Introducción
Domingo, 26 de octubre de 2003. (17:45)

A mi madre aún le dio tiempo de ver cómo se alejaba el coche, porque coincidió con que llegaba en el bus en aquellos momentos y se sorprendió un poco al encontrarme allí, hasta que se percató de que había salido a despedir a Manuel.
Manuel se ha marchado
Con la marcha de Manuel se termina este complicado fin de semana. Ana se queda con la pena en el corazón por la separación y la expectativa de volver a reunirse pronto, a ser posible antes de un mes, porque ella tiene la agenda un poco apretada por el trabajo y él tampoco quiere abusar en exceso de la hospitalidad de los padres, que eso de meter al novio en casa cada vez que vaya tampoco es solución.
Al menos, en esta ocasión, Ana se queda con la tranquilidad de saber que sus padres no se cierran a la posibilidad de que Manuel regrese, a diferencia de lo sucedido en julio cuando se lo presentó y no les causó muy buena impresión. Tampoco es que el concepto haya cambiado de manera radical y a mejor, pero empieza a percibirse una mejoría, una aceptación por parte de éstos.


Lo mejor del fin de semana es que ahora su relación de pareja se ha hecho oficial y en ese sentido ha habido un gran avance. Ya todo el mundo se ha mentalizado de que Ana vuelve a tener novio y que, aunque éste no sea el mejor del mundo, este chico empieza a merecerse una consideración, porque es como si se tratase del corazón de Ana.
Tan madre como siempre
Como sabemos, la madre de Ana ha estado ausente y desaparecida desde primera hora de la mañana, por cuestiones que tan solo una madre puede atender, dado que Ana no es hija única, ni tampoco la única que da esos sustos y quebraderos de cabeza en esta familia, porque a los hijos hay que quererlos, pero en ocasiones se vuelven un tanto exigentes.
Ha estado en casa de José, porque hay cuestiones de familia que es mejor no tratar cuando hay desconocidos en casa, por preservar la privacidad de la familia y mantener intacta esa imagen de familia idílica y perfecta que no da pie a habladurías. Mejor mantener una cierta discreción sobre ciertas cuestiones, porque a pesar de la visita de Manuel, el mundo sigue girando y el reloj no se detiene.
El caso es que Ana y su madre se encuentran en la calle, en cuanto Ana se percata de la presencia del bus urbano en la parada y que de éste ha descendido la madre. Al menos, no parece que el bus y el coche hayan coincidido, de manera que Ana no tiene que preocuparse por haberse mostrado demasiado cariñosa, aunque ello dependerá de lo que el padre haya tenido ocasión de observar desde la ventana, si estaba mirando.


En cualquier caso, por el aprecio que la madre siente por Manuel, ya son horas de que éste se haya marchado, que no haya habido un inesperado cambio de planes que le obligue a quedarse otra noche, dado que muy probablemente también lo echen de menos en su casa y les preocupe eso de que se haya pasado todo el fin de semana fuera con una chica.
¿La suegra malvada?
Pero, en esta historia, al menos no es la pretensión de Victoria, la madre de Ana, convertirse en la suegra malvada, aunque tampoco entre en sus planes convertirse en la mejor suegra del mundo. Lo que a ésta le importa es lo que sus hijos opinen de ella y en ese sentido ninguno tiene quejas al respecto.
Ella es una madre dedicada, comprensiva. Una madre en la que sus hijos saben que se pueden apoyar siempre que lo necesiten, que sabe estar en su lugar en cada circunstancia. Por lo cual, si Ana ha escogido a este chico, aunque no sea de su total agrado ni aprobación, la respaldará y hará el esfuerzo porque este chico se sienta como en casa cada vez que venga de visita.
Como le da a entender a Ana, si llega a esa hora y no antes o más tarde, ha sido por causa del bus, que estaba al tanto de cuándo se marchaba Manuel y ha querido despedirse, pero no ha llegado a tiempo. Quiere dar a entender que su ausencia de esta mañana ha sido del todo repentina, forzada e inevitable.
Manuel podrá venir de visita siempre que quiera, siempre que este noviazgo no se vea interrumpido ni frustrado por una falta de entendimiento dentro de la pareja, que no sea Victoria quien bloquee la puerta a la menor sospecha de que Manuel piensa acercarse por allí. Ana tiene que ser feliz, vivir la vida y si este chico es quien le saca una sonrisa y le da palpitaciones en el corazón, habrá que aceptarlo.


Ana ya conoce a su madre
De todos modos, casi mejor que Manuel no sea demasiado consciente de este cambio de parecer por parte de Victoria, aunque esto se haya debido a los acontecimientos del fin de semana o a haber tenido una oportuna conversación con el hijo mayor e incluso ante la constatación de que los tres hijos ya son adultos y capaces de asumir las consecuencias de sus decisiones.
A Ana le conviene que Manuel se sienta un tanto atemorizado por la actitud maternal y protectora de su madre, por eso de que ésta primero saca la zapatilla y después pregunta qué ha pasado y quién ha sido el responsable.
Ana se hace respetar a través de este juego, de manera que Manuel se pueda hacer a la idea de cuál será la reacción de Ana en caso de que éste la haga enfadar, por lo cual convertir a Victoria en algo así como un hada madrina, una suegra ideal, hace que el truco pierda todo el efecto y la gracia.
Ana cuenta con el respaldo y apoyo de sus padres, de manera que, aunque ésta tenga una personalidad, un carácter serio, mejor que Manuel no se piense que se dejará manejar ni manipular como si fuera una chica ingenua por el hecho de retenerlo a su lado.
El hecho de presentar a Victoria como una madre protectora se puede entender más como una clara exigencia, que Ana tampoco admite a su lado a cualquiera, aunque ante su madre lo presente casi como al primer tonto que se ha encontrado por la calle y porque no hubiera ninguno menos desacertado.
Se puede decir que ese carácter fuerte de la madre es un motivo para pensar en lo fuertes y firmes que son los sentimientos de Ana hacia Manuel, ya que, a pesar de ser consciente del parecer de su madre hacia los chicos que se le acerquen, ella lo ha elegido a él.
Presentar a Victoria como una madre demasiado comprensiva y benevolente con Manuel no es algo que a éste le beneficie en modo alguno. Es más, para ejercer de «bueno» en esta historia ya está el padre, quien tampoco deja de lado ese carácter serio y firme, pero tampoco es algo que defina al personaje.

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