Introducción
Seguimos narrando los acontecimientos el sábado y vamos poco a poco avanzando en esta historia, en esta novela, que en realidad está casi en sus comienzos, aunque nos acercamos a uno de los momentos más destacados de esta historia, para que todo tenga un sentido.
Todo comenzó con los desencuentros de Ana y Manuel, para seguir con estos días de convivencia de la Pascua y con posterioridad seguir con esta historia en busca de un desenlace final que se vaticina lejano en el tiempo, con más de una vicisitud por el camino.
De momento, las reflexiones de esta entrada se centran en lo que acontece este sábado santo, en el que el grupo que participa de la convivencia ha salido a pasar el día en el campo, alejados de todo y con vistas a la vigilia de Resurrección de esa noche.

Sin embargo, más que centrarnos en cuestiones litúrgicas, nuestro interés radica en saber la evolución de la relación entre Ana y Manuel, con la insinuación de que esa vez Ana planea dar el gran paso y hablar claro, aunque espera el momento adecuado para que ello no desentone con el ambiente de recogimiento y oración.
¿Quién tiene hambre?
Tras unas cuantas horas de soledad y desierto de dispersión por este campo, el grupo se vuelve a reunir para comer y a diferencia de lo que sucede en el pueblo, aquí no hay mesas, sillas en el rincón ni lugar que nadia se pueda atribuir como propio.
Aparte de tener algo que llevarse a la boca con lo que saciar el hambre, también es momento para hablar, para compartir impresiones y sensaciones, sobre cómo le ha ido a cada uno la mañana, para dar un poco más de sentido a aquella dispersión novedosa para quienes la vivían por primera vez.
Lo que Ana tiene, más que hambre, son dudas, incertidumbres en su corazón, en la evolución de los acontecimientos, por lo cual no se muestra demasiado habladora, prefiere callar, ser una chica que tan solo comparte confidencias con las amigas y donde los chicos no son demasiado bien recibidos, en particular uno que ella siente está montándose una fiesta en su corazón, aunque éste no sea consciente de ello.
Busqué el refugio y el apoyo de mis amigas para aquellos momentos previos a la charla y a los acontecimientos de aquella tarde. Necesitaba que me distrajeran con cualquier otro tema, e incluso si aludían a la charla, por si necesitaba de su aportación. Lo que fuera con tal de que Manuel saliera de mis pensamientos durante varias horas.
Ana. Silencio en tus labios. Sábado, 19 de abril, 2003

De postre: confidencias de chicas
Como Ana no se aguanta más y necesita soltar todo eso que le recorre por dentro, se anima a confiar en sus amigas a ponerles al corriente de sus intenciones, por si de algo sirve tener amigas que le cubran las espaldas y le ayuden a sacar las castañas de fuego, dado que no está demasiado segura de la infiabilidad de su plan.
¿Cuándo tener un momento para hablar con Manuel sin que ello interfiera en el desarrollo de la Pascua? ¿En qué momento de la Pascua se dicen que se han formado más parejas de novios a lo largo de los años? Durante «El camino de Emaús», en el regreso por parejas al pueblo.
Con respecto a aquella actividad cada cual se ha hecho sus propias expectativas, muchas veces confiando en que aquellos que se ocupan de forman las parejas, los responsables de grupos y de la convivencia, junto con el sacerdote, tenga el mejor de los criterios, según las circunstancias de cada cual y lo que se supone es lo mejor para cada uno.
En principio no se vale elegir pareja, pero de algún modo Ana pretende aprovecharse de la ventaja de ser ella la responsable de la convivencia y contar con ese privilegio, después de haber mantenido la correspondiente charla con el sacerdote y asumir que su osadía puede ser tan desastrosa como convertirse en el mejor momento de su vida.
Su temor es que Manuel se vea descolocado, sorprendido, que de pronto la chica que le ha evitado y quien ha perseguido casi desde el primer momento, se convierta en su compañera de «El Emaús».
Lo que Ana tiene claro es que pretende aprovechar la ocasión y se confía en su amiga para contar con su complicidad, para conseguir que «El Emaús» de ese año sea un poco diferente a lo acostumbrado, si los demás no tienen reparo, de tal manera que no se descarte del todo que Manuel y ella al final se den ese paseo juntos, pero sin que parezca algo premeditado ni impuesto.
De tal manera que no era seguro que Manuel fuera a ser mi compañero, pero por mi parte no habría objeciones a que lo fuera. En parte todo dependía de lo atrevido que fuera cuando llegase el momento.
Ana. Silencio en tus labios. Sábado, 19 de abril, 20
Aviso
Hemos de recordar que Manuel ha acudido a esa convivencia de la Pascua un poco engañado, manipulado por las chicas de Toledo, por hacerle un favor a Ana después de que ésta les hubiera confesado su interés y sus dudas con respecto a lo que creía afloraba en su corazón hacia ese chico que se había convertido en su quebradero de cabeza de los meses previos.
Manuel supone que se ha apuntado a la convivencia en ese pueblo por decisión propia, rompiendo con su costumbre de años anteriores de quedarse en su casa, ya fuera por decisión personal u obligado por las circunstancias, encontrándose con que Ana está aquí, es la responsable y no le ha puesto reparos en ese sentido, aunque hubiera podido hacerlo, dado que éste se podía dar por advertido al respecto.
De tal manera que Ana vuelve a echar mano de las amigas, primero de una y se entiende que después de las demás, de aquellas con quienes tiene más confianza, para llevar adelante su plan, se supone que sin que el sacerdote le ha puesto demasiados reparos, dado que después de todo tan solo se trata de que tengan tiempo de hablar. Se entiende que Manuel puede estar dispuesto a ello, si le dan la oportunidad.
Pero ante de «El Emaús» Ana tiene que dar su charla.

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