Introducción
Cuando Manuel llega a la Casa de Ejercicios, al centro de espiritualidad, donde se va a celebrar la convivencia de novios, le confirman que Ana no está por allí y tampoco se la espera, aunque tampoco hace falta que pregunte demasiado porque todo el mundo la conoce, sobre todo quienes son de su misma ciudad y están al tanto de sus planes para esa tarde.
De Manuel tampoco tiene mucho que decir de sí mismo, porque entiende que ya empieza a ser alguien conocido en la ciudad. Él es el chico ese de Toledo con quien Ana espera reunirse esa tarde. Es el chico que le ha partido el corazón, el causante de que Ana lleve dos meses con el ánimo un tanto decaído.
Sin embargo, en vez de hacer escarnio del árbol caído, tal y como está planteado de antemano, entre los presentes, entre los amigos y conocidos de Ana, encuentra a una pareja dispuesta a acercarle hasta el punto de encuentro, sin reparos a hacerle ese favor. En cierto modo, así tienen ocasión de acudir a misa de ocho, en vista de que no la habrá esa tarde para el inicio de la convivencia.
El barrio de Ana
Así, casi sin pretenderlo, sin merecerlo, esta pareja le lleva hasta el barrio de Ana, hasta su parroquia, donde ésta suele acudir a misa y donde realiza su labor social y parroquial. Le llevan hasta el mismo corazón de la vida de Ana y por primera vez tiene la ocasión de conocer un poco más de cerca esa vida que ésta aún no ha compartido con él.
Es aquí donde hasta ahora Ana se ha sentido a salvo y segura, donde en diciembre, en aquel arranque de autodefensa de su espacio personal, le exigió que no se acerca ni en broma, porque tal osadía podría tener graves consecuencias para en el trato entre ellos y en su relación con el grupo.
Han pasado siete meses desde entonces y las circunstancias han cambiado para bien, aunque ya no pende de un hilo su trato fraternal como miembros del mismo grupo, sino su futuro como pareja y esta vez se entiende que Manuel está allí con el conocimiento y beneplácito de Ana.
No es que ésta le haya invitado, porque ya lo hizo en mayo y, debido a esa falta de acuerdo, de comunicación, a que ya tenía otros planes, no pudo ser. Sin embargo, tampoco ha hecho nada por coartar su iniciativa al respeto, ya que, de igual modo, éste acude a su encuentro, con intención de conocerla un poco mejor y empezar a sentirse más parte de su vida privada
Digamos que me había acercado hasta allí para conocer aquella faceta de la vida de Ana que sólo conocía a través de lo que me había contado y por lo cual había tomado conciencia de lo poco que sabía de ella. Me había enamorado de su persona, pero no de su realidad.
La parroquia
En la novela no se hace ninguna descripción de la parroquia, del edificio. No se menciona qué tipo de arquitectura tiene. No se dan detalles. Tan solo que los viernes por la tarde, en el horario de verano, la misa es a las ocho.

Se entiende que en estos momentos el interés de Manuel no está tanto en dejarse llevar por la curiosidad y convertir esta misa en una visita turística. Su interés e intención están en localizar a Ana entre los asistentes a la misa, porque es lo que se supone está acordado con ella, que Ana sabe que él ha acudirá a su encuentro y que ésta no se mostrará esquiva ni huidiza.
Llega el momento de darse la paz, como sucediera en el encuentro de enero, pero esta vez este gesto no tiene ese sentido reconciliador. Ana no está allí para que él pueda pedirle perdón por estos dos meses de ruptura ni esperar que ella haga lo propio por su parte y acepte su disculpas.
Final de la misa
El problema es que la misa se desarrolla con total normalidad, pero para sorpresa y contrariedad de Manuel, Ana no da señales de vida y quienes le acompañan se muestran igual de contrariados por ello.
- ¿Se le ha olvidado que era el día de la cita?
- ¿Se ha sentido indispuesta?
- ¿Ha cambiado de parecer en el último momento?
- ¿Le ha surgido algún imprevisto?
Ante esta disyuntiva, dado que el interés y la atención se ha de centrar en la convivencia y empieza a hacerse tarde, optan por no esperar, entendiendo que si Ana no ha acudido a la cita tiene que ser por algún buen motivo y que tampoco se puede hacer nada al respecto
Aquel asunto les está distrayendo de lo verdaderamente importante y se supone que tras haber acudido a la dirección espiritual Manuel ha hecho el firme propósito de no dejar que sus asuntos personales sean una molestia para los demás. Ha ido hasta allí para comportarse con una cierta lógica y coherencia, sin obsesionarse por la actitud que Ana pudiera tener con él.
De nuevo en el coche
Mejor regresar al coche, que tampoco es que hayan aparcado delante de la puerta y regresar a la Casa de Ejercicio, que este fallido intento de reconciliación se quede en un improvisado recorrido por la ciudad a la espera de que a lo largo del fin de semana se encuentre alguna pista o respuesta sobre la actitud de Ana.
Para la vuelta a la Casa de Ejercicios pasamos de manera inevitable por delante del portal de Ana, por su calle. Y no es que supiera qué edificio era ni conociera la ciudad, pero no ocultaba mi curiosidad en ese sentido; como había estado en su parroquia, el interés por el nombre de las calles por las que el coche pasaba era impulsivo, aparte de que a esa dirección de correo había enviado varias cartas y ya me la sabía de memoria.
La ventaja o desventaja de que el piso de los padres de Ana se encuentre en una de las avenidas principales de la ciudad, es que para regresar desde la parroquia hasta la Casa de Ejercicios hay que pasar por delante de la puerta, que no se puede dar un rodeo ni buscar rutas alternativas, aunque sean conocedores de la ciudad

Entendemos que son quienes le llevan en el coche quienes le hacen alguna indicación en ese sentido, que son quienes saben dónde vive Ana, cuál es su edificio, y con ello intentan compensar de algún modo el hecho de que esta haya faltado a la cita sin dar explicaciones.
Igual podrían haber omitido este detalle, interpretado que el hecho de que Ana no haya acudido a la cita es una manera de dejar claro su desinterés por esa hipotética reconciliación, que no hay necesidad de ahondar ni regodearse en la herida. Sin embargo, esa pareja intenta empatizar con Manuel y no cerrarse del todo a la posibilidad de que la situación mejore.
En principio, Manuel se queda en la ciudad, en la Casa de Ejercicios, en el centro de espiritualidad, hasta el domingo por la tarde, de manera que queda abierta la posibilidad de que Ana se acerque por allí en cualquier momento y se produzca ese reencuentro, sin que tenga que ser tan en privado y sin que resulte tan comprometido.
Manuel se queda con sabor un poco amargo, porque tiene ocasión de ver hasta dónde llegan sus cartas, pero se queda con la pena de no haberse encontrado con la destinataria de esas misivas



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