cabecera de "Silencio en tus labios" Ana

El banco de los poetas

Introducción

Nuestra pareja de protagonistas se encuentra en la capilla, compartiendo el banco, las meditaciones sobre la vida en pareja y los ratos de oración silenciosa, aunque como ya sabemos, es en esos ratos cuando Manuel aprovecha para salir a tomar el aire porque se siente un poco agobiado por la situación. Para su tranquilidad no es el único.

Manuel y An han tenido un pequeño desencuentro durante el desayuno, pero sobre todo, esta mañana del sábado 26 de julio de 2003, asistiendo a esta convivencia de novios, lo que les ronda por la cabeza, más que por el corazón, es la consistencia, coherencia y fundamento de su futuro como pareja: ¿tiene algún sentido? ¿Van a ser capaces de entenderse?

Una capilla

El banco

Nos ha quedado claro que cuando hay reuniones y celebraciones en la capilla, siempre se reservan algún banco para los músicos, para los guitarristas, porque son quienes con sus cantos acompañan y amenizan esos ratos de oración y la liturgia, rompen un poco con el silencio y ayudan a marcar los tiempos. Éstos suelen estar en los primeros bancos.

Ana, en esta ocasión, aunque ostente el cargo de dirigente dentro del grupo, esta vez no se ocupa de la organización de la convivencia, asiste como si fuera una más y tampoco aspira a tener un lugar preferencial en la capilla, tan solo un sitio donde sentarse junto a Manuel y que éste entienda que acapara toda su atención.

Manuel se ha sentado en el banco que Ana le ha indicado, en el que los demás les han dejado libres o ellos han ocupado antes de que alguna otra pareja se les adelantara.

El caso es que a Ana le gusta sentarse en los bancos del centro hacia delante, quizá manteniendo las costumbres del pasado cuando ella era «la novia de Carlos» y éste era uno de los guitarristas, agradeciendo que hubiera una voz femenina en el que les hiciera coro.

También está el banco para las confesiones o la dirección espiritual, manteniendo la debida discreción y secreto según el caso, porque siempre hay quien aprovecha la disponibilidad del sacerdote para buscar ese consuelo en el alma. Siempre es preferible mantener esa conversación sin que nadie se sienta expuesto ni rodeado, porque se trata de cuestiones personales

El bando de los poetas

La cuestión es que dentro de esta organización y distribución de la gente por los distintos bancos de la capilla, no se ha estipulado ni reservado ninguno para Manuel por el hecho que de éste dedique algunos de esos momentos de oración personal y en silencio a escribir poemas. No es algo relevante, dado que tampoco es algo que después vaya a compartir con el resto del grupo.

Manuel (imagen oficiosa para la web) // Copilot designer

¡Pues vaya! Ana ya no tiene un novio que toque la guitarra ni le dé derecho a ocupar los mejores puestos en la capilla por que ella ostente un cargo de responsabilidad, aunque en este caso, esta convivencia, haya sido organizada a nivel diocesano, y no den grupo determinado, a pesar de que por quienes participan de ello, se puedan llegar a sentir entre amigos, que es un evento que se ha organizado en exclusiva para ellos.

No hay asientos reservados

Al menos queda el consuelo de pensar que no se han topado con nadie en la puerta de la capilla que les frene el paso ni les pregunte a qué han ido, la entrada y la salida son libres, no se trata de ningún acto litúrgico en que qur sea necesario identificarse, más allá del hecho de que se acude como pareja y haya esa preferencia por sentarse juntos.

Ninguno de los dos lleva guitarra y se entiende que el tema de la confesión ya lo han resuelto antes de acudir a la convivencia, que esta vez no sucede como en la convivencia de la Pascua, en que Manuel sí tuvo que acudir a la confesión mientras que Ana, sentada en los primeros bancos, se mantenía ajena e indiferente a lo que éste hiciera.

Ana con aspecto desenfadado // Copilot designer

El sitio de los novios

En realidad, si se tratase del día de su boda, ambos sabrían que tienen un lugar destacado y preferencial, pero los dos respiran con cierta tranquilidad en ese sentido, dado que aún es demasiado pronto para dar ese paso. están al comienzo de su relación y todavía no se sienten lo bastante atados ni comprometidos en uno con el otro como para pensar en bodas.

Ellos, en cualquier caso, tan solo han acudido como participantes de la convivencia, por lo cual, con tener un sitio discreto donde sentarse a lo largo de la mañana y la tarde tienen más que suficiente. No necesitan acaparar demasiado protagonismo, ya que están en un momento de su relación en que la prioridad está en que ellos se aclaren y definan lo que son y quieren ser para ellos mismos y para los demás

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