cabecera de "Silencio en tus labios" Ana

Al cine sin manos

Introducción

Tarde del domingo 27 de julio de 2003

Me acurruqué en la butaca y refugié en el silencio de la sala en cuanto comenzó la película, aunque para mí tampoco resultaba demasiado fácil estarme quieta, porque me sentía demasiado nerviosa. Igual había momentos en los que buscaba esa proximidad con Manuel, como me distanciaba de él, hasta el punto de que de manera involuntaria él recibió alguna que otra patada.

Ana

Y cuando nos sentamos en las butacas, uno al lado del otro, no hubo que esperar mucho tiempo a que apagasen las luces y ella se perdiera en medio de aquella oscuridad. No quiso que le cogiera la mano ni buscó mi proximidad.

Manuel

Ana paga y decide

Puede considerarse que es su primera cita formal como pareja, la primera vez que hacen algo por ellos mismos, que no está organizado de antemano ni para lo que se hayan de apuntar con antelación. Es una improvisación del momento. Son las 17:30 y no se les ocurre otro sitio mejor al que ir, donde esconderse, porque es en el fondo lo que Ana pretende.

En la primera cita, lo habitual es que sea el chico quien tenga un detalle y asuma el coste, con ello demuestre su disposición a cuidar de la chica, su generosidad y consideración hacia ésta. Sin embargo, en esta ocasión es Ana quien asume esta responsabilidad. Prefiere que Manuel no se ponga en evidencia. De los dos quien tiene una mejor situación laboral económica es ella. Aparte que están en su ciudad y de algún modo ella se siente un tanto culpable por las circunstancias.

Además, es Ana quien escoge las butacas del cine donde se han de sentar, en un lateral, donde su presencia no llame la atención y se les permita pasar inadvertidos. Ana necesita y busca tranquilidad para esconderse en sí misma y tener tiempo para reflexionar sobre la cuestión que ronda por su cabeza y su corazón.

Ella no quiere mandar a Manuel a freír espárragos, como le exigen sus padres, porque no le ven cualidades ni futuro, pero tampoco percibe por parte de éste argumentos ni motivos para sentirse reforzada y reafirmada en esa convicción. Manuel se deja llevar y no demuestra tener mucho carácter. Ella es quien decide y él se limita a dejarse llevar sin contradecirla, sin dar evidencias de ser consciente de la tortura y pesadilla a la que se ve sometida.

La fila de los mancos

La fila de los mancos” es una expresión que se usaba en los cines antiguos para referirse a las filas de asientos situadas en los laterales de la sala, cerca de las paredes.

Estas filas eran populares entre las parejas que buscaban un lugar más discreto para estar juntos.

Por suerte al otro lado tenía la pared, de manera que nadie más se vio afectado por ello. En una de esas ocasiones en que busqué su proximidad, intenté coger su mano, él pareció no darse cuenta, e incluso le noté poco receptivo, como si se hubiera contagiado de mi nerviosismo y sintiera que mi ocurrencia de aquella tarde hubiera sido una mala idea, para atraparle y que no se escapara.

Ana

No diremos que Ana pierde la compostura en el cine y se vuelve una chica más desinhibida al amparo de aquella oscuridad. Sin embargo, se encuentra con que Manuel está más pendiente de la película que de la chica que tiene sentada a su lado. Dado que éste ni siquiera hace el menor intento por bromear en ese sentido, porque es su primera cita como novios y se supone que ha de demostrar un poco más de interés, a riesgo de llevarse una llamada de atención por su osadía.

Ana es una chica comprometida, que, si tiene el cargo de dirigente del grupo parroquial, es por méritos propios. Que, aunque no sea una chica perfecta, digamos que hay motivos para pensar que los demás la tienen como referencia, de las que saben lo que hacen y tienen una coherencia de vida en todo lo que hace. No es de las que cambie su manera de ser ni su mentalidad cuando nadie la vigila.

Pero allí, en el cine, también es una chica enamorada con un fuerte conflicto interno, que ha de decidir si le hace caso a sus padres y rompe con esa relación de pareja o, por el contrario, se deja llevar por los impulsos del corazón y que pase lo que tenga que pasar. Es decir que la chica enamorada necesita y busca la complicidad y el respaldo de quien en esos momentos es el gran amor de su vida.

Ahora me apoyo en tu hombro, ahora busco que nos tomemos de la mano, y ahora me alejo porque siento que no estamos en sintonía y quizá mis padres tienes razón.

En ese moverse constante de un lado para otro de la butaca, es inevitable que se le escape alguna que otra patada, choque de su pie con la pierna de Manuel, quien parece haberse quedado paralizado con la película.

Los chicos en el cine

Manuel (imagen oficiosa para la web)// Copilot designer

Ya han compartido banco y ratos de oración en la capilla, aunque se vieran interrumpidos por las ocasiones en la que Manuel optaba por salir al patio a tomar el aire. Sin embargo, aquí, en el cine, no tiene escapatoria posible. Mientras dure la película, mientras no se vuelvan a encender las luces de la sala, él se ha de quedar sentado en su butaca.

Ana se encuentra sentada a su derecha, entra la pared y él, atrapada y sin escapatoria, aparte que se entiende que no hay gente en las butacas ni filas próximas a ellos. Da la sensación de que la elección de esas butacas esconde una clara intención.

En la capilla, por muy atrás o hacia delante que estuviera el banco donde se sentarán, la iluminación les dejaba a la vista de todo el mundo, aparte que hubiera sido una falta de educación, de respeto, dejarse llevar por esa impulsividad, aunque se les escapase alguna caricia de su manos o roce de sus pies como muestra de complicidad, de ser consciente de la presencia mutua.

En la sala de cine están a oscuras, se sobreentiende que en una de las últimas filas y en uno de los laterales. Como la atención está en la pantalla, en el desarrollo de la película y hay un sonido envolvente, pasa inadvertido lo que suceda en las butacas.

Es decir, se das las condiciones para que un chico un tanto atrevido, osado, intente aprovechar la circunstancias, sobre todo si percibe que la chica que tiene sentada a su lado busca esa cercanía entre ellos, apoyarse en su hombro. De manera que estirar el brazo y echárselo por encima para rodearla se plantea como una opción viable. Lo impertinente es pretender es pasar ciertos limites y tomarse confianzas de más.

De puro bueno es tonto

Manuel parece entender que Ana está inquieta, nerviosa, que parece haberse sentado en una batidora, más que en la butaca del cine, dado que tampoco se le acerca como le rehuye. Tan pronto parece interesada en él como le ignora; tan pronto es una chica cariñosa, como se convierte en una campeona de artes marciales y le utiliza de sparring.

Simulación exagerada de las patadas de Ana

Es decir que cualquier pretensión por parte de Manuel de demostrar un mínimo de interés por ella, se sobreentiende que no hubiera recibido una respuesta demasiado cálida por parte de ésta. Que eso de hacer manitas en el cine debía dejarse para una mejor ocasión.

Origen