Introducción
Esta tarde de viernes, 25 de julio de 2003, Ana y Manuel están a punto de reencontrarse. Puede decirse que ya se han visto, que cada cual es consciente de la presencia del otro, aunque Ana se quiera hacer la distraída y parezca que esos escaparates de las tiendas de la avenida, con los que se cruza a diario, le llaman más la atención que ese chico plantado frente a portal de su casa.

Aún no afirmaremos con rotundidad que se ha producido ese primer cruce de miradas, ese palpitar del corazón que les haga saber si este reencuentro les lleva a pensar en la reconciliación, en dar continuidad a su historia de amor o, por el contrario, les causa tal frialdad e indiferencia que les lleve a plantearse que este contratiempo en su relación ha sido algo más que un malentendido sin importancia.
Han pasado tres meses
La última vez que se vieron, que se miraron a los ojos, con el pálpito y el impulso del corazón, fue la tarde del domingo 20 de abril de 2003, cuando se despidieron al finalizar la convivencia de la Pascua y porque Ana era quien conducía su coche y tenía que llevar a las amigas de regreso a casa, de manera que no hubo opción a alargar más la despedida.
Aquella Ana era la dirigente de la convivencia, la chica sería, responsable y formal que un día antes, en un arranque de sinceridad, en un impulso que no fue capaz de reprimir, le había abierto de par en par el corazón a Manuel y éste aún no se lo había llegado a creer del todo. Ana era la chica a la que había estado «persiguiendo» y que ahora le correspondía.
A esa chica que ha salido de casa para participar en actividades religiosas, se puede decir que Manuel ya la conoce y la reconoce. Es la chica de quien asegura se ha enamorado en el último año. Ha sido una chica que, según el transcurrir del tiempo, ha pasado de mostrarse esquiva, molesta e huidiza a sus insinuaciones, a hacerle hueco en su corazón, justo el hueco que Manuel anhelaba.

En cambio, la chica con la que se reencuentra esta tarde de julio, en esta avenida de una ciudad que no es Toledo, puede decirse que es casi una desconocida, de quien apenas sabe nada. Una chica que se siente a salvo y segura en su ambiente, en mundo, donde hasta ahora la presencia de Manuel ha sido una utopía e incluso llegado a ser una pesadilla a la que aseguró no querer hacer frente.
Es una chica que igual se viste por los pies que por la cabeza, según el vestuario elegido y las circunstancia lo requiera, pero que, a la hora de vestirse, no se debía inquietar por sentirse observada ni juzgada por ese chico que era a la vez su pesadilla y su príncipe azul. Una chica que, hasta ahora, ha sentido que en esta ciudad, su ciudad, en su día a día, era capaz de tener a situación más o menos controlada.
Sin novios, pretendientes ni situaciones sociales ni personales que le resultaran comprometidas ni comprometedoras, era ella con día a día, con su trabajo en la empresa familiar, (la gestoría); sus compromisos con la parroquia y la típica vida social de una chica de su edad, con ganas de vivir y disfrutar mientras la salud se lo permitía.

¿Cuán diferentes son esas dos chicas, si son la misma?
Ana sabe que Manuel se siente cautivado por esa chica a la que éste cree conocer, que vive en esa faceta de su vida que éste ya conoce y donde la reconoce. Ella es esa chica que ha superado sus recelos y reparos a iniciar una historia de amor juntos. Aunque quedarse tan solo con esa imagen y concepto de ella sea no conocerla del todo.
En los últimos dos años puede que no hayan coincido en más de diez ocasiones y quizá tan solo a lo largo de estos últimos tres meses ambos han sido conscientes de que estaba presenten en los pensamientos y sentimientos del otro, ya que hasta la convivencia de la Pascua, esa intuición no siempre era recibida con el mismo agrado. Al menos no por parte de Ana.
Puede decirse que la Ana con la que ha tenido este malentendido, esa discrepancia por esa cita fallida, por esa falta de comunicación, no es la que él conoce, si no la chica que vive en esta ciudad y que se mostró dispuesta a recibirle en su casa, a que hicieran algo juntos, diferente, pero se topó con que éste rehusaba, más cuando para ella tan solo tiene cabida un mismo y único Manuel.
Ha sido a esta Ana, a la que vive en esta ciudad, a quien le rompió el corazón, cuando ella había puesto todas su ilusiones en dar ese paso en su relación. La chica que acude a los encuentros en Toledo, esa a la que Manuel parece tener idealizada, está bien. Sin embargo, tan solo representa un pequeña parte de su personalidad, de su identidad.
Ésta es la Ana que ha pretendido tener un presente y crear un futuro sin mirar al pasado, pero que cuando ha visto la oportunidad de que Manuel diera el paso, se ha encontrado con que éste había hecho planes al margen de ella, sin tan siquiera plantearse lo apropiado o no de que ésta se implicase, aunque se suponía que ya había un cierto deseo de compromiso por parte de ambos.

