Introducción
Como sabemos, esta mañana de sábado, 26 de julio de 2003, la han pasado en la capilla, con meditaciones y ratos de oración en silencio. Ha habido con pequeñas escapadas al patio, para alejarse de la tensión y de sus temores del momento tras un desayuno no muy afortunado por causa de un inoportuno comentario de Manuel y una reacción un tanto fría por parte de Ana.
Esta mañana a Manuel se la servido para ser un poco más consciente de cómo ha de ser su relación con Ana. Las bromas y los comentarios están bien, pero cuando es momento para ello. Lo importante para mantener viva la llama de su amor importan más esos ratos de oración compartida en silencio, el hecho de compartir banco, las cosas en apariencia menos relevantes.

Ana, por su parte, parece reafirmada en sus sentimientos, en su convicción de que esta historia de amor es posible, aunque hayan de solventar algunas dificultades, que tal vez no es todo tan idílico ni perfecto como a ella le gustaría, porque el gran amor de su vida tampoco lo es.
Pero, sobre todo, se ha dado cuenta que de Manuel confía en ella, que lo más valioso que tiene, su cuaderno, con esos poemas que no siempre comparte o de hacerlo no es con la persona adecuada, se lo ha dejado a su cuidado, además, abierto, lo que ha permitido que ella le echase una ojeada, quizá defraudando en parte esa confianza
¡A comer!
A la hora de la comida, todo el mundo deja la capilla y acude al comedor. Como sucedió con el desayuno, el comedor tiene capacidad para todos y no hay que hacer turno ni se han de preocupar por que haya un grupo de que ocupe de atender las mesas. Ese servicio ya va incluido como parte de la atención del centro de espiritualidad.
De nuevo mesas largas preparadas para grupos grandes, con la única particularidad de que la costumbre. La norma, es sentarse por parejas, cada cual con la suya. Aquellos que no la tengan o no se encuentre allí en esos momentos, ocupan los asientos que queden libres, según sus preferencias. De manera que nadie se quede de pie ni tampoco queden platos libres. Tan solo asientos, en caso de que la capacidad del comedor sea mayor que la del número de asistentes
El silencio de Ana
Tal vez él hubiera esperado que en ese ambiente más distendido me mostrase más afable, pero me mantuve centrada en mis pensamientos, sin parecer demasiado fría o distante. Porque disfrutaba de su compañía más que de los demás, pero necesitaba que me viera centrada y no hubiera ocasión para que hiciese otro comentario inoportuno.

En el menú del día, ya que no hay como tal menú a la carta, sino, más bien, lo mismo para todos, salvo para aquellos que por sus circunstancias particulares precisan de una alimentación distinta. En esta ocasión parece que no se incluye la alegría de Ana, porque ésta se muestra algo seria, para no dar pie a comentarios inoportunos.
Es la Ana que está sentada al lado de Manuel y que no quiere que éste se aleje demasiado de su lado. Pero también es la Ana que no está para muchas bromas. Aunque, a diferencia de otras ocasiones, esta vez no es la Ana que le ignora y se muestra indiferente a su presencia, sino la que no está para tonterías ni para permitir que se le estropee el día.
Es la chica seria y formal que con su manera de comportarse da a entender que se ha ganado por méritos propios el hecho de que todo el mundo confíe en ella, que aquellos con capacidad para tomar esa decisión, hayan considerado que ella es quien ha de ostentar el cargo de dirigente porque no les va a defraudar.
Es más, ahora que vuelve a tener pareja parece que pretende demostrar que se toma muy en serio la responsabilidad y el compromiso que ha asumido. Que su nueva situación sentimental no hará que eso cambie e incluso que tiene quien la apoye y respalde, a pesar de que los méritos de Manuel al respecto de esa confianza queden un poco bajos.
Parece hasta guapo
Lo mejor de todo es que logró que me sintiera a gusto; que, en contra de valoraciones previas menos optimistas, supe descubrir ese encanto oculto que se le presuponía, que desvanecía cualquier duda que tuviera con respecto a nuestro futuro, aunque no por ello dejase de ser él con su personalidad.
Dada la actitud de Ana, sobre todo que a lo largo de la mañana Manuel parece haber aprendido el verdadero sentido de cómo ha de ser la relación entre ellos, en esta ocasión se muestra mucho más contenido; que ha escarmentado del incidente del desayuno y tampoco quiere decir nada que le vuelva a poner en evidencia.

Su silencio, su moderación en sí misma es una demostración de amor y de respeto hacia Ana, un darle a entender que se esfuerza por estar a la altura de las circunstancias, sobre todo que en contra de lo que pudiera parecer, por las veces que ha salido de la capilla a lo largo de la mañana, no ha variado ni un ápice sus sentimientos hacia ella.
La pregunta de si se quedará al día siguiente en vez de regresar a Toledo, se la debería hacer el domingo, pero ya parece dar indicios de cuál será el sentido de su respuesta.

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