cabecera de "Silencio en tus labios" Ana

El ingrediente que falta

Introducción

Si por algo considero que esta novela tiene ese carácter autobiográfico, tal vez sea, sobre todo, por lo que se cuenta de estos días de Pascua, no tanto la evolución de la historia de amor de esta particular pareja. Lo que se evidencia más en la versión de Ana que en la de Manuel, porque la primera es la que padece el peculiar modo de actuar del segundo.

Hemos de tener en cuenta que, por lo que se ha contado de toda la novela hasta este momento, se supone que Ana está sobre aviso de lo que puede pasar, que ya ha tenido ocasión de hablar de ello con las amigas de Toledo, de tal manera que como se comenta con respecto a cómo ésta se lo plantea, se siente motivada y capaz de afrontar este tipo de situaciones.

Ahora que ambos están limpios de corazón, es momento de dejarse llevar por lo que éste les impulse, por parte de Ana consciente de que cuenta con el respaldo y apoyo de sus amigas, de las demás chicas, la confianza de que Manuel no se pondrá en evidencia, pero ello tampoco implica que se vaya a mostrar accesible a sus insinuaciones.

Más que su frialdad o indiferencia, lo que intuía era justo lo contrario, sus dudas e incertidumbre, como si esperase que participara de esa complicidad, correspondiera a esos sentimientos reprimidos, pero hasta ese momento había encontrado poca condescendencia por mi parte, que me era más fácil que no descubriera mi verdadera tensión.

Ana. Silencio en tus labios. 17 de abril 2003

¡Ánimo, valiente!

Releyendo esta escena con un poco más de atención me he percatado de que, a diferencia de lo que sucede durante el desayuno, cuando es el grupo de Ana el responsable de atender, para la comida el turno es del grupo de Manuel y la actitud de éste ante tal tesitura es completamente distinta.

Aquí empieza a ser relevante, la mesa, la silla y sitio que Ana escoge para sentarse, para comer, en el rincón, en el lugar más inaccesible, de manera que Manuel se encuentre con cuantos impedimentos y obstáculos, sutilezas por parte de ésta, para que no se le acerque. Ella no hará nada que le haga pensar que corresponde a su interés, que responde a su juego. Prefiere mostrarse esquiva, ignorarle.

Mi idea era que no se tomara ninguna libertad ni confianza y, aunque no se percatase de ello, en el trasfondo de mi actitud había un juego de complicidad, casi un flirteo disimulado con todo el descaro del mundo, una llamada de atención para que se diera cuenta de que no era insensible a su presencia.

Ana. Silencio en tus labios. 17 de abril 2003

Ana consigue evitar que Manuel tome asiento en la mesa, con el argumento de que es preferible que los de su grupo coman una vez que los demás hayan terminado, de manera que mantengan disponibles para lo que los demás puedan necesitar, que es casi como haber montado un comedor de lujo con seis camareros para atender dos mesas de seis.

Visión del comedor desde el punto de vista de Ana. // diseño 3D propio

Es decir, que Manuel y los de su grupo se han de quedar de pie, a disposición de los demás, no se les da ocasión de esconderse, de manera que Ana está pendiente de sus movimientos, tan como él de que en su mesa no falte de nada, salvo que Ana le dedique una sonrisa, una mirada de complicidad, en vez de dar la sensación de que cada vez que Manuel se acerca su punto de interés está en el lado opuesto.

Se entiende que cuando Manuel no mira, no es consciente de ello, Ana tiene sobre él toda la atención y no puede evitar que se le escape alguna que otra sonrisa pícara, de la que tan solo sus amigas, quienes están sentadas con ella a la mesa, son cómplices. Que cuando Manuel no escucha sus conversaciones, es inevitable que a alguna se le escape algún comentario jocoso, al sentirse participes de esa broma, de ese juego, de ignorar a los chicos y de manera particular a Manuel.

Ana alegre (imagen oficiosa para la web) // Copilot designer

Con este juego Ana consigue que el momento de la comida resulte un poco más divertido, al menos para ella, frente a la frustración que Manuel pudiera llegar a sentir, al comprobar que sus intentos por ser servicial y amable se ven respondidos con esa aparente, descarada y premeditada frialdad por parte de Ana, poco gratitud hacia quien atiende su mesa.

Ana se hace la interesante

Se intuye que con este juego Ana se hace la interesante, procura no ponérselo demasiado fácil, que su objetivo de este día es ignorarle desde el primer momento, porque ella tampoco es una chica que se vaya a dejar cautivar por los supuestos encantos del primero que la pretenda, aunque tampoco quiera mostrarse demasiado incómoda ni molesta por ello ni por la presencia de Manuel en la convivencia.

Para entender al personaje y la postura de Ana es importante entender que es una chica que se quiere hacer respetar, que no pretende ser víctima de las manías ni obsesiones de nadie, ni dejará que nadie juegue con sus sentimientos. No está dispuesta a consentir que Manuel juege con ella como entiende su ha comportado con las demás chicas.

Ella busca, por encima de todo, descubrir de la sinceridad de Manuel, porque es mucho lo que se juega en caso de llegar a abrirle el corazón. Ana ya ha pasado por un desengaño, una ruptura, provocada en cierto modo por sus circunstancias personales, más que por la actitud de Carlos, su exnovio. No quiere cometer dos veces el mismo error. busca a un chico capaz de adaptarse a su ritmo y circunstancias.

¿Será Manuel el chico que ella está buscando?

Hasta ahora no ha hecho más que darle calabazas, intentar que la olvide, aunque por lo que sabemos o intuimos, toda esa resistencia ha dado un giro de 180º, como se suele decir.

Manuel (imagen oficiosa para la web) // Copilot designer

No sabemos a cierta cierta si es porque ya conoce quien se esconde bajo la identidad de su anónimo amigo de Internet, ese que se hace llamar «El poeta» o porque, después de los incidentes de Navidad, de aquella carta escrita por impulso para que se apartara de su vida, no acudiera a aquella convivencia, al final se ha dado cuenta de que esa luchas es más suya que de él.

La cuestión es que Ana ya está sobre aviso de que Manuel tiene tendencia a esa impulsividad, aunque llegue en ocasiones a mostrarse frío e indiferente, porque lo que ella opta por no jugar con esa dualidad y mostrarse firme, al menos en apariencia.

El final de la comida

Como Ana nos cuenta, el final de la comida no termina con el postre, sino que es el grupo de Ana el encargado de recoger o lo que es lo mismo, dado que el grupo de Manuel tuvo que aplazar su comida hasta que los demás hubieran acabado, Es como si Ana se regalase unos minutos de mas para disfrutar de la compañía de Manuel, esta vez ya sin la complicidad ni el respaldo de sus amigas.

La comida fue mucho más relajada y era mejor que ellos comieran sin agobios, una vez que los demás hubiéramos acabado. De hecho, a los de mi grupo nos tocaba recoger y no demostramos ninguna prisa en ese sentido. 

Ana. Silencio en tus labios. 17 de abril 2003

Como dice, no demuestra ninguna prisa por marcharse, es su único momento del día en el que puede estar con Manuel sin agobios, aunque se sobreentiende que éste no le da ninguna importancia, la ignora, después de haber sufrido la frustración de no verse agraciado con su mirada, su sonrisa, que el hecho de que ella se quede para él ya no tiene ninguna doble intención.

Origen