Introducción
Sabemos de las intenciones y pretensiones de Manuel de encontrarse con Ana el viernes 25 de julio de 2003, por la tarde, antes de acudir a la convivencia de novios o, con la excusa de que aprovechando la asistencia a ésta, ha encontrado su oportunidad para acortar distancias geográficas con Ana y que, en lo posible, haya un acercamiento sentimental, un retomar la relación y la comunicación tras dos meses rota.
En principio, aunque entre ellos no hayan hablado por teléfono para concretar los detalles de ese reencuentro, porque ambos parecen haberse confiado a la oportuna mediación de los amigos para que ejerzan de «correveidile», Ana ha dado su conformidad. Que, si Manuel acude, no se va a encontrar con que ésta le da con la puerta en las narices o directamente le ignora. También quiere verlo y que tengan la oportunidad de hablar y solucionarlo todo


Es decir, que, si Manuel acude a la ciudad, tendrá la ocasión de conocer cómo es la vida de Ana más allá de su relación con el grupo, de esas visitas a Toledo para acudir a los encuentros mensuales. Tendrá ocasión de descubrir un poco más de esa faceta de la vida de Ana que hasta ahora desconoce o de la que tan solo ha oído hablar por referencias.
¿Ha estado Ana en casa de Manuel?
Ana ya ha venido a Toledo en varias ocasiones, que sepamos y así consta en la novela, siempre por el mismo motivo, unas veces con un viaje en el día y otras durante un fin de semana, con la ventaja de que hasta ahora no ha tenido necesidad ni el requisito de avisar a Manuel con antelación. Su relación de inició durante la convivencia de la Pascua.
Antes de la Pascua, para Ana, aparte de que Manuel fuera un chico más del grupo, de los de Toledo, era «El de siempre«, a quien llevaba algún impreciso tiempo sin ver.
También ha sido quien no acudió al campamento de verano del año 2000; a quien a ella le tocó en suerte ejercer de amiga invisible, pero se quedó con la contrariedad y la frustración de esa ausencia inesperada o al menos a ese cambio de parecer de última hora por el que nadie le dio explicaciones.
Ha sido el chico que le ha intrigado y por quien ha sentido curiosidad tras la ruptura de su relación con Carlos, en sus visitas a Toledo, cuando se ha sentido desanimada y querido buscar una justificación o motivación por haberse tomado tantas molestias por acudir a esas reuniones mensuales animada por las amigas. Un chico un tanto peculiar este Manuel.
Ha sido el chico que le ha escrito poemas a sus amigas con pretendidas expectativas románticas no correspondidas y que, ante la dificultad de llegar a entenderse con éstas, no verse correspondido, a falta de otra chica disponible, ha volcado todo su interés en ella, de manera un tanto obsesiva, aunque desde el primer momento ella le parase los pies y le dejase las cosas claras «No y ojito con lo que haces«.
También ha sido ese chico que, casi sin ella darse cuenta, sin ser consciente de ello, se ha ido colando en su corazón y, sobre todo, ha conseguido que sus amigos vieran con buenos ojos la posibilidad de que llegase a haber algo serio entre ellos, a pesar de que ellos no se lo hubieran planteado en serio ni como tal hablado del tema. ¿Qué se le ha perdido a ella en Toledo?
Tampoco es que Ana se haya planteado que se merece algo mejor, pero en su momento tuvo claro que era preferible que éste no se hiciera ilusiones en ese sentido, más cuando entre las chicas de Toledo aún podría tener posibilidades. «¡Por mi casa que no se acerque!«


