Introducción
Otro detalle a tener en consideración a la hora de analizar esta novela es que tampoco se habla demasiado ni con excesiva profundidad de quiénes son los personajes secundarios. En este caso, quiénes se supone acuden a esta convivencia pascual, pero que, sin embargo, tendrán una importancia relativa en del desarrollo de esta historia romántica entre Manuel y Ana.
Supongo que es un fallo de escritor que cometí al escribir la primera versión y que tampoco queda demasiado resuelto en la versión de Ana, aunque ésta sí hace mención a que se trata de sus amigas y a cómo ha hecho esa distribución por grupos e incluso comentará cómo se organizan estos días para que la convivencia, en sentido práctico marche lo mejor posible.
Se puede suponer que son jóvenes con una edad entre dieciocho y treinta años, por el hecho de que se menciona de que ya hay algunos que ya han vivido estas convivencias otros años y se alude al que hay alguno que acuden por primera vez, aunque la edad como tal no sea muy significativa en ese sentido, porque depende del tiempo que lleven involucrados en este grupo religioso.

Por ejemplo, de Ana no se hace ninguna mención en cuanto a sus vivencias anteriores, aunque sabemos lleva tiempo implicada en la vida de su parroquia y que fue cuando se empezó a asentar su relación con su antiguo novio, con Carlos, cuando, cuando se abrió un poco más, aunque con posterioridad han sido sus problemas de salud las que le han frenado.
De Manuel se dice que sí ha vivido alguna que otra de estas pascuas con anterioridad, sin dar un número ni tampoco el tiempo que se supone ha estado más distanciado del grupo en estas actividades.
La gente
Por lo que se cuenta y sabemos, son un grupo pequeño en comparación con quienes se juntan en el otro pueblo y la mayoría de la gente procede de la ciudad y parroquia de Ana. Tan solo cinco son de Toledo. Además, también sabemos que hay siete chicos y once chicas. Lo que es una cuestión relevante a la hora de repartirlo en tres grupos.
Este grupo, aparte de separarse por los alojamientos, entre la casa de las chicas y la casa de los chicos, se divide en tres grupos de seis, donde se busca una función un poco más funcional, de manera que aquellos que ya hayan vivido más convivencias como aquella ayuden a los nuevos y que de algún modo haya una homogeneidad entre los tres grupos para una mejor colaboración y organización entre todos.
Los grupos como tal, no tienen un nombre distintivo, un pequeño detalle que pasé por alto a la hora de escribir la novela, porque sobre todo me quise centrar en la relación entre Ana y Manuel, que la novela no se centre en exceso en la Pascua como tal, dado que el momento se puede considerar como algo circunstancial, aunque no por ello menos relevante para el desarrollo de esta particular historia.
1. El grupo de Manuel

Lo que se cuenta y se sabe del grupo de Manuel, según la lectura de estos días, por lo que se relata en las dos versiones, éste es un grupo formado por cuatro chicas y dos chicos, que salvo Manuel, los demás son todos conocidos de Ana, en un intento de ésta de alejarle de sus malas costumbres, de que este cambio de ambiente sea sitio para él y se sienta más motivado a implicarse, sin que nada previo le condicione.
Esta aparente separación provocará que Manuel se sienta un tanto perdido, sin apoyo, con excesiva libertad para moverse por libre, salvo que se hayan establecido limitaciones o restricciones para todos, como es el hecho de las reuniones por grupo e incluso las ocasione en que las comidas también se hace por grupo, porque con ello se busca un mayor acercamiento por parte de los miembros de cada grupo, para organizarse mejor. Hay que sacar tiempo de donde lo tienen.
No se aclara quién de los seis asume el papel de liderazgo, pero es fácil de intuir que no se trata de Manuel, que el optimismo y la confianza que Ana deposita en él a la hora de formar los grupos es relativamente moderada. Esta da a entender que tampoco espera que éste se sienta demasiado presionado y le concede algo de espacio, de libertad. Confía en que esta falta de responsabilidades no le haga desentenderse
2. El grupo de Ana

De este grupo lo cierto es que tampoco se da ningún detalle en concreto, pero se puede intuir, por lo que cuenta Ana de la composición de los grupos, es que en este grupo sí tiene que haber alguien de Toledo, al menos dos personas, sin que esté demasiado claro, si cuando se menciona a las dos parejas se refieren a éstas, en cuanto a que hay una pareja que prefiere estar en grupos separados.
Tampoco queda muy claro cuántos chicos y cuántas chicas componen este grupo, aunque se puede tomar el grupo de Manuel como referencia. Aparte hay que tener en cuenta que, aunque Ana forme parte de este grupo y se sienta tan implicada como el resto, esta no puede desatender sus responsabilidades como responsable de toda la convivencia, de manera que se concede una menor implicación, una mayor libertad, que como tal tampoco se plasma demasiado en la novela ni en e desarrollo de los acontecimientos.
Lo que se puede intuir es que a la hora de formar este grupo Ana tiene muy en cuenta y presente la complicidad con sus amigas, quienes se supone que han de ser su principal apoyo a la hora de manejar todo lo referente a Manuel. se muestra precavida ante los precedentes que le han contado, para que la actitud de este no sea ningún problema y hasta cierto punto ello le permita jugar, hacerse la interesante y poco accesible.
3. El grupo de nadie
Este tercer grupo en principio puede parecer poco relevante, formado por aquellos que no están en los dos anteriores y en consecuencia puesto de relleno, porque no parezca que la convivencia se queda demasiado vacía ni hay demasiada cercanía entre nuestros protagonistas.
Sin embargo, considero que tiene una importancia a tener en cuenta, porque la presencia de éstos hace que se rompa esa alternancia, en particular a la hora de establecer los turnos a la hora de organizar el comedor: poner y servir o quitar la mesa, ya que el hecho de que Ana o Manuel se sientan más libres en ese sentido conlleva que disfruten de mayor libertad para sus encuentros y desencuentros.
En cierto modo para Ana supone un motivo de inquietud cuando llegan las horas de las comidas y se encuentra con que Manuel no tiene obligaciones, dado que, si éste no tiene ninguna tarea, ni hay limitaciones a la hora de dónde sentarse y con quién, la impulsividad de este puede llegar a ser un problema a solventar gracias a la pericia de sus amigas. A la hora de salir del comedor, si Manuel se tiene que quedar a recoger, no podrá seguirla.
Lo mismo se puede decir en cuanto a la participación en la liturgia, porque ello les da ambos la posibilidad de implicarse más o menos, de estar centrados o mostrarse un poco más distraídos con su romanticismo. A ambos les vendrá bien es eso de tener su día de descanso, aparte que la novela se centre más ese romanticismo, más que es temas litúrgicos.

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