cabecera de "Silencio en tus labios" Ana

La novia se hace esperar

Introducción

Según la costumbre, la tradición o el protocolo de las bodas, el novio suele ser el primero en llegar, para recibir a los invitados y de algún modo asegurarse de que todo está correcto y preparado para el gran evento. Al novio le toca aguantar los nervios y la impaciencia, la inquietud por tener la certeza de que su amada llegue con puntualidad, aunque sea con retraso, pero que llegue, que no haya cambiado de opinión en el último momento.

Por su parte, la novia acostumbra a ser la última en llegar a la iglesia, cuando ya están allí todos los convidados, para hacer la gran entrada triunfal, a veces con la excusa de arreglar los últimos detalles de su vestido, de su maquillaje o porque hay algún percance o despiste de última hora que la retrasa, a veces simplemente porque, a causa de los nervios de unos y otros, no todo se desarrolla con la puntualidad que se pretende.

Esto no es una boda, pero lo parece

Yo estuve atento a la llegada de Ana por si ésta se hubiera contagiado de esa fraternidad o hubiera sido sincera con lo que me había susurrado al oído y que no me terminaba de creer por lo inapropiado del momento, aunque, dadas las circunstancias, tal vez fuera mejor que se aclarase todo definitivamente para que se repitiera aquel incidente ni otro derivados de ese asunto.

Manuel. Silencio en tus labios, Sábado 19 de abril, 2003

El grupo de Manuel ha sido el responsable de preparar el comedor para esta última cena de la convivencia de la Pascua y mientras ellos lo preparaban todo, Manuel se ha puesto al corriente de plan para esa ocasión: cena por parejas de «Emaús».

Comedor de la pascua // Diseño 3D propio

Su dilema, o tesitura es que comenzó el camino con una y lo terminó con otra, que con la primera no espera tener nada especial en esa cena porque ya ésta ya tiene novio, el chico con quien acabo el camino y por lo tanto es un doble motivo para suponer que ellos dos querrán sentarse juntos y les será indiferente lo que pase con Manuel.

El problema es que con la chica con la que acabó el «Emaús» es la misma a la que en presencia de todo el mundo había rechazado, en un alarde de estupidez del que todo el mundo se había dado cuenta. Para colmó y despropósito, había habido un inusual intercambio de pareja, del que ahora todo el mundo tendría coocimiento.

Ana con gesto serio (Imagen oficiosa para la web) // Copilot designer

Lo que quizá no fuera de conocimiento público es que la chica a quien él había rechazado como compañera para «el Emaús», en su caso particular tenía una trascendencia de vida, ya que, de tratarse de cualquier otra casi hubiera sido anecdótico. Pero esa precisamente esa chica a quien él había pretendido en vano arrancar de su corazón, quien al final del «Emaús», se había quedado a vivir en éste para siempre.

¿De verdad Ana le había al oído lo que él creía haber entendido?

¿Cómo reaccionarían los demás cuando se dieran cuenta de ese repentino cambio de actitud de Ana hacia él?

¿Tanto se podrá esperar de una experiencia y vivencia como aquella?

Lo que de momento Manuel parece tener claro es que todo el que llega al comedor es recibido con entusiasmo o en cuanto cruza el umbral de la puerta busca de manera irremediable a quien ha sido su acompañante en el Emaús, si es que no llegan juntos.

Hasta las chicas de su grupo reciben este tipo de atenciones, por lo que estos momentos previos a la cena se convierten en un gran momento de alegría y reencuentro, con más motivo cuando se extiende y confirma la noticia de que la cena será por parejas de Emaús, que tendrán ocasión de alargar el paseo en caso de que se les haya quedado la conversación a medias, aparte de compartir la experiencia con los que se sienten a la misma mesa

¡Por fin llega Ana!

Cuando me asomé por la puerta de nuestro improvisado comedor de aquellos días, se sentía la fraternidad en cada rincón. Estaba claro que a los chicos tampoco les había parecido tan mal la idea que se cenara por parejas y, dado que las mesas eran de seis personas, no cabía confusión ni vergüenza por parte de nadie.

Ana. Silencio en tus labios. Sábado, 19 de abril, 2003

Ana con gesto alegre (Imagen oficiosa para la web) // Copilot designer

En medio de esta algarabía y bullicio con el que se encuentra Ana al llegar, el único que aún sigue de pie es Manuel, quien parece que no tiene muy claro dónde sentarse. Su excusa parece ser que aún está atendiendo alguna de mesas o que simplemente se trata de eso, de una excusa, mantenerse entretenido con lo que sea mientras espera al llegada de su pareja del Emaús.

La cuestión es que me senté y no le hice caso, dado que se mostró bastante frío cuando se percató de que estaba en la puerta y, por el ambiente que había, comprendí que el recibimiento de los demás había sido mucho más cálido. Sin embargo, él no se atrevió ni tomó ejemplo. 

Ana. Silencio en tus labios. Sábado, 19 de abril, 2003

¡Hora de divertirse!

Ante la aparente frialdad e indiferencia de Manuel, ante la constatación de que éste se muestra con la misma actitud de siempre, aún a pesar de que Ana ya le ha confesado su amor y dado con ello su total confianza y permisividad para que exprese con absoluta libertad lo que siente hacia ella, sin vergüenza y sin cohibirse, porque se verá correspondido, Ana decide tomarse la situación a broma.

Es más, aunque Ana no haya visto cómo han sido recibidos los demás, no duda del entusiasmo demostrado por unos y otros, porque entiende que es el mismo que ha visto en las chicas y por el que se ha dejado convencer para que esta cena sea por parejas de Emaús, como una exaltación de la fraternidad vivida aquella tarde, sin que se interprete en ello ningún romanticismo incipiente, salvo en su caso, que se supone ha sido más la constatación de un hecho.

La silla del rincón ya está ocupada, ya sea porque las demás chicas, las amigas, entienden que esa preferencia de Ana ha dejado de tener sentido o por el hecho de que al ser ésta la última en llegar resulta un poco absurdo que se tenga que movilizar a todo el mundo por un simple capricho. Además, lo único que aun no se aún sentado, la pareja del Emaús que aún sigue en pie son Manuel y ella.

Dada la aparente frialdad de Manuel, que no acude a recibirla a la puerta, ella tampoco va a su encuentro, entiendo que para no ponerse en evidencia, porque se siente observada analizada en cada movimiento. sus amigas vieron desde la ventana de la casa cómo se acercaba a Manuel, que estaba parado en mitad de la calle, por lo que han atado cabos, que en sus confidencias de chicas Ana no les ha desmentido.

Es momento de divertirse, de jugar, de buscar la complicidad con Manuel, de que éste tenga la confirmación y convicción de que ella ha hablado en serio «Le quiere»

Te quiero tonto. Luego hablamos. Canción generada por Suno

Sin embargo, también le da a entender que lo de hablar no es «ahora», en la cena, sino «luego», cuando sea el momento.

Origen