¿Querrá Manuel enamorarse?
Ana cree conocer a Manuel, por lo que ha compartido con él a lo largo de estos años, tanto lo bueno como lo mejorable como por lo que le han contado aquellas que le conocen de una manera un poco más cercana, cotidiana. Incluso que han llegado a padecer como ella esas insinuaciones románticas que no les han llevado a nada, siendo Ana la primera que se ha atrevido a dar el paso, porque no le considera uno más ni uno de tantos.
En cambio, no está demasiado claro lo que éste sabe de ella
- ¿Con quién ha hablado?
- ¿Es suficiente
- con que hayan coincidido en esos encuentros mensuales?
- leído sus cartas donde le daba calabazas y advertía que la olvidara?
- que escuchase aquella tarde del 15 de febrero, el soliloquio y alegato de cómo soñaba que fuera su novio perfecto ?
- aquel silencio y tenso camino de Emaús?
- que hayan compartido esos cuatro días de la convivencia de la Pascua?
- que haya compartido con él su diario de la semana de la convivencia de la Pascua?
A ella le gusta, le convence como pareja, el Manuel que ha conocido en todas sus facetas, aún en el supuesto de que nos creamos eso de que por deducción o intuición femenina crea haberle identificado como el chico que se esconde bajo la personalidad de su anónimo amigo del chat, «El poeta», y ello le haya ayudado a despejar dudas y recelos en contra.

¿A qué chica ha venido a conquistar o reconquistar?
Han pasado tres meses desde la última vez que se vieron, dos y medio de silencio por su parte, a causa de esa discrepancia de pareja. Por lo que el hecho de que Manuel se haya plantado frente al portal de su casa para reunirse con ella, después de que ésta no haya acudido a misa de ocho, como habían acordado por mediación de sus amigos, tiene que significar algo
Manuel se ha presentado allí después de haber acudido al discernimiento espiritual y sentimental, como exigencia previa a su asistencia a la convivencia de novios y, sobre todo, a su presencia allí. De manera que esa impulsividad se ha de entender con matidez y moderación. Es decir, que, si en ese empeño por volver a verla no ha encontrado nada que le frenase, es porque se lo toma en serio y viene a por todas.
El problema es que ese «a por todas«, se reduce a una sola chica, que a lo largo de los últimos meses le ha mostrado muchas facetas de su personalidad, desde la que le ha mandado a freír espárragos para que la olvidase, hasta aquella que ha llorado amargamente que hubieran surgido esos malentendidos en su relación.
Ella ha sido una chica que le ha ignorado de la manera más descarada y evidente, pero también quien no ha evitado que se le escapase una sonrisa por las tonterías y torpezas que éste llegaba a hacer, ya fuera por su manera de ser o en un intento por llamar su atención y que se fijase en él.
La chica de las mil caras
«Manuel es tonto«, dicho de manera cariñosa y cómplice, en el sentido de que en esas ocasiones en que Ana se ha mostrado algo más receptiva, le ha abierto un poco su corazón, éste no ha sido capaz de captar la indirecta, ha desaprovechado la oportunidad de llevar la iniciativa. ¡Esas no son manera de acercarse a la chica que le interesa!
Tampoco es que ella se considere de esas chicas que cambie de opinión o de parecer en función de por donde sople el viento. Tampoco es que entonces fuera un rotundo no, aunque eso fuera lo que le diera a entender y esperase que éste asumiera; ni tampoco ha sido una chica de un «sí» incondicional ni para que éste se lo creyese demasiado, cuando lo que siempre ha buscado es sentirse valorada.
Lo único es que él no se ha molestado en conocerla de verdad y se ha dejado llevar por los acontecimientos, por las primeras impresiones y comentarios ajenos; por la falsa creencia de que ella le correspondería como las demás y su historia de amor no llevaría a nada. Pero ahora quiere demostrarle que se equivoca.





Pretendientes, chicos mejores que Manuel, los hay patadas a la vuelta de la esquina y junto al contenedor de la basura, porque Ana tampoco sueña con tener a su lado al chico perfecto. Tan solo a aquel con quien siente y entiende que puede tener un futuro en común, con quien encontrar ese equilibrio entre lo que cada uno le puede ofrecer al otro y necesita de esa relación.
De manera que sí, Manuel es «tonto» y precisamente por eso, va a tener para él solo el corazón de todas y cada una de las «Ana» que componen la personalidad de ésta. Va a tener que esforzarse por ganarse el corazón de todas.

Debe estar conectado para enviar un comentario.