Introducción
Mientras Ana intenta sortear la curiosidad de sus amigas, los infructuosos intentos de éstas por que les confiese eso que le ha susurrado a Manuel al oído y que ha provocado que éste se marchase sin decir nada, sin protestar, cuando daba la sensación de que se planteaba muy en serio eso de pasarse el resto de la tarde parado en mitad de la calle, frente al alojamiento de las chicas, por su falta de indecisión y contrariedad, Manuel se ha marchado en dirección al alojamiento de los chicos.
¿Qué le ocurre a Manuel?
A Manuel las palabras de Ana, esa confidencia en su oído, le ha dejado noqueado, por inesperado, sorprendente y por increíble que le haya sonado o en algún momento haya podido llegar a intuir que sus intuición no se equivocaba.
En tan solo dos meses,
- la chica que tuvo el coraje de compararle con una una cáscara de plátano tira en el suelo, con la que ninguna chica querría resbalarse,
- Esa misma que aseguraba con toda convicción que haría falta algo más que un milagro o que él fuese el único hombre en el universo infinito para que ella se llegara a plantear siquiera interesarse por él, corresponder a sus insinuaciones románticas,
- Esa misma chica que lleva varios días dándole la espalda y desviando la mirada para que sus ojos no se crucen, porque el mundo se ha quedado demasiado pequeño para los dos
- La misma que se atrevió a echarle en cara, con una gesto, que era un chico demasiado escandaloso, porque interrumpió sus concentración y oraciones, aunque en la iglesia estuviera la gente preparando el Vía Crucis
- Esa a la que poco más de una hora antes él había tenido la descortesía de dejarla en evidencia delante de todos sus amigos, por rechazarla para el Camino de Emaús
- Esa con quien al final ha acabado haciendo el «Emaús», pero ante la cual no ha sabido disculparse ni cruzar una sola palabra por temor a agravar aun más su malesar
Esa misma chica ha sido la que sin más explicaciones, sin ningún tipo de preámbulo, en vez de mandarle a hacer gárgaras, porque en su momento ya le había advertido que no le temblaría el pulso, si la ponía en esa tesitura…. le ha confesado que está enamorada de él
«Te quiero, tonto. Luego hablamos»

Hacia la casa de los chicos
Así, como quien siente que le ha pasado una manada de elefantes por encima, como quien se encontraba en el hoyo más profundo de la miseria humana a cuesta de su propia estupidez, de pronto se ha encontrado con que el amor le ha salvado la vida, que al menos existe una chica en el mundo capaz de admitir sus sentimientos hacia él.
En este estado de confusión, de no ser consciente de sí mismo, de quien se ha visto noqueado de nuevo, porque le han sacudido donde más le duele y no lo ha visto venir, es como va por las calles del pueblo, llevado más por la inercia que por conciencia.
¡Qué sí! Creetelo, ¡Qué no ha sido fruto de un malentendido! Ana ha sido clara, directa y si cabe, más sincera que nunca. Se lo ha dicho al oído de manera que le queden claras sus palabras, que se las decía a él con plena convicción y seguridad. ¡Con este tema no se bromea y menos el Sábado Santo!
Menos aún después de que esa misma tarde Ana ha dado una charla sobre la Vigilia y ha dejado claro que para ella esto del amor es algo muy importante, vital, algo que está dispuesta a compartir con el chico de sus sueños y resulta que para saber quién es el afortunado, no hay que irse muy lejos, basta con que Manuel sea consciente de su propia identidad.

Que, si se lo hubiera dicho desde una cierta distancia, tal vez cabría pensar que no estaba demasiado segura de ello y tan solo pretendía ver su reacción, aún mantuviera alguna duda o incertidumbre, pero se lo ha dicho al oído. se ha mostrado tan cercana, tan confiada, tan segura de sí misma, que tan solo la lenta o inexistente reacción de Manuel, la rapidez con la que Ana se le ha escapado, ha evitado que la atrapase entre sus brazos.
Ahora no, luego
Esa pasión despedida, esa respuesta a la declaración de amor de Ana se ha de aplazar. El impulso de Manuel hubiera sido responderle y corresponderle de inmediato, allí mismo, en mitad de la calle en presencia de los vecinos del pueblo y de las chicas que les observaban por la ventana. Sin embargo, Ana le ha pedido paciencia, comisura.
¿Cómo se le puede pedir a un chico que se reprima cuando siente que sus grandes sueños se cumplen? Él que tiene ganas de explotar de gritarle todo el mundo, de difundir más allá de toda lógica y distancia que hay una chica que le quiere, se tiene que guardar ese ímpetu para luego.
Él también quiere tener la oportunidad de confesarle a Ana lo mucho que siente por ella. Sin embargo, Ana no se ha mostrado dispuesta a escucharle ¿Cómo? ¿Por qué? ¿Acaso se ha arrepentido de su confesión nada más decirla? ¿Acaso siente vergüenza de sí misma por lo que puedan pensar los demás cuando lo sepan?
Son tantas las preguntas, las incertidumbres, las ansias por confirmar esas palabras, esos sentimientos, que ese «luego» parece demasiado lejano, difícil pensar que llegue a convertirse en un «ahora».
¿Cuándo es luego?
- Durante la cena
- Antes de la Vigilia Pascual
- Durante la Vigilia Pascual
- Al salir de la iglesia, después de la Vigilia Pascual
- Durante la celebración de la Resurrección
- Cuando los chicos acompañen a las chicas a su alojamiento
- La tiene que llamar al móvil antes de acostarse
- etc.
- ¿cuándo es «Luego»?

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