Introducción
Como esto de la convivencia de novios no incluye, al menos en esta ocasión, que se hayan de pasar la noche en vela en la capilla, ni siquiera por turnos, como sucedía en la convivencia de la Pascua, para nuestra pareja de enamorados, de protagonistas, este rato de oración antes de irse a dormir se hace bastante más breve que para los demás. Puede decirse que los demás les han esperado por si acaso.

De manera que no les da tiempo a acomodarse demasiado en el banco ni a disfrutar de éste primer rato de ocasión juntos y compartidos, dado que las actividades del fin de semana, de la convivencia, se han pensado para todos y no para ello y menos aún a su capricho.
Gente de la convivencia
Esta vez no se menciona cuánta gente, ni cuántas parejas han acudido a esta convivencia, no parece que el número en sí sea un detalle especialmente relevante. El caso es que no están ellos dos solos.
A la hora de despedirse, los matrimonios no tuvieron problema, pudieron hacerlo en la misma puerta de las habitaciones y quienes sólo éramos parejas nos vimos obligados a separarnos.
Manuel. Silencio en tus labios, 26 de julio 2003 (7)
Lo que sí se da a entender es que hay matrimonios, parejas más o menos consolidadas, algún que otro soltero o soltera en busca de su vocación y por supuesto ellos dos, que ya no se pueden considerar «solteros», en el sentido de que no han acudido solos, aunque cada cual se apuntara por su cuenta, por estar en mitad de su primera crisis de pareja, ni tampoco «pareja consolidada», ya que como tal su relación apenas está en sus inicios.
Para llegar a tener la consideración de «matrimonio» antes habrán de pasar por el altar, para lo cual se entiende que aún les queda mucho que andar juntos, muchas diferencias que superar y un largo futuro que planificar, aunque si consideramos que esa tiene que ser su vocación, la evolución natural de su relación, ya tienen de quién tomar ejemplo o como referencia.
En cualquier caso, están entre amigos, se supone que gente del grupo llegada de diferentes lugares del país, aunque muchos de ellos sean de la ciudad o los alrededores, conocidos de Ana que con Manuel tampoco han mantenido un trato tan cercano. Al menos, sabemos que hay una pareja de Toledo, con los que Manuel ha acudido y con quienes en principio habrá de marcharse el domingo por la tarde, si no acepta la sugerencia de Ana de quedarse unos días más.
La despedida
El planteamiento de la despedida es a gusto y criterio del autor, con un claro sentido y fundamento, que la distancia entre la puerta de la capilla y del dormitorio marque de algún modo ese grado de compromiso y confianza dentro de la pareja.
Cuanto más consolidada estuviera la relación menos reparo se pone a que el chico acompañe a la chica en un detalle de complicidad, a que se alejen de la capilla con mayor tranquilidad y sin verlo como una invasión de su espacio e intimidad.
Como curiosidad, comentar que en esta convivencia, como en la Pascua, las chicas son quienes han de ir más lejos, en este caso a la planta de arriba, mientras que los chicos se quedan por el camino, en la primera planta, más cerca de la capilla. De tal manera que es la distancia lo que establece esa separación entre ellos. Separación de la que tan solo se consideran exentos los matrimonios, aunque se entiende que como tal no haya habitaciones compartidas.
Compartir lo justo y necesario
En realidad no sabemos cuán lejos ha de ir Ana para llegar a su habitación, si está se encuentra al final del pasillo o junto a la escalera. El caso es que ella prefiere demostrar un poco de formalidad y de seriedad en ese sentido, que Manuel no se tome más confianzas ni libertades de las debidas.
De manera que ellos se despiden en la misma puerta de la capilla, que Ana ya sabe llegar por sí sola hasta su dormitorio y en cualquier caso lo hace en compañía de las demás chicas, dado que llevan el mismo camino. Ya no le parece tan buena idea eso de que Manuel suba también, aunque al llegar la ayudase con la mochila. Ahora esa planta es zona de chicas. Ana tampoco tiene interés ni intención de pasar por la planta de los chicos
Nosotros fuimos de los primeros en darnos las buenas noches y perdernos de vista. Ana no consintió en que la acompañase hasta la puerta. Como me dijo, debía imaginarme que su madre estaba allí con la zapatilla en la mano y obrar en consecuencia.


