Introducción
Agosto 2003

Esperaba afianzar nuestros lazos, con la seguridad de que, si lo nuestro al final no llegaba a nada, ninguno se iría de vacío. Era una apuesta o inversión de futuro, si lo teníamos, lo que consiguiéramos reunir, sería para los dos por igual,

En caso de que aceptase mi propuesta, asentaríamos nuestra relación sobre algo más palpable que nuestros sentimientos, sería un compromiso más formal y por supuesto pretendía que todo quedase aclarado antes de que se implicara más
El precio del amor
A comienzos de agosto a Manuel le llega una carta de Ana, como ya sucediera tras la convivencia de la Pascua, aunque en esta ocasión no sea tanto por compartir sus reflexiones sobre el fin de semana de la convivencia de novios ni explicarle con un poco más detalle los motivos por los que sus padres se muestran algo reticentes a dar su beneplácito a la relación.


Ana trata, sobre todo de sincerarse, de compartir con él todo aquello que le hubiera gustado contarle en persona, pero que como consecuencia de la brevedad de su visita y de las tensiones creadas no hubo tiempo ni ocasión. Ana pretende dejar clara la seriedad de su compromiso, de sus sentimientos, que a pesar de los reparos de sus padres, e incluso de las dudas que Manuel pueda tener por cómo se ha precipitado todo, ella le quiere de verdad.
Ella tiene un proyecto, una cuenta vivienda, un futuro iniciado en su momento con su anterior pareja, con Carlos, pero que ahora pretende continuar con Manuel. Hay un dinero en el banco, una cuantía imprecisa, con una alta rentabilidad y teniendo en cuenta que le exige un ingreso mínimo de 9000€ al año y que no es una ocurrencia del momento, todo es cuestión de hacer cálculos, sin conocer la fecha de inicio, aunque la de final es en menos de dos años.

sin duda alguna era la prueba de la generosidad paterna por haber tenido con ella la misma consideración que con su hermano. Con lo cual podía decirse que su proyecto de conseguir una vivienda era factible en la práctica.
Sabemos que el hermano, José, ya está casado y es propietario de un chalé, pero no de un adosado precisamente, sino de los que llevan a pensar que no se han escatimado en gastos y que la gestoria, el negocio familiar, es más rentable de lo pudiera parecer. Aparte de deducirse que los padres no hacen distinciones entre los hijos y tampoco con la pareja respectiva de éstos.
Es fácil imaginarse el aprecio que los padres de Ana la tiene a la nuera y no sólo por haberles dado ya su primer nieto y lo que puede suponer que el aprecio y la consideración que en momento tuvieron con el exnovio de Ana. Como cualquier padre o madre siempre quieren lo mejor para sus hijos, incluso que lleguen en la vida mucho más lejos que ellos en todos los sentidos.
Cuestión aparte es lo de la hija pródiga, la que vive en el extranjero alejada del control paternal y que entendemos no ha sido tan diligente con este reparto, mas cuando por muy lejos que se haya marchado e independiente que pretenda ser por querer vivir su vida sin ataduras, la hora de la verdad aún sigue teniendo en su agenda el teléfono de casa, que ya ha hecho sonar.
No todos los hombres son iguales
La cuestión es que en esa carta Ana no tiene reparo en reconocer que es plenamente consciente de que las objeciones que se le pueden poner a Manuel como «el novio perfecto» no son meras divagaciones ni invenciones de sus padres para justificar lo injustificable. Ana no se ha fijado en este chico por lo abultado de su cartera, de su cuenta corriente ni de nada que en ese sentido pudiera llamar la atención por encima del resto.

Era una apuesta o inversión de futuro, si lo teníamos, lo que consiguiéramos reunir, sería para los dos por igual, porque como matrimonio ella no esperaba que hubiera diferencias entre nosotros, aunque considerase que todavía fuera pronto para nuestra boda,
Ana no le pide ni espera de Manuel un cheque, ni una transferencia bancaria tan gorda como para acallar las malas lenguas y considerar que es ella quien ha dado el mal llamado «braguetazo», de lo que en ese sentido quizá se le pueda acusar a Manuel. Para ella como si lo único que tiene es un cheque en blanco que ni siquiera se pueda hacer efectivo en los bancos del parque.

Ella busca que Manuel se implique, se comprometa, ponga a su favor un argumento más factible y creíble que él mero hecho de que ella le quiera por encima de todos y de todo. Aunque de momento nadie hable ni se plantee la posibilidad de esa boda a corto o medio plazo, más bien a largo y se decidirá en base a cómo evolucione su relación, pero mientras esperan al momento de tomar una decisión, nada les impide planificar ese futuro en común.

Un palacio bajo el puente
La cuestión de fondo es que Ana no necesita vivir en un palacio ni llevar una vida de lujo, porque se supone que ello es lo que se espera de su nivel de vida, pero a cambio ofrecía algo más que una caja de cartón, recogido de la basura, con una cubierta hecha con bolas de plástico.
Lo que le pide a Manuel es que se implique, que la apoye en base a sus posibilidades, que demuestre por su parte un interés personal, más que bancario, por construir un futuro en común, que los tornillos que sujetan las bisagras de la puerta al marco son tan relevantes como el sistema de calefacción centralizada. que de nada sirve tener una casa de lujo, si al final no hay nada con lo que cerrar la entrada e impedir que se cuele la brisa fresca de la mañana y todo lo de dentro salga.

Todo lo mío es tuyo y lo tuyo mío
Esta inversión no es a fondo perdido ni con idea de que en caso de ruptura de la relación se haya un reparto 50/50, porque se entiende que no sería justo para ninguno de los dos, aunque la predisposición de Ana sea la de evitar que se lleguen a ver en esa difícil tesitura, que por lo tanto haya boda y los dos se sientan dueños y propietarios de todo por igual y de manera indistinta.
Es importante y relevante este punto, porque Ana pretende poner en valor lo que cada uno pueda aportar en función a sus posibilidades y capacidades, de tal manera que Manuel no se llegue a sentir ninguneado, su aportación no da más que para una bolsa de pipas, aunque ya se entiende que se espera sea mayor. Lo importante es que por poco o mucho que sea se considere algo que él ha aportado.
Es más, Ana está dispuesta a entender y asumir que todo aquello que no tenga una valoración económica, tendrá su compensación y su esfuerzo en cariño, en amor del uno hacia el otro, de manera que quien dé más no reciba menos y quien aporte menos tampoco.

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