Introducción
Para la cena de la convivencia del viernes 25 de julio de 2003, según las instrucciones dadas en la inscripción, por cuestión de organización, entendemos que, en previsión de esa previsible impuntualidad, se había establecido que cada cual se trajera la cena de su casa.
¿Tú te la has traído? ¿Te avisaron de que no habría cena? ¿Has sido previsor? ¿Te vas a quedar sin cena? ¿Tus tripas va a estar sonando toda la noche hasta la hora del desayuno?
Sabemos que:
- El plan de Manuel para esta tarde era la de reunirse con Ana, tener ocasión de hablar con ella, reconciliarse y, si a ésta la parecía bien, cenar juntos donde fuera y que después ésta le acercase con el coche al centro de espiritualidad, suponiendo que Ana no se había apuntado a la convivencia, a causa de ese desacuerdo en la pareja.
- El plan de Ana, era no acudir a la convencia hasta no haber aclarado sus problemas con Manuel, confiar en que todo iría bien en ese intención de reconciliación y sobre todo sorprenderlo con detalles de afecto, en previsión de que éste no haya planificado la tarde/noche hasta el más minimo detalle.
La cena
Es decir que se han presentado en el centro de Espiritualidad pasada la media noche, cuando la gente de la convivencia ya está reunida en la capilla y ellos dos casi han de moverse por el edificio a hurtadillas, como ladrones, dado que parece que nadie está pendiente de ellos y tampoco quieren molestar, conscientes de que llegan con cierto retraso y dando prioridad a las cuestiones del corazón.
Dado que, salvo el acceso a los dormitorios y la capilla el resto del edificio parece estar cerrado no les queda otro remedio que buscarse un rincón donde cenar y no causar mayores problemas.
Su primera cena juntos y como pareja, ya sin la presencia de sus amigos, sin a disyuntiva de dónde sentarse, sin el agobio de buscarse o evitarse para demostrar u ocultar ese interés que sienten el uno hacia el otro. Están ellos dos solos
Como hacía buen tiempo, y el comedor estaba cerrado, nos salimos al patio a cenar, por suerte para nosotros se había pedido a los responsables de la Casa que se dejase una puerta abierta por si a alguno le apetecía salir del edificio durante la noche.
A falta de un sitio mejor, se salen al patio, bajo la luz de una de las farolas.
Con verte me alimento
Como Manuel ya se siente feliz, dichoso, porque ha recuperado el amor de su chica, puede decirse que esa falta de previsión en cuanto a la cena de esa noche, casi le resulta irrelevante. ¡Ya nada puede estropear un día tan maravilloso! ¡Ana aún le quiere!
Lo malo es que, si Ana no hubiera correspondido a sus sentimientos, a sus deseos de reconciliación, lo que le hubiera quitado el apetito hubiera sido su frustración personal, el hecho de pensar que todos los esfuerzo que ha hecho por llegar hasta allí al final no hubieran servido para nada. Para esa noche hubiera sido suficiente con no quedarse perdido y desamparado en mitad de una ciudad que le es desconocida.

Los detalles del amor
Ana es mucho más previsora, detallista, preocupada por esa pequeñas cuestiones, por el hecho de que no es la primera vez que acude a una convivencia a este lugar y entendemos que porque ya tiene una idea de cómo es su novio, a parte de tenga interés en sorprenderlo y tener la oportunidad de conquistarlo con algo más que su personalidad o su encanto personal.
Ya le ha enseñado su casa, presentado a sus padres y llevado a sus rincones preferidos de la ciudad. Le ha dado ocasión a que éste conozca esas facetas menos conocidas de su vida. Pero es que, además de todo eso, Ana tiene otras cualidades que Manuel aún desconoce y ella está encantada ante la expectativa de sorprenderlo, de enamorarlo.

Ana se ha traído de casa cena para los dos. ¡Qué sí! Que Ana ha pensado en todo y no nos cabe duda del cariño y la ilusión con que seguro lo ha preparado todo, incluso con la incertidumbre de no saber con certeza si al final habría reconciliación, pero ella estaba dispuesta a darse esa segunda oportunidad, confiada con más o menos acierto en que Manuel sería igual de detallista, o aunque no fuera así, al menos se había presentado en la puerta de su casa para reconquistar su corazón.

De manera que cuando Manuel entiende que Ana ha preparado y traído cena para los dos, sin que lo hayan hablado previamente, no puede menos que sentirse afortunado, hasta cierto punto con algo de remordimiento por ser un chico tan poco atento y detallista, que ni siquiera se ha molestado en pensar en ella y traerle un detalle que evidencia esta reconciliación, este deseo de tener un futuro juntos como pareja.

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