Introducción
Domingo, 26 de octubre, 2003. (00:15)

¿Te puedo hacer una confidencia sin que te enfades conmigo? – Le propuse con sutileza, sintiendo un ligero nerviosismo mientras contemplaba sus ojos, esperando que la curiosidad y el interés prevalecieran sobre cualquier posible molestia.

Hemos dejado el baile para hablar, de manera que dime lo que quieras. – Me contestó. – Sólo te pido que no insistas sobre lo de la boda. ¡Éste no es momento ni lugar!
Confidencias de novia
Ana está en actitud cómplice y conciliadora. Parece que ya ha dejado a tras las tensiones y los nervios, que ha superado las tensiones que llevaba acumuladas a lo largo de todo el día. Se ha relajado porque ya encontrado de nuevo ese punto de entendimiento con Manuel, entendiendo que su actitud fría no lleva a ninguna parte y que sus temores no tenían demasiado fundamento.
Su cambio de actitud no va a llegar hasta el punto de reconocer que Manuel tenía razón, que ha sido ella quien se ha podido equivocar, pero tampoco a considerar que Manuel sea del todo inocente en cuanto a los acontecimientos, porque algo de culpa y responsabilidad le tiene que achacar, por esa falta de tacto y empatía.

No es por continuar con la discusión de ayer, pero tenías razón en cuanto al vestido. – Le dije con toda tranquilidad. – Me lo compré pensando en gustarle al gran amor de mi vida y que éste no tuviera ojos para nadie más.
Con esto no es que le esté dando la razón a Manuel y admitiendo que su lección del vestido fuera equivocada, pretenciosa. Se trata, más bien, de una sutil afirmación, en un admitir que la elección de este vestido para esta boda tiene una clara intención, incluso se atreve a reconocer una cierta picardía, en alusión a eso de que quizá muestre de más.
Su justificación está para tanta frescura, como Manuel tuvo la torpeza de recriminarle, ella lo atribuye a un supuesto celo, al temor de que el gran amor de su vida tendría más motivos para mirar a las demás y no a ella, para no considerarla lo bastante interesante.
En el fondo, lo que Ana intenta decirle es que ella se ha planteado el tema de la asistencia de la boda y del vestido como una ocasión para que Manuel conozca facetas un poco más desconocidas de su personalidad, para resaltar su feminidad y que éste se percate de que ella es como cualquier otra mujer, aunque ya de por sí la tenga idealizada.
Ana es una mujer







Podemos entender de sus palabras que no está demasiado segura del concepto que Manuel tiene de ella, de sus sentimientos, por lo cual ha necesitado que éste se lo aclare, se sincere. no la vea ni considere tan solo como una amiga especial o una chica dispuesta a mostrarse más benévola con su comportamiento. pretende que la tome tan en serio como ella hace con él.
No es como tal una chica con la que se pueda jugar con sus sentimientos, es una mujer que busca y necesita de su pareja lo mismo que cualquier otra, con todo lo bueno y lo malo que tiene ser mujer, con sus momentos de sentirse feliz y momentos en los que se siente un poco más decaída, con cambios de humor que ni ella misma entiende.
Ella no es perfecta ni se siente más que nadie. No es una chica inalcanzable, pero tampoco es una chica que se vaya a dejar engañar por cualquiera. Es una mujer que tiene sentimientos, personalidad, a quien le afecta y le importa, le causa una cierta impotencia saber que su chico vive a dos horas de coche y que las circunstancias de uno y otro no facilitan que se puedan ver con la frecuencia que quisiera.
Es una mujer a quien le preocupa el presente y el futuro, el hecho de que quiere formar una vida con alguien que no cumple con las expectativas que los demás tienen para ella y eso le molesta, porque ella sí ha descubierto esas virtudes en ese chico, aunque ni él mismo sea capaz de descubrirlas.
De manera que sí, ha escogido ese vestido con la sana y única intención de captar la atención de «su chico» para que éste no tenga ojos para ninguna otra. Sin embargo, se lo ha puesto con la convicción y seguridad de que su dignidad e integridad están por encima de todo. De manera que no, no hay ninguna mala ni oculta intención en el hecho de que ella se quiera sentir a gusto consigo misma.
Una pequeña recriminación

Manuel: ¿Me tengo que reír? – Repliqué.
Manuel se toma sus palabras como una pequeña y sincera recriminación, pero sobre todo como otra sincera declaración de amor, por ese clima de tensión que se ha creado entre los dos y para el que ana no duda en asumir su parte de responsabilidad. Ella se ha equivocado al no haber querido sorprenderlo antes de tiempo.

No. Echar monedas. – Le contesté con jocosidad y una sonrisa, sintiendo cómo la complicidad entre nosotros crecía en el aire, como un hilo invisible que nos unía más allá de las palabras. – ¡Tú eres ese gran amor! – Le confesé, en un susurro que llevaba consigo toda la intensidad de mis pensamientos y emociones.
Ahora hay un diálogo fluido, se permiten bromear de manera relajada en vez de cortar esa conversación, porque por fin parece que los dos han comprendido que han comenzado este fin de semana desde posturas un tanto diferentes y que desde un primer momento deberían haber mantenido una mejor actitud de escucha.
Manuel llegó condicionado por la presión de la asistencia la boda y el reencuentro con los padres, aunque éstos le fueran a recibir en una actitud algo más cordial después de haberle ofrecido alojamiento en el piso, sin que éste estuviera muy seguro de tenerlas todas consigo.
Ana, por su parte, se ha tenido que enfrentar a la idea del reencuentro, con expectativas que tampoco se han cumplido, porque la realidad es que el chico que se bajó del autobús, al que ella fue a recoger tampoco era alguien tan distinto a la última vez que se habían visto, por lo que de algún modo llegó a sentirse un tanto apurada ante la evidencia de que sería el chico al que tendría que presentar como su novio.

Tampoco es que Ana se sintiera decepcionada con Manuel, pero no se veía correspondida en el esfuerzo con que ella había preparado el fin de semana y la boda, de tal manera que lo había entendido como que Manuel acudía por compromiso, no porque lo considerase como algo relevante en su vida y relación como pareja, que era como acudir a un examen para el que no hubiera estudiado con el suficiente interés y se conformase con presentarse.
Origen

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