Introducción
Sábado, 27 de septiembre 2003

Su mirada cuando le recordé que tenía que irme pareció llena de tristeza e impotencia, que hubiera querido tener algún argumento para convencerme de que me quedase aquella noche, que no le privara de mi compañía de una manera tan drástica

De regreso al piso, me anunció que se marchaba a casa. Era media tarde y de haber sido día de retiro posiblemente se hubiera olvidado de la hora, pero, aunque disfrutaba de mi compañía y no fuera muy agradable tener que separarse, no le quedaba otro remedio.
Es hora de irse
Si fuera tan solo por el disfrute del paseo, por esta conexión que parece estar afianzándose entre ellos, el tiempo se detendría y esta tarde juntos no tendría final ¿Qué más hay que hacer que estar juntos? ¿por qué dar otra vuelta alrededor del parque y que Ana tenga ocasión de preguntar con más conocimiento?
Sin embargo, como ya están para regresar al piso, para Ana resulta inevitable mirar la hora en el reloj. El tiempo ha volado sin que apenas se hayan dado cuenta. Ya es media tarde y a ella a un le quedan por delante por horas de coche para regresar a su casa. Cuando llegue ya habrá anochecido.
¡Qué chica más valiente que no tiene a conducir ese trayecto sola! La verdad es que vive un poco lejos, pero es un inconveniente que ya tiene asumido, Por mucho que le digan, no tiene la menor intención de pasar la noche en Toledo y menos aún en el piso de Manuel, aunque los padres no vayan a estar, pero si alguno de los hermanos. Ni aunque Manuel le confirmase que estarían solos. En tal caso con mayor motivo se marcharía a casa.

A ver, que si se marcha es porque quiere, que no es por falta de sitio, porque ya ha visto que camas hay de sobra y se puede entender que en ese sentido Manuel va a ser de lo más detallista y considerado, que si es factible ella se podrá sentir igual o mejor que en su propia casa. Que por su parte no sea, tan solo por lo comprometedor de la situación y la falta de previsión.
Pero, vamos, que Ana se considera una chica decente, responsable y con principios, de las que no se queda en casa de nadie así, sin más, salvo que no le quede otro remedio ni alternativa. En este caso sus amigas no están en la ciudad y ella tampoco ha venido con idea. No se ha traído el pijama. Además, serán tan solo dos horas de coche.
Necesita ir al aseo
Hemos de recordar que tan solo han salido a dar un paseo y porque a Ana lo le parecía muy correcto y apropiado que se quedaran en el piso. La excusa era la posible llegada de los hermanos de Manuel, por las presentaciones y por lo comprometedor de tener que dar explicaciones con respecto a la presencia de Ana.

Es decir, que de todas maneras Ana ha de volver al piso a recoger sus pertenencias. Que su prisa por marcharse es relativa. Tampoco se trata del impulso ni de la necesidad de salir corriendo como si le hubieran puesto un petardo. a diferencia de lo sucedido con Manuel, a ella nadie la está echando de allí a empujones ni con indirectas. Todo lo contrario.
De manera que suben juntos al piso, pero Ana va con la mentalidad de recojo y me marcho, de paso un momento por el aseo, porque tiene dos horas de coche por delante y nos consta que al menos desde su estancia en el chalé, al mediodía no ha vuelto a ir. Las chicas son discretas y no hablan de esas cosas en público, pero como los chicos también tienen este tipo de necesidades básicas.
Se entiende que con Manuel ya tiene la suficiente confianza como para tomarse estas libertades y que no resulte comprometido, aunque, bueno, se trata del piso de los padres de Manuel y es su primer día allí. Manuel en la primera visita a su casa no pasó del comedor, pero en compensación dos días después se quedó a dormir, ocupó el dormitorio del hermano de Ana, porque está ya vive casado y emancipado.
En realidad, no pasa nada por el hecho de que Ana tenga necesidad de utilizar el cuarto de baño para estos menesteres, ya utilizado la cocina y ha comido en el salón. Será Manuel quien tenga que dar las correspondientes explicaciones a sus padres, en caso de que se las pidan, por ser tan hospitalario con una chica a la que nadie les ha presentado.
A dormir no, pero ¿y a merendar?
Mientras Ana se encuentra en el aseo, Manuel se busca la manera de darle un motivo para retrasar su marcha, dado que después de todo lo que han hablado, aparte de lo en las semanas previas han compartido en sus conversaciones telefónicas y en sus cartas, aún no se lo han dicho todo.
Ya le ha comentado detalles de su vida, de su infancia, pero falta lo que quizá puede ser más interesante. manuel está dispuesto a mostrarse como un chico abierto, sin demasiados secretos y como Ana ya es conocedora de su afición a escribir, quiere compartir con ella lo que guarda en el ordenador.
Ana tiene prisa por marcharse, pero no pasa nada, si se entretiene cinco o diez minutos en leer algún poema. Con la ventaja de que podrá verlo en la pantalla del ordenador, no escrito a mano en el cuaderno, como ya hiciera a escondidas durante la convivencia de novios. Manuel quiere que conozca de maner más directa esa faceta de su vida.
En cierto modo va a ser como decirle que mientras va de regreso a casa, el estará sentado delante del ordenador pensando en ella, inspirado por su recuerdo y por todo lo bello que siente hacia ella. pretende mostrarle todo eso que hasta ahora no ha compartido con los amigos, para destacar el hecho de que ella no es una chica más.
Ya que retrasa cinco minutos su marcha habrá tiempo para merendar juntos, para que ella no se vaya con el estómago vacío y que disfruten así de unos últimos momentos de complicidad, aunque la intención sea volver a verse en cuatro semanas, para la boda de Carlos, cita a la que Manuel le ha asegurado que acudirá sin falta.
Origen

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