Introducción
Supongo que aquellos que han seguido mis reflexiones sobre la novela saben de la importancia y relevancia que le doy a las amigas, sin cuya complicidad e influencia esta historia de enamorados se habría quedado a medias, por lo cual ahora que se ha dado la gran noticia, «Ana tiene novio», es justo reconocer el mérito como personajes secundarios, pero no por ello menos relevantes, a las amigas.
¿Quiénes son estas chicas?
En mis reflexiones, dado que como tal en la novela no tienen como tal un nombre propio definido, más allá del calificativo de «amigas», de gusta la idea de considerarlas como «las gadget amigas», porque de algún modo son una extensión del personaje de Ana, en quienes ésta se apoya en su no siempre acertado acercamiento a Manuel, porque éste en ocasiones se muestra un tanto esquivo.


En principio y como parte de la historia, de la novela, la referencia es a las chicas de Toledo, a aquellas con las que Ana consigue crear un mayor vínculo de amistad, que se convierten en sus confidentes y cómplices una vez que las andanzas y pretensiones conquistadoras de Manuel empiezan a ser algo más que una sospecha.
Se supone que la amistad se forja en gran medida en el campamento del verano de 2000, aunque es un dato que tampoco se cierra en cuanto a las fechas anteriores, tan solo es un detalle de la novela al que no le he querido dar excesiva trascendencia. La cuestión es que hay un buen entendimiento entre estas chicas y Ana.
Por centrar un poco y no afirmar con rotundidad que todas las chicas del grupo forman parte de este círculo más cercano, ya que tampoco es cuestión de pensar que Ana vaya por ahí aireando sus cuestiones personales a diestro y siniestro, ya que sabemos que es una chica discreta. Podemos suponer que esa mayor complicidad se centra en las dos chicas que acuden a la convivencia de la Pascua.
Dime con quién andas y te hablaré de Manuel
De estas dos chicas tampoco hay mucho que decir, que resulte relevante para entenderlas como personajes, salvo que se entiende que ambas son de Toledo y al menos son conocedoras de las meteduras de pata de Manuel, sin que se pueda afirmar con rotundidad que han sido objetivas de éstas, pero sí están al tanto de cómo ha ido el tema.
Son dos chicas que ya tienen novio dentro del grupo y que entre ellas dos hay una muy buena complicidad de amigas, de manera que son las que arropan a Ana cuando acude a Toledo, quienes se mantienen en contacto con ella y la animan para que acuda a las reuniones, ya sea con la gente de su parroquia o por su cuenta, con opción a que se quede todo el fin de semana.
Son estas chicas con las que Ana empieza a compartir su curiosidad e inquietudes con respecto a Manuel, como quien comparte temas y confidencias de chicas, en un primer momento y así Ana se pone al tanto de la situación, de que se trata de un chico un tanto solitario, introvertido y hasta cierto punto cuya presencia puede llegar agobiar a aquellas por quienes demuestra algún interés.
Entre amigas no hay secretos y tampoco es cuestión de malmeter contra nadie, dado que los problemas y torpezas de Manuel se deben más a su personalidad que a su manera de actuar, que cuando no anda detrás de nadie, es un chico tan apreciado como el resto. Tan solo es que por lo general las afectadas se llegan a agobiar con más o menos motivos y he recibido alguna que otra llamada de atención por ello.

El caso es que en este intercambio de confidencias sobre los chicos del grupo, aparte de tratar de cuestiones de la vida, de chicas y de todo es que hablan las chicas en general y particular, que no se llega a mencionar de manera expresa en la novela, las alusiones a Manuel, si no son una constante, tampoco es algo que se omita. Cada una tiene su opinión y Ana tarda poco en formarse la suya.

