Introducción
Mañana del domingo, 27 de julio, 2003.
Si entre todos los chicos allí presentes, esos que os intentan halagar a las chicas con este melodic canto mañanero, ya tienes claro cuál es el que más te gusta, el que prefieres, y no quieres que ninguna otra de las chicas se te adelante, no vaya a ser que de pronto esta mañana todas coincidan contigo en que es el más guapo, el más atractivo, el más cariño…. mejor que te acerque a él, le des un casto beso en la mejilla, le tomes de la mano y no lo sueltes.
En mi caso, como el día anterior, me agarré a la mano de Manuel y no me reprimí a la hora de darle un beso de buenos días en la mejilla. Aquella mañana en especial sentía que se habían desvanecido todas nuestras dudas,
Presumiendo de chico
Ya les has comentado a las demás chicas que Manuel ha decidido que esa tarde se queda contigo, que aplaza su regreso a Toledo por pasar un día más contigo. De pronto te das cuenta que puedes presumir de novio delante de las amigas, del mundo entero. ¡Ese chico te quiere! ¡Es maravilloso! ¡El mejor de todos! Un chico dispuesto a apostar por ti.
Mejor que le agarres y no le sueltes, que marques territorio, para que las demás tengan claro que está pillado. No vaya a ser que alguna pretenda hacer un repentino intercambio de pareja o de pronto Manuel se vuelva medio loco por creer que su atractivo personal ha subido a la enésima potencia, porque haya alguna más que se interese por él. ¡Qué no! ¡Que le quieres sólo para ti! De manera egoísta, romántica y acaparadora.
¡Qué las demás se lo hubieran pensado antes! Tiempo han tenido de darle una oportunidad. Aunque no hayan sido estas chicas, habrán sido otras. El caso es que tú has decidido ser la última y la única.
¡Si es que es un encanto de chico! Esa tarde se queda y le da lo mismo si tiene que dormir en tu casa y al día siguiente ha de regresar a Toledo en autobús, tren o andando. Lo que sea por ti.
El saludo
Un beso en la mejilla, pero tan solo uno, no se vaya a pensar mal y a entusiasmar en exceso, dado que la decencia y la coherencia son lo primero.
Después le tomas de la mano y tiras de él para sacarlo del grupo de los chicos, para apartarlo de las miradas y del interés de las demás. Si tiene que mirar a alguna, que sea a ti. Si tiene algún interés por compartir esa oración de la mañana con alguien, que sea contigo.
¡Qué el resto el mundo se muera de envidia o se alegre por veros tan felices, juntos y enamorados!
El lado de la pareja
Para el rezo de laudes nos cambiamos de posición, fui yo quien me senté a su izquierda y dejé que sostuviera mi diurnal, aunque, como el día anterior, dio evidentes muestras de sentirse un tanto perdido en su manejo, su falta de costumbre,
Ahora ya no importa el banco dónde os sentéis. Si más adelante, si más atrás, o por los del centro. Tampoco importa si os sentais en uno de los extremos del banco o en el centro dejando sitio a vuestros lado para que se sienten los demás. Importa a qué lado de ti se sienta él y a que lado de él se sientas tú. Importa que busquéis vuestro lugar dentro de la pareja.
Importa que ahora seas tú quien deje que él maneje el diurnal, tu diurnal, que lo compartáis, aunque ya hayas comprobado que es un libro de oraciones que requiere una cierta práctica, conocimiento. No es un libro ni son unas oraciones que se lean de corrido.
Prefieres un novio, una pareja torpe, a quien tengas mucho que enseñar, que un chico que se las dé de listo e intente impresionarte con el manejo de este libro. En cierto modo, no solo reza contigo, sino que, además, se encuentra en la tesitura de conocer y descubrir tus trucos para saber el orden en que se han de hacer las lecturas y oraciones. Lo que significa cada marcapáginas o estampita.
Está claro que a la hora de buscarte novios eres única.
Tras el último verso 
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