Introducción
Pendiente de concretar los detalles de esa cita, de ese reencuentro con Manuel, de que éste la llame, una vez que le hayan dicho que ella está dispuesta a verle, a recuperar el contacto, que esta vez sí le responderá, se encuentra con que nadie la llama. Bueno, sí, la llama todo el mundo, pero no quien se supone que más interés debería demostrar dadas las circunstancias.
Ella a mediados de mayo, y por eso se produjo ese desencuentro, había organizado un fin de semana para los dos, aprovechando una actividad en la parroquia y que por su parte no encontraba impedimento a que Manuel acudiera. Había pensado en todos los detalles, hasta buscarle alojamiento en casa de un amigo, porque meterle en casa de sus padres resultaba comprometido y precipitado.
Ahora es Manuel quien se supone se ha planteado organizar esa cita, pero lo único seguro y confirmado es que viene. Todo lo demás queda en el aire, a la improvisación, salvo por el pequeño detalle que la excusa del viaje y la cuestión del alojamiento queda resulta con la convivencia de novios.
Como buena hija y amiga que se supone que soy, compartí mi parecer sobre todo aquel planteamiento tanto con mis amigas como con mi madre.
Ana. Silencio en tus labios. Julio, 2003 (2)


Reunión de amigas
Ante la incertidumbre que esta situación le genera, por no ser ella quien agarre el teléfono y de nuevo le mande a freir espárragos, por definirlo de una manera amable, porque, aun así, quiere verlo, prefiere reunirse con las amigas y que sean éstas quienes aguantes su desahogo y le aconsejen

Con las amigas casi es obligatorio despellejar vivo a todo aquel que ose sacar de sus casillas a cualquiera de ellas y en este caso Manuel se lo está mereciendo por méritos propio. ¿Tanto le cuesta llamar? ¿mandar un sms? Se trata de los detalles de la cita más importante de su vida, de la que depende su futuro sentimental y que se le tenga un mínimo de consideración
En cierto modo, eran de la opinión de que Manuel se merecía un buen escarmiento, conscientes de que, si al final había reconciliación, todo el mundo se reiría de aquello.
Ana. Silencio en tus labios. Julio, 2003 (2)
Las chicas claman venganza, darle un escarmiento de esos que nunca se olvidan. No se especifica en la novela, aparte porque se trata de ficción, pero se puede intuir que la imaginación y la creatividad femenina a la hora de planificar algo así no hubiera dejado demasiado bien a Manuel.
Desde la opción de no acudir a la cita, de dar por sentado que no existe como tal, debido a esa falta de interés y concreción en los detalles, hasta casi obligarle a besar el suelo que pise Ana, exigirle la luna, porque a ninguna chica se la debería tratar con esa frialdad ni indiferencia.
Al final parece que Ana y las amigas se conforman con buscar una solución intermedia, ya que, de lo contrario, quien pierde es Ana, al no poder retomar la relación con el chico que le interesa, más cuando el objetivo de la cita es recuperar la relación donde la dejaron y subsanar los errores que les han llevado a esa separación.
En cualquier caso, después de la frustración que le causa toda esta situación, lo mínimo es echarse unas risas a costa de este incauto que se ha confiado demasiado en que sea ella quien lo gestione todo sin ninguna implicación por su parte, más allá del hecho de acudir a la cita.

Charla con su madre

Aparte de compartir sus inquietudes con las amigas y echarse unas risas de desahogo, Ana también se quiere tomar este asunto con un poco más de objetividad y sentido común, acude a su madre, que a la vez es su mejor consejera.
En este momento de la novela los lectores aún no conocen demasiado la personalidad de la madre de Ana, de Victoria, salvo que se hayan leído entradas anteriores alusivas a ésta. Tan solo decir que es una mujer que gana mucho como madre, aunque no tanto como futura suegra.
Ante este panorama, Ana atribuye a su madre la idea de no confirmar su asistencia a la convivencia hasta que no haya hablado con Manuel, es decir, que la cita ha de celebrarse en un entorno donde Ana se sienta segura y pueda controlarlo, que sirva para que Manuel empiece a hacerse a la idea de cómo será esa relación entre ellos.
Se puede pensar que por una vez Victoria intenta pensar en el bienestar de Manuel y salvarle de lo que puede ser un escarnio y una humillación pública, de manera que, si al final no hay reconciliación, el tema no pase a mayores ni se rompa esa imagen de Ana como una chica joven soltera y sin compromiso tras su ruptura con Carlos, quedando lo suyo con Manuel como algo anecdótico e irrelevante

Si no hay reconciliación Manuel, no se tendrá que marchar con el orgullo herido y Ana tan solo tendrá que asumir que quizá se precipitó a la hora de vincularse sentimentalmente con Manuel, si no es alguien que le convenga.
Ana quedará como una chica seria y responsable, quien no se le habrá de recriminar nada, más que el hecho de hacer lo correcto, mientras que Manuel habrá de aceptar el hecho de que este tipo de relaciones se han de basar en algo más que buenos deseos e intenciones.
A Manuel se le puede dar un pequeño susto, pero tampoco es cuestión de hundirlo en la miseria. Tan solo hacerle entender que las expectativas, en cuanto a los pretendientes de Ana, son algo a tener en cuenta, que el no ha empezado con demasiado buen pie esta andadura.
La única ventaja que tiene Manuel frente a lo que la madre de Ana pueda opinar de éste es que Ana quiere pensar que es el chico perfecto para ella, que tan solo hay que darle ocasión y oportunidad de demostrarlo.

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