¡Menudo panorama!
En coherencia consigo misma y ese recelo a la posibilidad de ese hipotético enamoramiento, no es muy lógico pensar que Ana haya tenido excesivo interés por conocer la vida privada de Manuel, con conocerle dentro de su relación con el grupo parecía más que suficiente.
Si ella sentía ese recelo inicial a que éste curioseara y se acercara demasiado a su vida, acortase distancias, lo lógico es pensar que ese mantener las distancias debía ser en ambas direcciones.
En ese sentido su planteamiento más claro lo tenemos en su trato con «El Poeta», su anónimo amigo del chat, a quien le ha pedido que no investigue sobre ella, aunque con la tecnología y los medios que había entre 2001 y 2003 demasiado fácil no lo iba a tener. Bajo la identidad de «La Dulce Gatita» se podría esconder cualquier chica. Porque, eso sí, ella era sincera y esperaba la misma sinceridad en esos detalles que se pudieran conocer del otro.
Ella es una chica y quería tener la certeza de que al otro lado de ese chat, de ese intercambio de mensaje por vía electrónica, había un chico en quien podía depositar su confianza.
Sin embargo, la sospecha o la posibilidad de que tras la identidad de «El Poeta» haya alguien conocido, según hemos planteado en las reflexiones del blog sobre la novela, porque ello no desentona ni descuadra con el desarrollo de la historia, hemos de suponer que la curiosidad de Ana le ha llevado a atar cabos sueltos, como se suele decir, y ponerle cara y nombre a su «anónimo amigo»

Lo pensará Manuel
La cuestión es que Ana ha tenido ocasión de pasar algún que otro fin de semana en Toledo a lo largo de los últimos meses, gracias a la hospitalidad y generosidad de las amigas y chicas del grupo residentes en la ciudad, quienes no se han visto en la tesitura de recriminarle que abusara en exceso de esa buena predisposición por su parte. Las estancias no se han alargado más de lo necesario.
Por lo que sabemos, Manuel tan solo ha tenido conocimiento y control de esas estancias por los encuentros, por haber coincidido con ella en la iglesia donde se celebraban esos encuentros y por las salidas posteriores con los amigos, a los que en un par de ocasiones Manuel también ha participado con suerte diversa.
El caso es que no nos ha quedado claro en casa de qué amiga Ana se ha quedado a dormir esos fines de semana. En la novela no se hace ninguna mención en ese sentido, aunque en la versión de Ana se llega a mencionar que, por la noche, ha sido una excusa para compartir confidencias de amigas, de chicas, y compartir impresiones con respecto a Manuel, por el hecho de ser un chico un tanto peculiar del grupo y porque Ana no ha ocultado del todo su interés personal por éste.

¿Cuándo se curiosea por Toledo?
Los viernes han sido para venir a Toledo y acudir a la oración de la noche, de la vigilia previa al encuentro.
Los sábados se han dedicado a la asistencia al encuentro por la mañana y a salir de fiesta en plan de amigos por la tarde/noche, hasta que el cuerpo aguante. Por lo que sabemos, bastante más que el de Manuel, quien en las dos ocasiones que ha participado de esa salidas, se ha marchado a casa tras la cena.
Es decir, que, para dejarse llevar por la curiosidad, sin descartar que fuera el sábado por la noche, siempre que la presencia de los chicos que les acompañaban no hicieran que ello resultase comprometido ni comprometedor, porque es un tema privado, el mejor momento parece la mañana del domingo, dándose un paseo con la amiga por la ciudad antes de pensar en regresar a su casa.
Sin ser muy indiscreta ni ponerse en evidencia por un tropiezo inesperado, no es descartable que, contando con la complicidad de la amiga, sobre todo el domingo del 16 de febrero, cuando lo de ese supuesto flechazo ya empezaba a tener un poco más de sentido, Ana no pudiera reprimir la curiosidad de saber dónde reside Manuel e incluso a qué iglesia acude a misa los días de precepto.
El viernes 25 de julio por la tarde salvo que haya imprevisto de última hora o le acobarde reencontrarse con Ana, será Manuel quien recabe información en ese sentido sobre ella. Queda por decidir y determinar lo poco o mucho que ella está dispuesta a dejar que éste invada y descubra de su espacio vital y personal.

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