cabecera de "Silencio en tus labios" Ana

Hablando de chicas

Introducción

Sabemos que se nuestra pareja, junto con el resto de los asistentes a la convivencia de novios, se pasan el día en la capilla. Es el día intenso para escuchar las meditaciones sobre la vida y relación en pareja, pero sobre todo para demostrar la paciencia y capacidad de cada uno para saber su capacidad y aguante para compartir banco con quien se supone es el gran amor de su vida, su presente y su futuro.

En este caso, en referencia a Manuel, éste si pone sus miras en el futuro, en el hecho de que ese amor idílico que siempre ha anhelado, ahora empieza a ser una realidad, tiene un nombre, se trata de la chica que se ha sentado junto a él en el banco y con quien ya empieza a tener una historia en común, con algún que otro altibajo.

¿Alguien sabe qué es el amor?

Manuel está más acostumbrado a que le ignoren, a que le eviten, le rehúyan, le dejen claro que sus expectativas románticas carecen de sentido o de fundamento, porque no ha encontrado la suficiente implicación ni sintonía con aquellas por quienes ha demostrado algún interés no correspondido.

Sin embargo, Ana está ahí, a su lado, como su pareja. Entre los dos se está iniciando una historia de amor que se supone ha de durar para el resto de sus vidas y que hasta cierto punto a él le ha pillado un poco por sorpresa. En su caso todos son dudas e incertidumbres frente a la convicción y seguridad que Ana demuestra, sobre todo su seriedad. Mientras que Manuel actúa de una manera algo mas desenfadada.

Ana no admite bromas ni comentarios jocosos. No se muestra como una chica enamorada y cómplice, sino como una chica exigente, que se reclama un compromiso serio. A Manuel es de lo que le gusta hacer el tonto cuando está inquieto, pero Ana le pide moderación, que no les ponga en ridículo delante de lo demás.

Manuel (imagen oficiosa para la web) // Copilot designer

La tesitura, la disyuntiva que se le plantea, es que si no es capaz de poner un poco de su parte, nada de todo aquello tiene sentido, porque ella quiere tener a su lado a un chico serio y formal, un chico al que poner presentar a sus padres y que éstos le den su beneplácito, sin que por el momento Manuel haya demostrado sumar demasiados puntos a su favor. Las primeras impresiones no han sido buenas y el domingo por la tarde, si él se queda, habrá una nueva oportunidad.

Pero frente a la tentación de tirar la toalla, de darlo todo por perdido, de pensar que va a ser complicado que se entiendan porque no tienen tanto en común y ya han visto cómo las distancias y esa falta de comunicación suponen un dificultad, está el hecho de que los dos están dispuestos a intentarlo de nuevo.

Tal vez Manuel esté siendo demasiado crítico consigo mismo, demasiado exigente son sus expectativas, por querer estar a la altura de las expectativas que Ana se haya podido crear. Después de todo, Ana no es una chica cualquiera y ello pesa casi tanto como sus sentimientos hacia ella. Pero a pesar de todo, esa Ana puesta en un pedestal, se había fijado en él y eso debía valorarse de manera favorable.

Mi novia es la más guapa

Hasta ahora, a lo largo de la novela, nos hemos acostumbrado a que sean Ana y sus amigas, tanto las de Toledo como las de su ciudad, quienes se dediquen a hablar de Manuel, tanto para la bueno como para lo malo, de manera que Ana ha tenido oportunidad de convencerse de que no es un chico tan desastroso como algunas puedan llegan a pensar ni por supuesto tan perfecto como a ella le gustaría verle con ojos de enamorada.

Ana con aspecto desenfadado // Copilot designer

Pero resulta que en una de esas ocasiones en que Manuel sale de la capilla, para alejarse un poco de esa tensión, de sus dudas sobre el futuro de su relación, cuando sale al patio, se encuentra con que no es el único chico necesitado de aire libre, de despejarse; que tan enamorados no parecen estar, si pueden dejar solas a sus respectivas parejas.

Por increíble que parezca, los chicos se toman la libertad y tienen la osadía de hablar de sus parejas, e incluso de las de los demás. De tal manera que todo eso que Manuel parece no ser capaz de asimilar de cómo ha de ser la vida en pareja, encuentra su explicación en esas conversaciones, dado que los demás también han sido «novios novatos» en alguna ocasión y tienen algo más de experiencia de vida en ese sentido.

El chico perfecto

Para entender una mujer, a una novia, aunque haya quien piense que necesita cuatro licenciaturas universitarias «cum lauden» para una primera aproximación, sin que ello sea una garantía, titulaciones y experiencia de vida de la que Manuel carece, según le dan a entender estos amigos, el truco es mucho más sencillo.

Según le dan a entender estos chicos, en base a sus experiencia, lo que se entienden que les ha ido bien, dado que tiempo que cada uno lleva con su relación, lo que Ana espera de él son detalles sencillos y no complicadas reflexiones que no lleven a ninguna parte.

Ana, lo que espera, es que Manuel sea un chico con el que compartir el diurnal, esos ratos de oración en la capilla, todo aquello que para ella sea importante, aunque quizá no pueda parecerlo, un chico con quien compartir los pequeños detalles más que los grandes.

La historia de Ana con Carlos no había funcionado en gran medida por eso, porque cuando surgieron las verdaderas dificultades, cuando apareció el asunto de su enfermedad, se dieron cuenta de que su relación no estaba lo bastante asentada.

En aquello momentos para Ana lo importante era que Manuel no sólo demostrase una cierta seriedad, interés por sacarle provecho a la convivencia, que no se pusiera en evidencia, sino que se quedase el domingo por la tarde, lo que podía resultar significativo, aunque a la vez comprometedor, sin que como tal hubiera grandes pretensiones ni nada que demostrar, más que esa confianza, esa predisposición.

Conclusión

Manuel volvió a la capilla entendiendo que en aquellos momentos su sitio estaba al lado de Ana y no en el patio.

Origen