Una cena a medias

Introducción

Ana llegó al comedor la última y se marcha la primera. Parece un comportamiento un poco extraño para quien hasta ahora hemos supuesto que por su personalidad, por su entusiasmo y alegría, acostumbra a ser el alma de la fiesta, la sonrisa que con su presencia, se convierte en un referente para los demás.

Nos podemos fijar en que le ha dejado a Manuel un sutil mensaje con esa media naranja que se supone han de compartir, tiene un sentido más romántico, de complicidad que de despedida, pero del que se puede sacar mucho más, si se analiza con un poco de profundidad.

Cuando regresé a la mesa, Ana ya se había marchado. Estaba en el grupo de los que preparaban la Vigilia y ya había terminado. Se aprovechó que estaba distraído y no me daría cuenta. De hecho, fue bastante discreta y me reiteró lo que me había susurrado al oído, pero de una manera más gráfica y sutil, menos evidente para los demás. 

Manuel. Silencio en tus labios. Sábado, 19 de abril, 2003

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No soy el postre de nadie

Podemos entender que Ana se marcha, si cabe, más enamorada de lo que llegó, dado que esta vez, en esta ocasión, Manuel no ha hecho nada que la dejara en evidencia ni ha hecho ni dicho nada que se pueda considerar inapropiado porque se ha limitado a guardar silencio, se ha cohibido ante esta situación.

Manuel (Imagen oficiosa para la web) // Copilot designer

Sin embargo, podemos entender que por parte de Ana hay una cierta decepción, precisamente provocada por ese silencio, por esa falta de reacción por parte de Manuel, porque ella ya le ha susurrado al oído en dos ocasiones que le quiere, que corresponde con plena confianza a sus aspiraciones románticas hacia ella, pero no ha recibido ninguna respuesta clara por su parte.

La primera vez quizá pudiera pensar que fue por un impulso del momento, incluso que se trataba de una broma de mal gusto, de una pequeña venganza por el hecho de no haber dicho nada durante el camino de Emaús y porque al verle parado en mitad de la calle, ante la casa de las chicas, casi le dijo lo primero que se le pasó por la cabeza.

La segunda vez ha sido aquí, en el comedor, en presencia de todo el mundo, aunque con la misma discreción, lo que por parte de Ana ha sido una reafirmación clara de su confesión, que ella está muy segura de lo que le ha susurrado al oído y que por lo tanto tan solo Manuel ha escuchado, más con asombro y sorpresa que con credibilidad.

Es más, se lo dijo en cuanto esté se sentó a su lado, antes siquiera de que empezara a cenar, de que éste supusiera que ella se lo tenía que pensar, dado que hasta ese momento él se ha considerado el último de sus pretendientes, al primero que ha descartado. Sin embargo, ahora ella le ha convertido en el primero y el único de su lista.

Ella quiere ser para él: el primer plato, el segundo y el postre, por eso ha saboreada y se ha deleitado con cada bocado que ha entrado en su boca, mientras esperaba en silencio y en vano algún gesto o palabra cómplice y enamorada por parte de Manuel. Al final Ana se marcha, se puede entender que con hambre, porque se había reservado una naranja y se ha dejado la mitad, porque se entiende que está esperando que Manuel le dijera algo, pero se ha quedado callado, acobardado, asustado, sino por la idea del compromiso, al menos por el hecho de que hiciera lo que hiciera y dijese lo que dijese, todo el mundo le observaría.

Ana (imagen oficiosa para la web) // Copilot designer

Ella ya ha dicho que sí

Se supone con más o menos acierto, que lo más complicado para un chico, lo que más inquietud le puede causar, es el hecho de acercarse a una chica para demostrarle su interés, con la duda de cuál será la respuesta, la reacción por parte de ésta.

  • Los presuntuosos y optimistas se acercarán a la chica con la convicción no siempre acertada de que la chica en cuestión corresponderá a sus insinuaciones. Que esa seguridad en su manera de proceder causará tal impacto que la chica en cuestión sentirá que no tiene escapatoria. Esa primera impresión será suficiente para despejar el camino.

Después será la segunda impresión, o la tercera, la que determine si la chica ha estado muy acertada o no en sus primeros juicios, a la hora de corresponder a esas atenciones, dado que el chico en cuestión puede no ser más que mera fachada.

  • Los inseguros y pesimistas, si es que tiene el coraje de dar el paso y buscar ese acercamiento, lo que se esperan y se temen es que la chica en la que se han fijado, es mande de regreso por donde le ha visto llega, porque chicas como esa está fuera del alcance de este tipo de chicos. Cualquiera antes que ellos.

A favor de estos chicos está en que siempre existe la posibilidad de mejorar esa primera y no muy afortunada primera impresión, dado que, en ese sentido, las chicas no andan por ahí tirando a nadie a la basura por el hecho de que no se tenga en tan alta buena autoestima o las ponga a ellas en un pedestal inaccesible

Manuel ya no tiene este problema

Sin preguntar, Ana ya le ha respondido. Le ha dado a entender que para ella es indiferente cómo se autopercibe como «conquistador de corazones», dado que si le ha confesado que le quiere es porque todo aquello que en su momento le dijo y le descartaba como posible pretendiente se ha quedado en nada.

Ana le ha sabido ver todo eso que quizá no resalta a simple vista y que le convierte en el chico perfecto, siempre que no sea él mismo quien haya cambiado de parecer o se reafirme en la estupidez dicha durante la selección de pareja para el camino de Emaús. Ana intuye que Manuel no es tan tonto como para insistir.

Ella le quiere para luego

Lo de «Te quiero, tonto. Luego hablamos» es algo que trasciende al tiempo al momento. Es un compromiso de futuro, una reafirmación en que ella ya no tiene nada que pensar, que está dispuesta a tener un proyecto y futuro de vida con el, juntos como pareja.

Es decir, que en ese sentido Manuel no debería tener ningún temor ni inseguridad, ese «luego» no es tan solo con la expectativa de tener una próxima ocasión para hablar, para explicarle este repentino cambio de parecer en su corazón, aunque los lectores de la novela ya sabemos que es algo que lleva algún tiempo rondándole y por fin se ha decidido a sincerarse.

Manuel parece deducir que es amor para «ahora», que todo dependerá de que él no meta la pata ni cometa otra de sus torpezas, para llamar su atención o ponerla en evidencia ante las demás, por eso guarda silencio.

Ante lo demás sí habla. Los demás no le ocultan su inquietud por el comportamiento de Ana y acuden a Manuel para preguntarle qué le sucede a Ana. Ante lo cual, con toda tranquilidad, éste se muestra seguro. Afirma sin ninguna inquietud que no hay motivo para que se inquieten

Foto de grupo de la convivencia// Copilot designer

Me lo preguntaron a mí porque en aquellas circunstancias era el único que estaba enterado, aunque sólo fuera porque hubiéramos hecho juntos el camino de vuelta y se notaba que no había demasiado buen ambiente entre nosotros, como si fuera la excepción a lo que había sido la conclusión general. 

Manuel. Silencio en tus labios. Sábado, 19 de abril, 2003

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