Introducción
Viernes, 24 de Octubre, 2003. (19:55)

Para no ir andando hasta el piso, dado que el paseo se hubiera eternizado y Ana no se había traído el coche, consideramos más conveniente subirnos al autobús urbano, cuya parada estaba allí mismo, y que nos llevaría hasta casa de sus padres, aunque no hasta la misma puerta.

No hubo tiempo para seguir con aquella conversación porque en llegaba el autobús de línea que nos acercaría a mi casa. Tal vez hubiéramos podido dar un paseo, pero se nos hacía tarde y Manuel llegaba cargado con su equipaje, por lo que no sería una situación agradable para ninguno de los dos.
A Ana le apetece pasear
El hecho de que en la versión de Ana se aluda al hecho de que ésta se había planteado que se dieran un paseo a casa refleja que la distancia hasta el piso no tiene que ser muy grande. De hecho, por lo que se contaba en la despedida de la visita de julio. La estación de autobuses se debe encontrar de camino a la gestoría.

Sin embargo, Ana entiende que Manuel viene cansado del viaje y cargado con su equipaje, que le apetece más disfrutar de la compañía que del paseo, aunque ello, de algún modo, retrase su llegada al piso y les dé más tiempo para estar solos y hablar de sus asuntos, para recuperar estas cuatro semanas que han estado sin verse, a pesar de que la comunicación se haya mantenido fluida.
Para ella lo cómodo en la visita de julio, fue cargarle a él con su mochila, como un aliciente para marcharse del piso y no quedarse a cenar, que se suponía ya iban con retraso. En esta ocasión Manuel es un poco más considerado en ese sentido, va de «machote» por la vida y prefiere tener las manos ocupadas para no compartir el peso de la carga ni la responsabilidad. sin pensar que con una mano libre siempre se puede agarrar al amor.

Planes de familia
El plan es pasar el fin de semana juntos, asistiendo a la boda de Carlos, con la desventaja de que, aunque Ana contaba con que Manuel se quedaría hasta el lunes por la mañana, tiene prevista la vuelta a Toledo el domingo por la tarde. Cuenta con que podrán comer juntos. se entiende que el lunes es día laborable y manuel se quiere volver a ver en la misma tesitura de las prisas.
El plan de Ana, o más bien de los padres de ésta, porque en esta ocasión no se quieren quedar al margen de la visita y pretender sacarle partido a su hospitalidad con Manuel, de lo cual Ana está informada y para Manuel hasta cierto punto supone una novedad relativa, es que quieren hablar con él, no para apartarle de la vida de Ana, sino para darle la oportunidad de que se sienta un poco más parte de ésta.


Manuel ya está invirtiendo en la cuenta vivienda de Ana, lo que es como firmar su sentencia y por lo tanto ello debe tener consecuencias, ya que no se trata de un simple trámite para justificar el hecho de que se puedan definir y considerar como pareja a vista de los demás, más bien, abrir la caja de los truenos, ofrecer la excusa perfecta para que los padres de Ana quieran decir la última palabra.
No basta con que en esta ocasión Manuel se haya esforzado por mejorar un poco más esa primera impresión, con independencia de que el vestuario de finales de julio, por lógica, por el cambio en la climatología, debía ser diferente. en este caso un poco más abrigado, hasta cierto punto más serio y formal. sobre todo por el hecho de que el motivo de la visita es la asistencia a la boda.


La «escopeta» del padre
La cuestión es que, según la mentalidad del padre, porque en esta ocasión es quien lleva la voz cantante al respecto, Ana necesita un chico, un pretendiente, que esté a la altura de las expectativas y de las circunstancias.
Victoria, la madre, es de las que agarra «la zapatilla» para espantar a los chicos que no son de su agarrado, que no tratan a su niña con el debido respeto y consideración. Es de las madres y de las suegras que asustan con su carácter y personalidad, con su firmeza. Sin embargo, por lo que se ve, en este asunto ya no cuenta con el respaldo de nadie.
Don José, el padre, ahora se considera en su derecho de echar mano de la escopeta que los padres suelen tener guardada y cargada para estas ocasiones, que ya se sabe que no va a disparar a matar, salvo que lo considere inevitable, pero el hecho de que ponga sus cartas, su autoridad y opinión paternal sobre la mesa, ya infunde el suficiente respeto como para que se le tenga en cuenta.
La niña, aunque ya sea una mujer trabajadora, madura, autosuficiente e independiente, que no necesite que ningún chico venga a ofrecerle ni le proporcione como tal un vida digna, tampoco se merece ni necesita cargar con nadie que se convierta en un lastre ni en un aprovechado, por muy generosa y enamorada se sienta, por mucho que se ciegue y no quiera descubrir los defectos de su amado.

De manera que este fin de semana, salvo que Manuel se haya traído de Toledo un plan de vida mejor, tiene una entrevista de trabajo de la que depende su futuro y relación con la familia. es decir que no sólo ha de terminar de convencer al padre de que él es el chico perfecto para Ana, sino que, además, convencerlo de que es el candidato a ocupar un puesto de trabajo en la gestoría.
Tampoco es que ya se tenga que quedar en la ciudad, pero vamos que el domingo por la tarde, cuando regrese a Toledo, ha de incluir en su equipaje la posibilidad cierta de rehacer su vida. Que en ese sentido tampoco es que se haya de sentir obligado a aceptar nada de lo que le vayan a ofrecer, salvo el amor de Ana, pero si se muestra un poco más abierto de miras y dispuesto a ser ambicioso, tiene por donde empezar.

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