembre. Al final, accedió, pero a regañadientes.

Ana y Manuel pasean por la avenida
Paseo por la avenida// Copilot designer

Sara: ¿Y cómo fue el paseo hasta el restaurante?

Ana: Pues muy silencioso. No nos dijimos nada. Solo caminamos uno al lado del otro, sin mirarnos. Él iba con las manos en los bolsillos, cabizbajo, y yo iba pensando en qué decirle para romper el hielo. Pero no se me ocurrió nada. Sin embargo, a pesar de todo, me gustó la experiencia. Me gustó sentir su presencia, su calor, su aroma. Disfruté de su compañía, aunque no habláramos.

Lola: ¡Ay, qué bonito! ¿En serio que no te dijo nada?

Ana: No, no hubo nada más. Se limitó a acompañarme y asegurarse de que no me perdiera. Se portó bien. Creo que hay algo en él que me atrae, pero no sé si es amor o solo amistad.

Lola: ¡Qué bonito, Ana! Parece que te gusta Manuel.

Ana: No, no. ¡No os confundáis! No me gusta como novio, me gusta como amigo, como hermano, ya me entendéis. No tenemos casi nada en común. Es un chico muy dulce y simpático, cuando se le conoce. Solo necesita un poco de ayuda para salir de su caparazón.

Sara: Ya, ya, ¡Eso dices ahora! Pero nunca se sabe, el amor surge cuando menos te lo esperas y ya llevais casi un año tonteando.

Ana: No, Sara. ¡No insistas! No hay nada entre Manuel y yo. Tan solo amistad, fraternidad. De hecho, cuando llegamos al restaurante y nos visteis, todos nos preguntasteis si éramos pareja, él se apresuró a negarlo. Dijo que solo éramos amigos, que habíamos venido juntos porque le había puesto en un compromiso. Yo no dije nada, solo sonreí. Pero me gustó eso de compartir gastos, porque me recordó a mis citas con Carlos, mi exnovio. Fue como revivir viejos tiempos.

Sara: Pues yo creo que deberías darle una oportunidad. Manuel es un buen chico y seguro que te haría feliz. Además, se nota que te gusta. ¿No te diste cuenta de cómo te despediste de él?

En el restaurante // Copilot designer

Ana: Sí, me di cuenta. Cuando se marchó se despidió con un adiós en general y yo le respondí con un sentido “hasta luego”. Me salió tan natural que en aquellos momentos no hubiera negado el hecho de que esperaba que nos viéramos de nuevo y a no tardar mucho.

Lola: ¿Ves? Eso es una señal. ¡A ti también te gusta! Deberías llamarle y quedar con él otra vez. A lo mejor surge algo más que una amistad.

Sara: Sí, Ana, ¡Haz caso a Lola! No dejes pasar esta oportunidad. Manuel es un chico que vale la pena. Y tú eres una chica estupenda. Hacéis una pareja perfecta.

Ana: Bueno, bueno, ¡No os emocionéis tanto! No sé si estoy preparada para empezar una relación con Manuel. Además, no quiero perder su amistad ni que esto afecte a nuestra vinculación con el grupo. Es un amigo muy especial para mí, pero nada más.

Lola: ¡Ana, no seas tonta! No vas a perder su amistad. Al contrario, la vas a fortalecer. Y si no funciona, pues seguís siendo amigos, en el grupo hay muchas parejas rotas que han rehecho sus vidas. No tienes nada que perder y mucho que ganar.

Sara: Exacto, Ana. ¡Tienes que arriesgarte! La vida es una aventura. Y el amor es lo más bonito que hay. No dejes que el miedo te impida ser feliz. Llama a Manuel y dile lo que sientes. Te lo mereces. Después de lo que le has dicho, tardará poco en fijarse en otra

Ana: Bueno, bueno. ¡Ya veré lo que hago! Gracias por vuestro apoyo, chicas. ¡Sois unas amigas increíbles! Os quiero mucho.

Lola: Nosotras también te queremos, Ana. Y queremos que seas feliz. Así que no lo pienses más y habla con Manuel. Ya nos contarás qué pasa.

Sara: Sí, Ana, habla con Manuel. Y recuerda: el silencio no es bueno para el amor. Hay que hablar con el corazón y con los labios.

Lola: No sé si vendrá a la convivencia de la Pascua este año, pero le podrías animar y así os veis.

Ana: Ya, ya, ¡lo que vosotras digáis! Pero dejadme en paz, ¿vale? Cambiemos de tema, por favor.

Manuel (imagen oficiosa para la web) // Copilot Designer

Origen