Introducción
Mientras te piensas eso de si Manuel y Ana forman la pareja perfecta o se equivocan a la hora de entusiasmarse en exceso con esta historia de amor, sin la cual no habría historia ni novela, te recuerdo que habíamos dejado a nuestra pareja de enamorados pendientes de una conversación al calor del chocolate caliente.

Este reparto de chocolate a los presentes por parte de Ana parece que se alarga en exceso, que, si son dieciocho personas en el grupo, tres de las chicas se ocupan del reparto y Manuel ya tiene su taza, sin haber sido el primero que se pusiera en la fila, o es que la fiesta se ha apuntado la mitad del pueblo y de manera milagrosa el cazo del chocolate es un pozo sin fondo o Ana está nerviosa y no se decide a delegar.

Llega el que faltaba
Mientras el reparto de chocolate parece no terminar nunca y la impaciencia de Manuel empieza a ser un motivo de inquietud llega el que faltaba, ese de «ya éramos demasiados y …», siendo quizá Ana la única que está pendiente de su llegada porque tienen una conversación pendiente.
En medio de aquellas divagaciones, de aquellos cazos de chocolate que salían de la cacerola y llenaban los vasos vacíos que me ponían delante, se abrió la puerta del comedor y apareció Carlos tan encantador como siempre, con claras evidencias de que traía en el rostro la felicidad pascual y su deseo de compartirlo con quienes nos encontrábamos allí.

La llegada de Carlos es recibida con entusiasmo por todos, es el líder del grupo, aunque últimamente se haya echado a un lado para cederle todo el protagonismo y la responsabilidad a Ana, dado que a éste le han surgido otras obligaciones y está más centrado en asentar su relación con su nueva pareja. Aún así, para todo el mundo sigue siendo Carlos, el referente que todos tienen en cuando a su impliación con el grupo.
Sin embargo, a diferencia de cómo recibe a Manuel por quien deja todo en cuanto éste apareció por la puerta, a quien recibe con un par de besos, el recibimiento Carlos es mucho más frío, Ana sigue con el reparto del chocolate mientras éste saluda a todo el mundo. Deja claro que entre ellos ya no existe esa relación ni complicidad de pareja. Ya no hay besos ni cariño para Carlos.
Por su ex lo deja todo
En cuanto conseguí que una de mis amigas me reemplazase en el reparto del chocolate, y Carlos se sintió liberado de la atención de los demás, salimos a la calle. Era preferible que mantuviéramos aquella conversación en privado. El tema lo conocía mi director espiritual y no era un asunto del que me gustase que se enterase todo el mundo.
Manuel que ésta ahí expectante y pendiente de que Ana lo deje todo y le dedique cinco minutos, a parte de sus besos de mejilla y de chocolate, se encuentra con que, de pronto, Ana abandona su tarea del reparto, se reúne con Carlos y ambos salen por la puerta con total tranquilidad, buscando la privacidad para hablar de sus cosas.
Los dos se salieron fuera, a la calle, y yo me quedé allí al margen de aquella conversación, confiado en que aquello tuviera un final feliz para todos y consciente de que Ana tenía más en común con Carlos que conmigo.
Manuel. Silencio en tus labios. Domingo, 20 de abril, 2003 (6)
Manuel se queda allí con su taza de chocolate compartida con Ana y una cara de tonto que ni él mismo es capaz de definir, dado que aquella que poco antes le ha confiado sus sentimientos, su corazón, ahora se ha marchado con su ex, se han salido a la calle con nocturnidad y alevosía, sin que para él hubiera ni tan siquiera una última mirada de complicidad, un gesto de tranquilidad y confianza.

De hecho, nadie parece escandalizado ni preocupado por el hecho de que ellos dos se marchen solos, le es indiferente, se lo toman con la mayor normalidad y naturalidad, mientras que Manuel ha visto cómo le dificultan poder darle otro beso de mejilla a Ana e incluso se tiene que situar en la fila como los demás para conseguir una taza de chocolate de manos de ésta.
Rompecorazones
Carlos es el ex de Ana y ya tiene novia, aunque no haya venido acompañado por ésta. Es un chico que tiene la admiración y el aprecio de todo el mundo por su personalidad, por su coherencia de vida. Se le considera un chico serio y responsable, comprometido.
Sin embargo, ahora mismo, y aunque sea la noche de la Resurrección, para Manuel es el chico con quien se ha escapado con aquella a la que ya empezaba a considerar su pareja. Está claro que esa desconfianza es más hacia Ana, porque después de haberle hecho creer que le quiere, le ha dejado atrás y se ha ido con el último que ha entrado por la puerta.
A Manuel no le queda otro remedio que resignarse, armarse de paciencia y confiar en que sus temores, sus sensaciones ante esto no tienen ningún fundamento, porque él no es de los que montan un escándalo, dado que para los demás esto no tiene ninguna relevancia. Puede decirse que hay cuestiones de la vida de Ana que Manuel aún desconoce, pero que para los demás está a la orden del día.
¿Qué puede hacer?
Lo cierto es que nada más que confiar y no ponerse en evidencia de la manera más tonta, dado que salir tras ellos en busca de una explicación, implica demostrar que tiene un ataque de celos, que es un chico controlador y en consecuencia darle motivos a Ana para que cambie de parecer con respecto a sus sentimientos.
Se tiene que quedar donde está e intentar mostrarse relajado, disfrutar de la fiesta hasta que sea el momento de irse a dormir, si es que Carlos y Ana no regresan antes y ésta tiene la oportunidad de decirle algo para tranquilidad sus temores y desconfianzas.
Ana, quizá debería haberle dicho algo antes de marcharse, dado que Manuel se encontraba cerca de donde se reparte el chocolate a la espera de que le dedicase un momento. Sin embargo, se ha marchado, ignorándolo por completo. Le ha relegado a la nada más absoluta cuando ésta ya se consideraba su prioridad, el dueño de su corazón y sentimientos.
Para el camino de Emaús sí había previsto un plan B, pero para este momento Ana parece que no tiene previsto nada, más que confiar en que Manuel se comporte y en último caso que sean los de más quienes amainen esta sensación de abandono.
Se trata de una conversación privada y Ana prefiere no tener que darle explicaciones a nadie. Quienes tienen que saberlo ya lo saben, de manera que ella se siente justificada y tranquila.
Origen

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