La casa de ejercicios

Introducción

Como ya he comentado en alguna ocasión, la ciudad de residencia de Ana, cuando me planteé escribir la novela y así lo he mantenido casi desde el principio, es una ciudad inventada, ficticia, con la única referencia de que se trata de una capital de provincia situada a dos horas de coche de Toledo. Dejando claro que no se trata de Madrid. Para la novela, esa distancia tiene una relevancia vital.

Según he ido reflexionando la novela y corrigido algunos detalles, se me ha hecho más necesario ubicar esta ciudad en alguna parte, porque ocurre igual que con el personaje de Ana, es un lugar que reclama su protagonismo, aunque siga siendo «inventado». En este caso, asociado por alusiones con la ciudad de Segovia, sin que como tal haya una mención directa.

Desde ese planteamiento, ahora que nuestra pareja acude a esa convivencia de novios de fin de semana, se hace preciso buscarles un edificio, un centro de espiritualidad, que, como tal, para el desarrollo de la novela entiendo que no precisa de más descripciones. No hay que concretar demasiado, pero no queremos quedarnos a medias.

Decir que según la novela, en este lugar en la Navidad de 2002 hubo una convivencia de jóvenes a la que, según Ana: Manuel no estaba invitado. El resto de la gente de Toledo, sí, pero él evidentemente no. De manera que «cortésmente» le sugería que se quedase en su casa y no viniera a incordiar.

Ahora, en este fin de semana del 25-27 de julio de 2003 hay una convivencia de novios, a la que, cada uno por separado y por su cuenta, se ha apuntado.

  • Manuel como excusa para que le trajeran a la ciudad y tener ocasión de superar su primera crisis de pareja con Ana.
  • Ana se apuntó al saber que Manuel acudiría, confiada en que habría reconciliación y sería la primera actividad que harán como novios

A partir de aquí puede decirse que la relación se consolida, aunque no esté exenta de algún que otro altibajo. sin olvidar el trasfondo mismo de la novela, más allá de ese evidente romanticismo o religiosidad.

Centro de espiritualidad

Convento de San Juan de la Cruz

Vista aérea del convento de convento

El Convento de los Carmelitas está localizado en las inmediaciones del Santuario de la Virgen de la Fuencisla y próximo a la iglesia de la Vera Cruz, es un buen ejemplo de arquitectura del siglo XVII. Una escalinata de piedra, a modo de subida al Monte Carmelo nos adentra en él.

Itinerarios — 07/12/2022

Convento de San Juan de la Cruz// José Luiz Bernardes Ribeiro-Wikipedia

El convento del Carmen que san Juan de la Cruz construyó en el siglo XVI alberga hoy nuestro Centro de Espiritualidad, desde donde queremos comunicar la palabra y la experiencia de san Juan de la Cruz y santa Teresa de Jesús, ofreciendo un espacio de sosiego y paz, de encuentro con uno mismo, con los demás y con Dios. Ideal para grupos y peregrinaciones, encuentros y reuniones, cursos de formación y ejercicios espirituales.

Portada// Wikipedia

ESPACIOS

  • 32 habitaciones con baño, calefacción. Individuales/dobles/triples.
  • Dos capillas y la Iglesia que guarda el sepulcro de san Juan de la Cruz.
  • Tres grandes salas para conferencias y reuniones.
  • Claustro interior cubierto ideal para el silencio y el recogimiento.
  • Amplio jardín y huerta con vistas al conjunto histórico-monumental de Segovia.

La iglesia y su sepulcro

En el interior de la iglesia reina el silencio. Nada más entrar, a la derecha, hay una vitrina grande con diversas reliquias y recuerdos del Santo: una carta autógrafa del Santo a doña Juana de Pedraza, un dibujo del Monte Carmelo, donde el Santo resume la doctrina de su libro, una máscara mortuoria, la primera edición de su libro “Obras Espirituales” de 1618 y el arca en la que estuvo su cuerpo hasta 1991.

Avanzando por la nave central, en la parte izquierda del crucero se encuentra la Capilla-Sepulcro del Santo. Sus restos reposan en un lujoso sepulcro que no es reflejo de su vida, sino de su grandiosa obra, construido por Félix Granada en 1927, en homenaje a los doscientos años de su canonización.

A la entrada, en el interior de la Capilla, en el suelo, puede verse el lugar donde estuvo depositado su cuerpo hasta la beatificación, en 1675.

Sepulcro donde estuvo San Juan de la Cruz

El sepulcro actual fue realizado por Félix Granda en 1927 (segundo centenario de la canonización del Santo y proclamación como Doctor de la Iglesia). En 1982, el Papa Juan Pablo II visitó este lugar.

Sepulcro de San Juan de la Cruz
Coro de la iglesia

EN LA CUEVA GRANDE Y EN LA CANTERA: JUAN DE LA CRUZ, EL TRABAJADOR

Juan de la Cruz fue un verdadero menestral, tanto de la materia (de la palabra y de la piedra) como del espíritu; y nunca de superficies, sino de profundidades. Alguien lo llamó: «minero clarihumano que trabaja donde Dios mismo se abrasa». Y María Zambrano añade: «Allí mismo, en el huerto de san Juan de la Cruz, mas como lugar cualitativamente diferente, las peñas se alzan aún más, se hacen altas e inaccesibles. En ellas se abren cuevas, secretas galerías. Y la peña se hace así entraña materna, alma. El alma virginal de la palabra. Allí se da a ver algo propio de la palabra: ser como agua allí donde la realidad es como piedra».

Cueva donde oraba San Juan de la Cruz

Testigos de la comunidad de Segovia afirman que Juan de la Cruz solía retirarse con frecuencia a este lugar para orar, durante el día y sobre todo de noche, que «se iba a unos riscos y peñascos que tiene la huerta de aquel lugar y se metía en una cuevecita que había del tamaño de un hombre recostado, de donde se ve mucho cielo, río y campo»… Quizá no haya situación más propicia para la actitud contemplativa que la del ser humano ante la noche. Y esto en cualquier tiempo o lugar. La oscuridad es un medio privilegiado para todo misterio, para toda revelación, porque es de noche cuando mejor nos vemos.

JUNTO AL CIPRÉS: JUAN DE LA CRUZ, EL MAESTRO

Aquí, en lo más alto, Juan de la Cruz tenía su cátedra al aire libre, donde ejercía su
peculiar magisterio, abierto a todos y con sus propios versos. Tenemos el testimonio de Jerónimo Yáñez Alcalá que así lo declaró en 1632: «También me precio de haber tenido por maestro todo un verano al santo Padre Fray Juan de la Cruz, honra de los padres carmelitas, a cuyo convento íbamos, a que nos leyese y explicase los himnos algunos condiscípulos míos, que movidos con su ejemplo recibieron su hábito, y yo, como inútil, hube de seguir otro modo de vida». Declarando sus versos, llevándolos a nueva claridad, la palabra de Juan de la Cruz se hizo llama, una llama que, en palabras de Miguel de Unamuno, «sigue iluminando las mentes y calentando los corazones».

Huerto
Centro de Espiritualidad

Origen