Introducción
Sábado, 27 de septiembre 2003

Manuel: Ya puedes abrir los ojos.- Le dije.- Hemos llegado.- Anuncié.- El piso está ahí mismo.

Cuando abrí los ojos, el panorama que descubrí fuera del coche me dejó un tanto fría, desilusionada. Aquella calle no se parecía en nada a la mía.
No tienen tanto en común
Cuando por fin el coche se detiene, queda aparcado, y Ana abre los ojos para dejarse sorprender, para contrastar sus expectativas con la realidad, se queda un tanto decepcionada, aunque creyendo conocer a Manuel tanto como le conoce esto de las primeras no muy buenas impresiones tampoco es algo que le haya de sorprender demasiado.
Lo cierto es que Ana tampoco aparca su coche delante de la puerta de su casa, aunque en su caso vive en una amplia avenida, en una de las principales vías trasversales de la ciudad y en ese sentido se encuentra con la tesitura de tener que aparcar en las calles próximas, dado que no dispone de plaza de aparcamiento.
Como sabemos, Ana vive en una avenida comercial, llena de comercios, tráfico y gente a casa cualquier hora del día, que como su portal se encuentra frente a la parroquia del barrio, lo de toparse con las multitudes y el bullicio es una constante en su día a día.

Ana es una chica con un carácter sociable, lo que no es impedimento para que también sea un poco reservada, algo tímida, en ocasiones. En cierto modo su personalidad queda reflejada por el lugar donde vive, que el hecho de vivir en una de las avenidas de la ciudad hace que ella sea una chica seria y responsable, de las que mira a derecha e izquierda antes de poner un pie fuera del portal por el riesgo de tropezarse por alguien.

En cambio lo que se encuentra al abrir los ojos, con esa primera impresión de dónde vive Manuel, es que se trata de una calle residencial estrecha, sin comercios, donde tampoco hay una clara continuidad entre los edificios, dado que entre cada uno hay una calle. Es una calle donde no se siente ningún tipo de bullicio, no hay ningún edificio que destaque, al menos visible desde donde han aparcado el coche

En la personalidad de Manuel tampoco hay nada destacable a primera vista, es un chico un tanto retraído, poco dado a la vida social. Es alguien que como su sucede en esa calle, en ese barrio, tiene facilidad para encontrar una vía de escape, sin tener que preocuparse en exceso por el tráfico ni por la gente. Porque es evidente que gente ahí, pero porque tiene esta calle como zona de aparcamiento.
«Hemos llegado»
Manuel lo ha dicho claramente, su casa está ahí mismo, como si bastase con bajarse del coche y que tuvieran que quedar allí, en la parte de atrás de ese edificio porque en la fachada que se ve no hay ningún portal, lo cual es peor que suponer que Manuel vive bajo un puente, dado qué allí tan solo hay una calle estrecha, de una sola dirección, con coche aparcados a derecha izquierda, con la presencia de arboles como única evidencia de vida.

Tampoco es que fuera como un callejón oscuro de esos por donde mi madre siempre me aconsejaba que no me metiera, porque era una calle con bastante luz.
La indicación de Manuel es clara y no deja lugar a dudas, «hemos llegado», Que no es cuando en julio llegaron a casa de Ana y una vez que aparcaron el coche, sacaron sus mochilas del coche y una tuvieron que darse un pequeño paseo. es como si Manuel le diera a entender que se han de colar por alguna de las ventanas del edificio más próximo.
Es como si la madre de Ana tuviera motivos al desconfiar y mostrarse negativa y desfavorable a esta relación, como si Manuel pretendiera darle la razón en todo y que Ana al final tuviera que reconocer que en realidad él no es una chico tan especial como ella se piensa. Si no uno lleno de contradicciones y contrastes, de falsas apariencias y muchos desmentidos


En el otro barrio

Manuel: Es un barrio residencial.- Le respondí.- Las tiendas están en el otro barrio.

Ana: Ya “en el otro barrio”. – Le dije con jocosidad. – Allí es donde tú tienes el sentido común.
La expresión «estar en el otro barrio» es un eufemismo en español que significa estar muerto. Se utiliza de manera figurada para referirse al hecho de haber fallecido sin mencionarlo directamente.
La idea de «otro barrio» sugiere un lugar diferente o lejano, asociado metafóricamente con la muerte o el más allá. Este tipo de expresión busca suavizar el impacto de hablar sobre la muerte, haciendo referencia a ella de manera más indirecta.
Es una expresión bastante común en contextos coloquiales y, en algunos casos, puede utilizarse con un toque de humor o de resignación.
Ana prefiere tomarse esta situación con buen humor, como en casi todo lo que se refiere a a Manuel porque, hasta cierto punto, le resulta cómico y divertido, le hecho de que un chico que se supone debería esforzarse un poco más por impresionarla, por estar a la altura de la expectativas que ésta se hubiera creado, se pone en evidencia de manera reiterada.
Manuel, por su parte, prefiere resaltar el hecho de que s su barrio de siempre, que se ha criado allí desde pequeño y que aquel panorama es al que está acostumbrado, que tampoco ha cambiado en exceso a lo largo de los años, más allá de las reformas y obras que se hayan realizado por parte del ayuntamiento como en cualquier otro lugar.
Parece entender que Ana se sienta un tanto decepcionada en ese sentido, porque hay demasiadas diferencias entre el ambiente en que ha crecido Ana y el suyo, que casi de la sensación de que hay un cierto interés por parte de Manuel en buscar ese cambio radical en su vida, mientras que Ana busca una vida un poco más estable, pero en su enamorarse de Manuel parece que retrocede en sus ambiciones.
Origen

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