Introducción
Despertar: 8:30 AM. Lunes 28 de julio de 2003

La hora que era, la llegada de mi hermano y el empeño de mis padres en que éste nos acompañara a la estación y no nos entretuviéramos más de la cuenta, porque había trabajo pendiente en la gestoría, provocaron que todo fueran prisas.

aunque quedase bastante ridículo, su hermano se vino de carabina. Lo cual los tres coincidimos que era innecesario, pero sus padres no cedieron a la lógica y no hubo nada que discutir.
El dilema
¿Algún voluntario para llevar a Manuel a la estación de autobuses?
- La madre de Ana, Victoria, no, que bastante tiene ya con ver cómo por fin este chico de Toledo sale por la puerta con tu mochila y esas primeras impresiones que parecen que no mejoran demasiado después de haberlo consultado con la almohada
- El padre de Ana, Don José, tampoco, que es lunes, día laborable y al menos alguien ha de actuar de manera responsable e ir a trabajar, a la gestoria, porque la vida sigue y los problemas familiares no han de interferir en cuestiones de ámbito familiar. Manuel se marcha por las buenas y no hay que sacar la escopeta para asustarlo.


- Manuel, se podría ir por su cuenta, pero es que no conoce la ciudad y tampoco conviene que se pierda por el camino, no vaya a ser que vuelva y se haya de quedar otra noche. Ya es consciente de que por parte de los padres de Ana él no es bienvenido a esa casa. Le agradecen mas que se marche que la visita.
- Ana,
- No solo se ofrece a llevarlo, sino que le ofrece su coche y quedarse a hacerle compañía hasta que el autobús desaparezca de su vista. Da igual que sea lunes por la mañana y día laborable. Da igual que los padres no sean muy partidarios de la relación. Para ella no es un «adiós», sino un «hasta luego», llámame cuando llegues y cada día.
- En casa Ana es la hija de sus padres y en el trabajo ella es la responsable del departamento de Economía y contabilidad, aparte de la hija del jefe, por lo que llegar al trabajo un par de horas más tarde tampoco es tan grave.
- Ya contaba con que convencería a Manuel para que se quedase algún que otro día de más tras la convivencia de novios, de manera que para ella este día es «fiesta», «no laborable». Irá a trabajar cuando Manuel se haya marchado
¡Él que faltaba!
A este cuarteto de personajes le falta un quinto, el hermano de Ana, José, el hijo mayor. Ese que se supone ya vive casado, emancipado y ha creado su propia familia independiente, aunque mantenga las relaciones familiares y laborales con la familia

No queda demasiado clara la razón por la que José acude a casa de los padres un lunes por la mañana a primera hora, cuando están todos desayunando, pero más oportuno no puede ser, según los padres. Ya que se ha pasado por aquí, que haga algo de provecho.
Por lo que sabemos, José es abogado, de los de traje y corbata, de los que entienden de Leyes y de Derecho Mercantil, de los que en principio, con su primera impresión provocan más respeto que miedo. De los que se han convertido en el ojito derecho de los padres, porque con sus logros personales ha llegado muy lejos en la vida.
Es abogado en la gestoría y aspirante el día de mañana a asumir la dirección del negocio. Es un hombre casado, que ya ha sentado la cabeza y ha sido padre no hace mucho Un chico de quien sus padres tan solo pueden decir maravillas. el único que no les ha fallado ni defraudado, que ha sabido manejar sus asuntos con la suficiente madurez y diligencia.
«En presencia de mi abogado«
De manera que la condescendencia de los padres de Ana ante la idea de que sea ésta quien lleve a Manuel a la estación de autobuses, es que el hermano vaya de carabina, que allí, como si aquello fuera casi un crimen, el acusado, en este caso Ana, no haga nada si no es en presencia y compañía de su abogado.
Ana conoce a uno, que, según comentan, está bastante bien valorado por los clientes de la gestoria, por los empresarios y autónomos de la ciudad, con la suerte de que a ella este servicio le saldrá gratis, como mucho invitarlo a un café o considerarlo «el mejor hermano del mundo» porque no tiene otro.
Aparte está la menos hermana, Marta, pero ésta vive en el extranjero y se la considera más como «la hija pródiga», de manera que no le sirve ni como testigo de la defensa, más bien, de la acusación, por eso de que no se sabe de quién aprende cada una el mal ejemplo de la otra.
El caso es que José cuenta con la absoluta confianza de los padres. Por ejercer de «carabina» y de hermano mayor, se puede permitir llegar tarde a trabajar. Si José les acompaña, podemos tener la certeza de que Manuel no perderá el autobús y sobre todo que Ana no intentará convencerlo para que se quede un día más, incluso le evitará a Ana la tentación de ser ella quien se monte también en el autobús o que ya que se han montado en el coche, pongan rumbo a Toledo.
La suerte es que, si José les acompaña, como se entiende que éste es un poco más cómplice y comprensivo, tampoco es que vayan a llegar a la estación de autobuses y Manuel se haya de bajar en marcha, porque el coche no vaya a parar ni siquiera para que saque la mochila del maletero.
En presencia de su abogado, Ana puede hacer valer sus derechos como chica enamorada que se resiste a ceder ante la presión y la negatividad de los padres, porque éstos no se han dado tiempo para conocer a quien es el amor de su vida, a pesar de las primeras, segundas y terceras impresiones tras haberlo consultado con la almohada.
Ana tiene derecho a:
- llevar a su novio a la estación, y tomarse todo el tiempo necesario para ausentarse del trabajo justificado como «asunto propio»
- asegurarse de que su novio se monta en el autobús correcto, dado que le lleva hasta la estación de autobuses y por allí pasan autobuses con muy distintos, distantes y diferentes rutas.
- asegurarse de que su novio, en su equipaje y su corazón, se lleva todo ese amor que ella le tiene reservado, para que la distancia no sea el olvido ni motivo para una nueva crisis de pareja.
- robarle a su novio todo ese amor que éste le quiera dejar por adelantado y que le sirva para mantener vivos y latentes sus sentimientos hasta que tengan ocasión de volver a verse, a hablar, mejor si es a mitad del viaje que cuando llegue a su destino, que también.
- ver cómo su novio se sube en el autobús correcto obligado por la intransigencia de los padres de Ana que no consienten que se quede un día más y porque más pronto que tarde éste ha de regresar a Toledo, a casa.
- despedirse y lanzarle mil y un besos al aire mientras observa, a través de los cristales, con impotencia cómo su novio toma asiento en ese autobús
- disfrutar de esos últimos cruces de miradas, esos saludos a través de la ventana.
- llorar con pena mientras observa cómo el autobús se pone en marcha y ella no puede hacer nada por evitarlo.
- soñar con el día en que ella y su novio se vuelvan a reencontrar, dado que aunque parezca complicado que éste vaya a volver a la ciudad, siempre habrá alguna ocasión para que ella vaya a Toledo, porque los padres no la pueden encerrar en casa ni limitar su vida social.
En cualquier caso, y ante la duda, siempre tiene la opción de preguntarle a su abogado, quien quizá no con tanta firmeza, pero como hijo también ha tenido que padecer los reparos de los padres a que aceptarán a su actual pareja, aparte de que él también se ha tenido que ganar el favor de los suegros.
La cuestión es que, si establecemos comparaciones entre las circunstancias de José y de Manuel, es evidente que no es lo mismo un abogado, con aspiraciones a dirigir una gestoria, que un chico sin oficio ni beneficio conocido o estable.

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