Introducción
En la entrada de anterior (el teléfono escacharrado) reflexionábamos sobre cómo Manuel consigue la confirmación de que Ana está dispuesta a que se vean, a que hablen. Para lo cual recurre a las amigas de Ana, tanto para mandar el mensaje como para tener la certeza de que éste es recibido y respondido. ¡Que poco más y hay que organizar una cadena humana, en ese caso de llamadas telefónicas, desde el teléfono de Manuel al de Ana y vuelta.
La respuesta que recibe, que le dan, es que Ana está dispuesta y de acuerdo. Es decir, que no saldrá espantada, en el caso de que se encuentren, aunque sea por sorpresa o de manera casual, porque tampoco se ha concretado nada, salvo el hecho de que Manuel tiene intención de acudir a la convivencia de novios, el último fin de semana de julio y pretende aprovechar para reunirse con Ana, porque la convivencia es en su ciudad


La intención es que se vean el viernes por la tarde, aunque ya le han advertido a Manuel que Ana no le recibirá con la mejor de las sonrisas y que es mejor que no se haga muchas ilusiones, ni siquiera aunque ésta haya leído sus cartas, a pesar de que la hayan ayudado a rebajar esa decepción. No se lo pondrá fácil para dejarse enamorar de nuevo.
Una amiga que vale por todas
Según Ana, quien la llama e informa de los planes de Manuel, quien intercede por éste, en el hipotético caso de que ella no se muestre muy receptiva a ese reencuentro, es una de las amigas de Toledo, aquella a la que Manuel ha acudido en primer lugar y sin necesidad de que haya más intermediarios ni eslabones en esta cadena humana de comunicación. ¡No hay necesidad de complicarse tanto!
Se trata de reconquistar el corazón de una chica y no de planificar la invasión de la ciudad. No hay por qué involucrar a media humanidad en un asunto que tampoco tiene tanta gravedad

A esta amiga, Ana le da su conformidad para que Manuel venga, acuda sin ningún temor ni reparo. Se sobreentiende que no hay necesidad de argumentar nada para convencerla ni vencer sus resistencias o reparos. Manuel está haciendo todo lo que está en su mano para reconquistarla, para hacer justo lo que ella le pidió cuando dejaron de hablarse, que, si quería algo, debía acudir en persona.

Entre amigas se comparten confidencias y secretos, pero tampoco hay necesidad de que Manuel reciba con detalle la trascripción de la conversación, porque entre amigas ya se sabe que se puede hablar de gran variedad de temas e incluso guardarse secretos. Manuel tan solo espera un «Sí». No conocer al detalle la vida privada de nadie.
A Ana el viernes por la tarde le viene bien. Se supone que debería ir a la convivencia, pero, en principio, ella seguirá con sus costumbres de siempre y será en esa rutina cuando espera que Manuel se reúna con ella, que no se va a molestar en hacer nada especial ni en cambiar nada. Ella seguirá con su vida y si Manuel quiere algo de ella, ya sabe dónde y cómo localizarla.
La indirecta es clara
El «sí» de Ana es en el sentido de que está dispuesta a reunirse con él, pero también a mostrarse más receptiva a responder a las llamadas y mensajes que Manuel le pudiera mandar, porque se han de poner de acuerdo en cuándo, cómo y dónde se ha de producir ese reencuentro. La ciudad es muy grande, el fin de semana se puede quedar muy corto y la disponibilidad de Ana tampoco es absoluta y Manuel acude a la ciudad por la convivencia.
Es un «sí» para que la llame, para recuperar esa comunicación perdida, rota y que a partir de ese avance pase lo que tenga que pasar con su relación y su futuro. se trata de empezar a enmendar los errores del principio de su relación de pareja, para empezar a hacer planes juntos y no cada uno por su lado y dejando que sea uno quien dedica por los dos.

Es un «sí» para ponerse de acuerdo y, en tal caso, acudir juntos a la convivencia de novios, si es que los dos quieren reafirmarse en esa condición como pareja. Ya que Manuel se ha apuntado por su cuenta y riesgo y la asistencia de Ana se mantiene más en secreto que en duda. A ella Manuel no le ha consultado y prefiere que no se entere por terceras personas.
O acuden a la convivencia de novios, como pareja, o lo hacen cada uno por su cuenta, pero mejor decidirlo antes de presentarse allí y que alguien les pregunte. Lo único que queda por determinar es qué tipo de trato y actitud han de mantener el uno con el otro durante el fin de semana
Ese no es su «sí»
No es un «sí» para presuponer de que de buenas a primeras ella esté dispuesta a perdonar y zanjar sin más esta pequeña discrepancia que mantiene rota su relación y que todo siga como si nada tuviera que cambiar.
No es un «sí» de chica enamorada que vaya a aceptar sin más lo que Manuel decida. Tienen que hablar, tiene que haber un compromiso serio y en serio por parte de los dos, para que no se vuelvan a encontrar en la misma tesitura. La comunicación se ha de mantener y ha de ser fluida en el día a día, sin dar nada por sentado.

Es decir, es un «sí» condicionado al resultado de esa conversación pendiente, a que haya un buen entendimiento, porque Ana está ilusionada con la idea de que se vuelvan a dar una segunda oportunidad, porque está segura de que Manuel se esforzará más por ser el chico de sus sueños, aunque tenga sus defectos, manías y todo eso que él quiera pensar de sí mismo para no considerarse «el chico perfecto».

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