cabecera de "Silencio en tus labios" Ana

Las llaves de casa

Introducción

Ana se sigue acercando, cada vez más segura de que Manuel la ha reconocido, se ha creado una primera opinión, que espera sea buena y no suponga un excesivo contraste entre la imagen que aún guardase de ésta tras la convivencia de la Pascua o sus anteriores encuentros, con el aspecto que tiene esta tarde, de ser una chica que ha salido de casa para acudir a misa una tarde de verano.

En la novela no se dice nada de que Manuel tenga guardada ninguna foto de Ana que le haya ayudado a mantener vivo su recuerdo durante esos meses, con el argumento de que tras la convivencia de la Pascua ya podían considerarse pareja. Tampoco sabemos nada en ese sentido con respecto a Ana. No fue un detalle que tuviera en cuenta cuando escribí la novela. Sin embargo, podemos intuir que en ese primer intercambio de cartas hubo algo más que palabras en los sobres.

Las llaves del bolso

Había sacado el llavero del bolso, con idea de que, una vez hubiéramos hablado, viera cómo abría la puerta y le dejaba pasar. Sin embargo, temí que aquello le fuera a hacer pensar que tenía intención de escapar, por lo cual, me lo guardé en el bolsillo del pantalón.

Ana. Silencio en tus labios. Julio, 2003 (4)

Por buscarse una distracción, por no fijar la mirada en él y evitarse ese cruce de miradas, según se acerca al portal, se distrae buscando el llavero dentro de su bolso, porque sí, porque Ana, como cualquier mujer, lleva un bolso, de esos en los que cabe todo lo que una chica necesita cuando está fuera de casa. Pero basta con que Manuel descubra que, al menos, lleva ese llavero.

En la novela el tema de las llaves se plantea más como una sutil invitación e indirecta para que Manuel se quede, para que desde la distancia éste entienda que se ha detenido frente al portal correcto y que ella se dirige hacia allí, a su encuentro. Son las llaves del portal, de su casa, pero, sobre todo, se trata de las llaves de su corazón dispuesto a abrirse para que él lo ocupe de nuevo.

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Las llaves al bolsillo

Por prudencia, por el temor a crear un malentendido y que Manuel deduzca que se mostrará huidiza, cuando llega a su altura opta por guardarse las llaves en el bolsillo de los pantalones, consciente de que Manuel tiene la vista y atención puesta en ella, en cada detalle, gesto y movimiento, que espera que se acerque y haya una palabra afable por su parte que rompa el hielo, esa falta de comunicación entre ambos

Ana mirando escaparates // Copilot designer

Este juego con las llaves, en cierto modo, es como una invitación para que él la mire, se deleite con el paisaje de su presencia, para ser ella quien dirija y controle el movimiento de sus ojos desde la distancia y en las distancias cortas. Es como un pequeño truco de magia. Ahora saco las llaves del bolso, ahora tengo las llaves en las manos, pero no sé muy bien qué hacer con ellas y ahora que llego a tu lado las llaves desaparecen dentro del bolsillo de los pantalones para tener las manos libres y ahora consigo despistarte porque no sabes de mis intenciones

Detalles del vestuario

Se dan pocos detalles sobre cómo uno y otro se han preparado para esta cita, cómo visten esta tarde, por lo cual llama un poco la atención que se indique que Ana se guarda el llavero en los pantalones. Es decir que se descarta que lleve falda, aunque estemos en pleno verano, 25 de julio de 2003. Ya que, además, es día laborable y no hay previsión de lluvia.

Como escritor admito que hay cuestiones que paso un poco por alto, una veces de manera intencionada y otras porque no considero que sean relevantes para el desarrollo de la novela. En un primer momento el aspecto y vestuario de Ana no lo parecen, salvo por el pequeño detalle del bolsillo de los pantalones.

En cambio, sin llegar a ser demasiado concreto y detallista en ese sentido, si se llegará a insinuar, más adelante, que Manuel tampoco viste de manera muy acorde con la situación, más bien con la informalidad de quien acude a la ciudad para asistir a una convivencia de fin de semana, sin pretender impresionar a nadie y sin esperar que ese reencuentro con Ana se vuelva demasiado comprometido ni comprometedor.

Ya sabemos que, como se dice al principio de la novela, en la versión de Ana, Manuel «era el de siempre«, lo que puede interpretarse en un sentido bastante amplio y no tan solo por el hecho de que entonces aún no se le conociera una pareja estable ni que tuviera grandes novedades en su vida

Manuel en la calle, ante el portal de Ana. // Copilot designer

Manuel viste de una manera casual, cómoda. Mientras que sabemos que Ana está en su ciudad y que, por su trabajo, ha de cuidar un poco su aspecto de cara al público, a quienes acuden a la gestoria e incluso a las gestiones que haya de hacer frente a la Administración. Ana es una chica a quien le preocupa eso de causar una buena primera impresión y reafirmarse en la segunda, pero sin grandes pretensiones

Las llaves al bolsillo

Sin embargo, no hemos de malinterpretar el hecho de que Ana se guarde las llaves en el bolsillo como una mala señal, como algo negativo, como una sutileza para que Manuel entienda que no es bien recibido en su casa, en su vida. Se trata de seguir con su plan, de ese buscar la complicidad y el juego entre los dos.

Si no tiene las llaves en la mano, lo de abrir el portal y entrar sin más resulta imposible. Da igual en dónde o en quién quiera dar a entender que tiene la mirada y la atención puesta. El portal está cerrado, necesita la llave para abrirse y Ana se ha guardado el llavero en el bolsillo.

Si no lleva las llaves en las manos implica que tiene las manos libres, con todo lo que ello implica en estos momentos. Como parte de esa búsqueda de la complicidad entre los dos, de su plan para dejarse reconquistar el corazón.

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