Con los ojos cerrados

Introducción

Sábado, 27 de septiembre 2003

Cuando entramos en la ciudad, cerró los ojos, no tanto por cansancio como por dejarse sorprender. De hecho, por la expresión de su cara creí entender que ella habría escogido otra ruta para llegar hasta mi casa,

Manuel

Con idea de demostrarle mi plena confianza en él, que esperaba me sorprendiera, en cuanto entramos en la ciudad, cerré los ojos. Tal vez lo prudente hubiera sido que los mantuviera abiertos y me aprendiera el camino a su casa

Ana

Los limites de la confianza

Van en el coche de Ana, pero es Manuel quien conduce. van hablando y afianzando su relación, pero es Ana quien consigue el compromiso de Manuel de no depender tanto de las actividades del grupo para verse y empezar así a forjar su propia historia de amor, con el compromiso de verse con más frecuencia, al menos una vez al mes.

El trayecto desde el chalé de losa padres de Manuel hasta la entrada de la ciudad se ve amenizado por su conversación, por el hecho de que arece que el tiempo se ha detenido para ellos. Que todo eso que no han hablado mientras estuvieron en el chalé aflora ahora, poniéndose de acuerdo con bastante facilidad y buena predisposición por parte de ambos.

Es Ana quien propone y Manuel en vez de buscarse excusas e impedimentos, de muestra de lo más animado ¿Qué le ha pasado a este chico con fama de «don excusas»? Da la sensación de que en vez de haber dos horas de coche entre sus casas, viven puerta con puerta.

O Ana se ha confundido de novio, se lo han cambiado sin que ella lo haya pedido, o Manuel se ha hecho el firme propósito de decir que sí a todo como si fuera un papagayo, por evitar que surjan discrepancias y que a la hora de la verdad lo de sus excusas para preferir quedarse en su casa no se entiendan como algo tan grave, sino como imprevisto de última hora.

Manuel (imagen oficios para la web) // Copilot designer

Ella prefiere confiar

Como demostración de la confianza de Ana, en cuanto llegan a la entrada de la ciudad, ella propone ir con los ojos cerrados para que Manuel la deje sorprender, como si no quisiera conocer el recorrido hasta la casa, como si quisiera sentirse tan perdida y desorientada como él en julio cuando se presentó en casa de ella llevado por los amigos para reconquistarla.

Como ya sabemos, el piso de Ana se encuentra en una de las principales vías trasversales de su ciudad, frente a la parroquia del barrio, no tiene pérdida, si se conoce el camino. También podemos sospechar que conoce cómo llegar hasta la casa de Manuel, por eso de que ya se ha quedado algún fin de semana a dormir en Toledo, en casa de alguna amiga.

Ana con aspecto alegre (imagen oficiosa para la web) // Copilot designer

Las amigas han sido sus mejores confidentes y apoyo para dejar que este chico le conquistara el corazón como lo ha hecho. Lo tiene estudiado y analizado al milímetro, al detalle, pero casi mejor que Manuel no se crea ni tan importante ni tan interesante. Las referencias que Ana tiene para llegar hasta la casa parte de la iglesia conde se celebran los retiros mensuales, no desde la la entrada en la ciudad.

Ella se deja llevar, le demuestra plena confianza, tanto por el hecho de que Manuel sí tiene claro cómo llegar hasta su casa como el hecho de que sabe manejarse con el coche y no habrá ningún percance.

Es momento de callejear, de perderse, aunque Ana confía que no tanto como para llegar hasta el chalé, dado que la ciudad de Toledo tampoco es tan grade y hasta cierto punto ella sabe orientarse sin ayuda. de manera que el hecho de ir con los ojos cerrados es con conocimiento de causa. Espera que lleguen a su destino antes de que se le acabe la paciencia y no pueda reprimir más la curiosidad.

¿Sabrá salir de la ciudad?

No debemos olvidar que Ana tiene intención de regresar a su casa a media tarde, que cuando llegue lo más probable es que ya haya anochecido por haber querido dedicarle a Manuel hasta el último rayo de sol de la tarde. Es decir que cuanto más tarde se le haga más inquietud generará en sus padres y motivos tendrá ella para inquietarse, por muy segura y vital que se sienta.

Lo que Ana percibe mientras deja que Manuel conduzca es que en este recorrido por la ciudad hay cuestas empinadas, rotondas y hasta cierto punto perciba los sonidos propios de la ciudad del medio día de un sábado de finales de septiembre. Sin embargo, desaprovecha la ocasión de disfrutar del recorrido de ir tomando referencias que le ayuden a volver o a marcharse.

El caso es que asumimos que Ana se maneja por la ciudad con la suficiente soltura como para llegar a casa de su amigas e incluso llegar a la parroquia donde se celebran los retiros mensuales, pero para llegar a sitios demasiado concretos se pierde, como le sucedió en febrero y por eso tuvo que recurrir a Manuel para que la acompañase, parecer una chica desamparada y abandonada por las amiga necesitada de que un chico gentil la socorriera.

Esta mañana van a casa de Manuel y al igual que ésta en junio lo tomó de la mano y le «obligó» a seguirla hasta su casa, ahora es ella quien demuestra esa misma confianza. No le importa perderse, no saber a dónde la lleva, con la suerte de que será a la misma dirección donde ella ha enviado su correspondencia, allí donde sus amigas, en confidencia, le han dicho que vive Manuel y la par se esconde cuando considera que no debe acudir cuando se le convoca.

Manuel la lleva a esa casa, a ese piso, donde las paredes ya deben estar impregnadas de las muchas veces que éste la ha nombrado o pensado en ella, con la ventaja de que Ana esta vez no se habrá de enfrentar a la tesitura de conocer a los padres ni verse sometida al juicio de éstos.

En cualquier caso, Ana es de las que causa una buena primera impresión, aparte que, si Manuel la tiene idealizada y no hace más que hablare maravillas de ella, lo más probable es que se haya quedado corto, dado que la conoce menos de lo que supone y Ana es de las que acostumbra a guardar las apariencias.

Esta vez, liberada de la presión y la tensión de conocer a los padres de Manuel, no necesita buscar una vía de escape, en el hipotético caso de que su optimismo al respecto fuera un darse de bruces con una realidad que aún desconoce. mejor relajarse y confiar en que cuando sea hora de marcharse, bastará con que Manuel le dé un par de indicaciones rápidas, si ella se sienta desorientada para salir de la ciudad.

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