Cuando Manuel empieza a demostrar interés por Ana, cabe pensar que acude a estas amigas en busca de apoyo, más que de consejo, dado que ella, en principio no quiere nada con Manuel, pero tampoco que la presencia y actitud de éste le impidan ni compliquen su relación con el grupo. Se trata de un grupo religioso interparroquial, interprovincial, y no es cuestión de que haya malos rollos.

Con el apoyo y la complicidad de estas amigas Ana encuentra la manera de acudir a esas reuniones sin que la presencia de Manuel le suponga un problema, basta con mantenerlo a distancia y allí donde se reúnen siempre es fácil encontrar un rincón tranquilo donde pasar desapercibidas, sin tener que mantener una actitud vigilante ni demasiado reservada.
No muerde
Frente a aquellas que con más o menos justificación prefieren evitar coincidir con Manuel en las reuniones, tener que ser ellas quienes se andes guardando las espaldas. En determinado momento Ana prefiere dar un giro a esa mentalidad y no dejar que ello le condicione hasta el punto de no llegar a disfrutar, ya que con ello se perjudican también las amigas, en el fondo no es para tanto.
Este cambio de actitud por parte de Ana viene propiciado por su interés por éste, pero también a que se siente respaldada por las amigas, que si por su parte no hay reparo en propiciar ese acercamiento por el de ellas menos. Ellas ya tienen novio y Manuel no es más que uno más de los chicos, con sus particularidades, pero no es algo que les afecte. Si apoyan a Ana es porque para eso están las amigas.
Me empieza a gustar un poquito
Ya que es a estas amigas con las que primero se atreve a confiarles ese interés, sobre todo porque parece que todo el mundo parece empeñado en buscarle novio, aunque ella está muy tranquila sola, sin ataduras. Las amigas empiezan a implicarse, a proponer ocurrencias para facilitar ese acercamiento, más que a quitarle la idea de la cabeza.
Intuimos que es gracias a la complicidad de estas amigas como Ana consigue quedarse a solas con Manuel la tarde del 15 de febrero, después de la reunión, ocasión que según se deduce de la novela, quiere aprovechar para hablar con él y dejarle las cosas claras, para que la olvide o en todo caso, haya algún cambio de actitud en serio por su parte, porque eso de mantener esa tensión tácita no beneficia a ninguno.
Como se deduce que de aquella charlas y la posterior cena con los amigos las primeras impresiones de Ana son bastante aceptables, podemos entender que la osadía de las amigas les llevan proponerle que se reúnan en la Pascua, que eso de verse unas horas cada mes o mandarse cartas por impulso y no siempre en un tono muy afable no lleva a nada.
La convivencia van a ser cuatro días, en un entorno más o menos controlado, donde en caso de agobio la incomodidad o inquietud por la presencia de Manuel será algo puntual, pero también será la ocasión para verse con más continuidad, con el aliciente de que al ser Ana la responsable de la convivencia, tendrá un rasgo de autoridad que impondrá mayor respeto. Ana no estará allí como una más.
Como sabemos durante estos días de convivencia Ana se ha apoyado mucho en las amigas, de manera particular a la hora de las comidas, por ocupar la mesa del rincón y ocupar está la silla de más difícil acceso, no dejando que Manuel se acercase.
Las amigas también se vuelven cómplices en el desarrollo del camino de Emaús, de tal manera que pase lo que pase, Ana consiga que Manuel sea su acompañante. al final lo consigue de manera que se saltan un poco las normas
De estas amigas se supone que al menos una de ellas presencia desde la ventana del alojamiento de las chicas como Ana le susurra a Manuel esas palabras de cariño al oído, pero también como Ana después se muestra bastante cohibida y callada para reconocerlo.
La mañana del domingo
En el despertar del momento, son estas amigas quienes están más al corriente de lo que pasa y entienden de la indiscreción de Carlos al dar la noticia de que Ana ya está con un chico. Se intuye que son ellas las primeras en reaccionar y echar a los chicos de la casa para que no incordien a Ana con preguntas incómodas, que ella no tiene ánimos de responder.

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