cabecera de "Silencio en tus labios" Ana

Buenas noches y que duermas solo

Introducción

Noche del domingo 27 de julio de 2003

Al final sus padres no tuvieran objeción a que Ana me diera las buenas noches antes de acostarse y de que se hubiera cambiado. En aquella ocasión la imagen de su madre en el pasillo con la zapatilla en la mano más que una broma para asustarme, por si se me ocurría alguna tontería, lo consideré una realidad más que posible, de manera que ni siquiera nos dimos un beso.

Manuel

Imagen de la madre de Ana con la zapatilla en la mano // Copilot designer

La despedida de aquella noche, cuando nos fuimos a dormir, me resultó demasiado fría, Manuel se mostró demasiado comedido en sus demostraciones de afecto; cuando se separaron nuestras manos se limitó a decirme “Buenas noches”, sin darme ocasión a que hubiera un intercambio de besos…

Ana

Buenas noches y a dormir

¡Qué considerados los padres de Ana! ¿Verdad? Consienten que nuestra pareja de enamorados se den la buenas noches. Pero eso sí, antes de que se han puesto el pijama, antes de que ninguno de los dos se encierre en su dormitorio y no se vuelvan a ver el pelo en toda la noche; antes de que tanto amorío y permisividad colme su paciencia o impaciencia

¡Es hora de dormir! Nuestra pareja se ha presentado en casa pasada la hora de cenar, después, entre que se aseaban y no, entre que hablaban con uno y con el otro, su cena ha sido a las tantas y ya no son horas de andarse con tonterías. Todo el mundo a dormir y como mucho que se les escuche roncar, si es que alguno ronca.

Nuestra pareja ya no son un par de adolescentes, pero da la sensación de que se comportan como si lo fueran.

Lo de Ana, hasta cierto punto, tiene disculpa porque está en su casa y eso de que el chico que le gusta vaya a dormir aquí esta noche la tiene un poco alterada. ¡que sí! Que Manuel va a dormir aquí esta noche. Pero para los padres de lo «aquí», en el piso, en el dormitorio que ya no ocupa el hijo mayor, porque ya es una hombre casado y padre de familia, es algo meramente circunstancial. Para Ana como si fuera al otro lado del mundo.

Ana con aspecto desenfadado (imagen oficiosa para la web)// Copilot designer

Y Manuel debería comportarse con un poco más de seriedad, más comedido, porque se encuentra en casa ajena, consciente de que es un invitado incómodo y cuya presencia altera la tranquilidad habitual en el piso en esta familia, a estas horas de la noche. No debería empeorar aún más esa no muy favorable primera impresión y menos aún la segunda, que deja bastante que desear.

Manuel (imagen oficiosa para la web)// Copilot designer

¡A dormir se ha dicho!

Se supone que llevan siendo novios desde el final de la convivencia de la Pascua, allá por finales del mes de abril. Pero debido a la distancia y a esa primera crisis de pareja por la falta de comunicación y entendimiento, eso de ser ‘novios’, ‘pareja’, o como se quiera considerar, se reduce a las últimas 48 o 50 horas, con la asistencia a una convivencia de novios de dos días.

Prácticamente están de estreno y claro, es la novedad, el nerviosismo del comienzo, el saber y tener el conocimiento y convencimiento de que los padres de Ana no aprueban esta relación, pero han accedido a que Manuel se quede a dormir esta noche, pero una y no más, cuanto más breve mejor y cuanto menos se evidencie su presencia más lo van a agradecer.

De manera que un decirse «buenas noches«, así como quien no quiere la cosa, en mitad del pasillo y después «si te he visto, no me acuerdo«. El pasillo se convierte en un precipicio infranqueable, la puerta de dormitorio tiene más cierres y medidas de seguridad que la caja fuerte del Banco de España, hasta el punto de que ni ellos pueden salir ni los demás pueden entrar.

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Como hayan sido las despedidas estas dos noches previas en el centro de espiritualidad es lo de menos. En casa de los padres de Ana no hay capillas donde rezar y tampoco escaleras que distribuyan la vivienda en varias plantas, ni hay nada que, como tal, haga que este piso sea diferente a lo que sería una vivienda familiar y particular en una ciudad pequeña.

Allí mandan los padres y no son horas ni momentos para andarse con tonterías porque el reloj avanza a la misma velocidad e incluso más lento que su paciencia. Es tarde, por la mañana han de madrugar y no son horas para andarse jugando a ser novios. ¡Qué ya no son unos críos!

Manuel se queda a dormir

Los padres han consentido que Manuel se quede a dormir, aunque, en realidad, no se sabe muy bien por qué. Tan solo es el chico del que Ana asegura haberse enamorado, un chico que esa misma tarde ya debería haber regresado a Toledo en el mismo coche que esa pareja de novios con la que vino el viernes, pero Ana le ha convencido para que se quede al menos por una noche.

Pero, vamos, que le mandan de regreso a Toledo a primera hora de la mañana y sin más contemplaciones. Ya que la alternativa es que duerma en la calle o en alguno de los incómodos bancos repartidos por la estación de autobuses o del tren. Los padres de Ana no son tan desconsiderados y han asumido el riesgo de darse la oportunidad de conocerlo.

Pero si «la niña» se va a empezar a comportar como una adolescente y este chico reacciona con la misma inmadurez, ya te digo yo que la hospitalidad y la benevolencia de estos padres llega hasta el punto de decir «¡basta!». Para «la niña» no es su primer amor, pero se comporta como si lo fuera.

Está claro que este chico no ejerce muy buena influencia sobre ella, de manera que si por sí solo no es capaz de comportarse con un mínimo de educación y moderación puede que amanezca en la calle.

¡Qué tan solo llevan dos días de noviazgo en serio y han estado en una convivencia de novios, no haciendo el loco ni dejándose llevar por sus más bajas pasiones!

Por mucho que se aseguren estar enamorados, por la mañana, a primera hora, Manuel se marchará a su casa y Ana volverá a su rutina. ¡Bendita distancia entre las dos ciudades! Ana no se va a mover de aquí y lo que vaya a hacer Manuel con su vida y con su tiempo ya es lo de menos, porque no hay previsto que vaya a volver por allí.

Esta historia parece que llega a su final porque los padres han dejado clara su postura y no van a ceder por mucho que Ana se comporte como una adolescente enamoradiza, cuando está más cerca de cumplir los 30 años que los 20.

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