Un último baile y nos vamos

Introducción

Domingo, 26 de octubre, 2003. (00:45)

De hecho, para que cambiásemos de tema y las tensiones se quedasen a un lado por aquella noche y no se estropeara la fiesta por aquella falta de entendimiento, Ana se animó a volver a la pista de baile

Manuel

Ana: Un último baile y nos marchamos. – Le propuse. – Me temo que mañana mis padres no nos dejarán dormir hasta muy tarde. Además, a ti te convendría ir a misa antes de comer y así tendrás la tarde libre para viajar sin prisas.

Ana

La boda empieza con el ramo

Tras el lamentable incidente con el ramo, después de esa pequeña decepción por parte de Ana, debido la falta de romanticismo de Manuel y el espectáculo dado a todo el mundo, una vez que dejan de ser el centro de atención de todo el mundo, Ana prefiere olvidar el incidente, seguir con la fiesta y no desanimarse.

Ramo de novia// WordPress AI

Ella es consciente de que con o sin un arranque de romanticismo, de osadía por parte de su amado, al final el ramo de novio será para ella, se lo tendrá que llevar a casa, dado que es lo más lejos a lo que Manuel está dispuesto a cargar con éste, si nadie se lo reclama. De tal manera que con toda sutileza o descaro, manuel será el despistado, se buscará cualquier excusa y no se llevará el ramo a Toledo. Será Ana quien haya de asumir el problema y afrontar esa tesitura.

La broma no ha salido como la gente esperaba, porque en realidad aun es demasiado pronto para dar ese paso en su relación, aunque sea algo que se hayan planteado como objetivo y de lo que a Ana no le causa reparo hablar, porque, en realidad, quien primero ha de tomar consciencia de lo que significa es manuel, que es quien tiene una situación más inestable y quien ha de hacer esa mudanza.

Manuel con el ramo de novia// wordpress AI

Sé que te quieres ir, pero aún no

En cualquier caso, Ana entiende que tras lo sucedido Manuel se pueda sentir un poco contrariado, hasta cierto punto burlado por todo el mundo, porque se le ha puesto en una situación comprometida que no ha sabido manejar como era de esperar, aunque no haya sido con mala intención, tan solo que esta broma pesada ha sido más con idea de impulsar su relación de pareja, pero sin que los amigos hayan tenido en cuenta la personalidad de Manuel.

Sin embargo, Ana aún no se quiere marchar y antes de que Manuel haga o diga algo de lo que se pueda arrepentir después, prefiere recurrir a sus sutilezas, paar evidenciar primero que aún pretende disfrutar de la fiesta y de la compañía de Manuel, que lo de haber rechazado el ramo no implica que se haya planteado romper con la relación, tan solo que se ha sentido un poco decepcionada con la manera en que Manuel ha gestionado el problemas.

De manera que se pone de pie, pero evidenciando que no tiene intención de recoger, sino que ya se siente descansada del primer baile y dispuesta a volver a la zona de baile, pero no quiere hacerlo sola y que tampoco se entienda su ocurrencia como un motivo para marcar las distancias ni siquiera para que Manuel se sienta de nuevo reprendido por su torpeza y falta de de atención en los detalles.

Se queda parada y fija los ojos en él, a la expectativa de que éste reaccione de algún modo ante su impulso, que ella no está dispuesta a darse por vencida ni a dejar que el incidente del ramo suponga una humillación ni una derrota para ninguno de los dos. Manuel es ese chico maravilloso del que ella se ha enamorado aunque en esos momentos éste se sienta hundido en su torpeza, ella espera ayudarlo a reponerse y demostrar a los demás que se equivocan al juzgarlo por las primeras impresiones.

Pillando indirectas

Esta vez Ana no toma ninguna iniciativa, no se muestra impulsiva ni dominante en la relación, deja que sea Manuel quien se percate de lo que ella espera, ya que de igual modo podría ir hacia la pista de baile y esperar que éste le siga e incluso tomarlo de la mano y obligarlo a que la acompañe.

Es una segunda oportunidad, un nuevo voto de confianza, un esperar que esta vez no le falle y todo el mundo entienda las razones por las que Ana demuestra este interés tan firme por este chico que se comporta más como un inocente corderito que la sigue sumiso a todas partes, cuando la idea de todo el mundo es que Ana se merecería a alguien con más personalidad, autoestima y seguridad.

¿Bailas?- Le pregunté.- Aún es pronto para que nos marchemos y no estoy cansado.- Argumenté.

Manuel

Esta vez no se trata del ramo de la novia que haya caído de manera inesperada a sus pies, ni siquiera de que Ana se muestre fría y esquiva con él confiada en que por ciencia infusa sea capaz de leerle la mente. se trata de que ella le está mirando a los ojos, tiene un gesto de alegría y confianza, de evidente complicidad y comprensión. No es la mirada de quien se sienta decepcionada o defraudada, sino de quien demuestra seguridad y le da todo su apoyo.

Ana: Un último baile y nos marchamos. – Le propuse. – Me temo que mañana mis padres no nos dejarán dormir hasta muy tarde. Además, a ti te convendría ir a misa antes de comer y así tendrás la tarde libre para viajar sin prisas.

Ana

Sin embargo, para que Manuel no se sienta demasiado presionado por la situación, Ana también se muestra comprensiva, asume que tras lo sucedido a Manuel no le hayan quedado muchas ganas de fiesta e incluso parece comprender que éste se pueda sentir fuera de ambiente, que, si se muestra animado, es por ella.

Alude a la hora que es, a sus padres y con cierto pensar al hecho de que ya cuenta las horas hasta que Manuel se tenga que marchar de regreso a Toledo y que ella pretende aprovechar. Se muestra preocupada por su bienestar, porque el domingo sea un día provechoso, aunque por otro lado pueda parecer que con ello, en realidad, le está echando de su vida

¿Ya me quieres echar de tu vida? – Le pregunté con complicidad, aunque entendía que no era esa su intención.

Manuel

Ana le deja claro que no, que en contra o a pesar de lo hablado en el coche o de la actitud que ella haya podido mantener con él a lo largo de todo el día, no se le ha pasado por la cabeza terminar con la relación, tan solo espera que se vaya a Toledo para que una vez allí no reprima su deseo de regresar, que durante el tiempo que estén separados se echen de menos mutuamente

¡Tú no vuelvas y verás lo que pasa! – Le respondí en tono amenazante. – Te hará falta más que buena voluntad para que no te lo tenga en cuenta. – Le advertí.

Ana

Origen