El argumento de Ana para que Manuel reprima sus impulsos, ese romanticismo descontrolado o desmedido propio de la inexperiencia y de no querer que esa primera tarde termine, es que se imagine en el descansillo a su madre, Victoria, con la zapatilla en la mano, a la reacción de ésta como se entere de que se pasa de listo o de tonto.

Hemos de tener en cuenta que lo que está en riesgo no es tanto su futuro como pareja, que también, sino entre ellos se han inventado un juego, una apuesta, por la cual han de decidir si el domingo por la tarde Manuel se marcha de vuelta a Toledo o se queda, que si se marcha será no volver, porque con Ana lo habrá perdido todo, porque a habrá defraudado y no habrá un tercera oportunidad.
En cierto modo, lo que Ana espera es que le demuestre que puede confiar en él, que ya que le ha ofrecido la hospitalidad de su casa, si se queda el domingo, le dé motivos para que ella se sienta tranquila, sobre todo sus padres, a quienes no ha causado una muy buena primera impresión, a los que Ana habrá de convencer para que no pongan demasiado reparo a tener un huésped por unos días.

Ana siente que ha de mantener la compostura delante de sus amigos, que éstos también se convenzan de que esa relación tiene futuro y que frente a los temores y reparos más o menos justificados, dados los precedentes o los rumores que les hayan llegado, Manuel es un chico como cualquier otro, que se toma esto de las relaciones de pareja con la suficiente seriedad.
Manuel tiene que demostrar que no es un chico obsesionado, acaparador ni controlador, sino un novio que le deje su espacio y su tiempo, que comprende que ella, al igual que él, también tiene una vida propio al margen de esa relación que ahora están iniciando.
Ella ya ha visto como Manuel la agobiaba un poco durante la convivencia de la Pascua, en ese intento por llamar su atención, frente al hecho de que ella le ignoraba, con más o menos justificación, por lo que confía en que durante este fin de semana, eso de hacer el «tonto», se lo guarde para una mejor ocasión, en que no se pongan los dos en evidencia.
Buenas noches sin beso
Ni siquiera me dio un beso de despedida. Tonterías y carantoñas, las justas, y el tope no sólo lo poníamos nosotros, ya que de ser por mí nos habríamos pasado la noche hablando, pero no era ese el motivo de nuestra estancia allí ni se nos consentiría que lo fuera.
La velada para ellos termina con un sencillo «adiós, buenas noches y felices sueños». Nos podemos imaginar cómo Manuel se queda ahí viendo como Ana se aleja junto con el resto de las chicas sin que pueda hacer nada por retenerla, sin que ésta haga el menor intento por frenar este distanciamiento, por otro lado necesario.
Éste es el fin de su primer cita, de esa que, en circunstancias normales hubiera acabado en el portal de Ana, si ambos vivieran en la misma ciudad y fuera Manuel quien la acercase. Incluso frente al portal de Manuel, dado que es Ana quien lleva su coche. aunque lo de llevarle hasta Toledo hubiera resultado un tanto complicado, como mucho hasta la estación de autobuses o del tren.
Sin embargo, están en el centro de espiritualidad, en una convivencia y no se moverán de ahí hasta el domingo por la tarde, cuando se marche todo el grupo, por lo cual basta con que la cita concluya a las puertas de la capilla. Que, si quieren más, ya se volverán a juntar por la mañana.
La cuestión es que Ana se siente un poco apurada a la hora de demostrar en público esos detalles de cariño. Ella también ha de evidenciar una cierta seriedad, que lo de su interés por Manuel no es un mero capricho para intentar recomponer su vida ni intentar recuperar la alegría perdida como consecuencia de sus problemas de salud.
Ella quiere una relación en serio y a largo plazo, de manera que ya habrá tiempo para besos en una mejor ocasión, que no sean sus tan solo sus besos los que retengan a Manuel a su lado, sino sus sentimientos e intención de tener una vida en común.

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