Etiqueta: Esperando a mi Daddy
Wednesday, September, 6, 1995 06:20 AM
Miércoles, 6 de septiembre de 1995: Mochila o Maletas
06:20 AM. Mi habitación.
Suena el despertador. El calor de las sábanas es un frágil escudo contra la mañana, y estiro un brazo solo para silenciar la alarma, hundiéndome de nuevo en la almohada. No quiero levantarme. No hoy.
—¡Arriba, dormilona! ¡No llegues tarde al bus! – Me ordena Ana, con la cabeza asomada por la puerta. – Si quieres dormir más, ya conoces la solución.
—Voy – murmuro contra la tela, un sonido sordo que significa «déjame en paz».
1. Dos Minutos de Tregua
Su voz regresa, afilada como un cuchillo.
—Te concedo dos minutos o te saco por las malas.
Me quedo quieta, desafiante, aferrada a los últimos segundos de calor. Es una batalla silenciosa que libro cada mañana y que siempre pierdo. Ana es infalible.
—¿Te mueves? – pregunta, y su tono ahora es grave. – Ya han pasado los dos minutos. Es a ti a quién le ha de preocupar cómo sales esta mañana por la puerta: con la mochila para ir a clase o con las maletas para cambiar de residencia.
Mochila o maletas. El ultimátum me golpea en el estómago, un nudo helado de ansiedad. Un fogonazo de rabia, seguido por el pánico de siempre. Cambiar de residencia significa desaparecer del único lugar donde Daddy podría buscarme. La rendición sabe a ceniza.
—Voy. Tan solo me estiraba – miento, incorporándome con una lentitud calculada para salvar el poco orgullo que me queda.
—Mejor que te estires mientras vas camino del cuarto de baño – zanja ella, implacable. – Si pretendes perder tiempo, a mí se me ocurren otras maneras más provechosas, pero no creo que sean de tu agrado.
2. El Peso de un Nuevo Curso
Me quedo sentada en el borde de la cama, escuchando sus pasos alejarse. Con el fin del verano, St. Clare’s ha vuelto a la vida. Las otras chicas han regresado, y sus risas y sus historias sobre las vacaciones rebotan por los pasillos. Mientras ellas deshacen maletas llenas de recuerdos, sobre mí pesa una única condición para poder quedarme. Soy la «novedad» de este año, la única que asiste a Medford High. Una excepción. Y las excepciones siempre penden de un hilo. Ese hilo tiene nombre: la condición es que estudie y aprenda español, lo cual habré de hacer por mucho que la idea no me convenza. Es la píldora amarga que tengo que tragar cada día para mantener mi puesto de vigía.
3. La Decisión: MHS o Matignon
Me levanto. La amenaza de Ana no es una broma. O voy al MHS y cumplo, o me envían a Matignon High. Perder esta habitación, este lugar… es impensable. No puedo permitirlo. No mientras exista la más mínima posibilidad, por remota que sea, de que Daddy venga a buscarme aquí. Cada paso hacia el MHS es un paso que doy por él. Cada día que aguanto aquí es un día más que le doy para que me encuentre. Por eso, me he hecho el firme propósito de que seré buena, que, si me quiero quedar aquí, más vale que ceda un poco en mis reticencias. Soportaré la tortura del español. Lo haré por él.
4. La Promesa de un Voto de Confianza
Media hora. Es todo el tiempo que tengo para vestirme, asearme, desayunar y salir. Que me dejen ir sola hasta la parada del autobús es algo nuevo. Ana lo llama un «verdadero voto de confianza y de madurez», pero sé lo que significa en realidad. Soy la única que acude al MHS y a quien se le ha dado una mayor libertad, aunque también se espera que sea un poco más responsable que el resto y no abuse de este voto de confianza. Más presión. Como cada día al volver, preguntaré si hay noticias de Daddy. Y como cada día, la respuesta será no. Pero algo es diferente esta vez. Nunca hay que perder la esperanza y, después del viaje de este verano, supongo que tengo motivos para sentirme más ilusionada. Ana no me dijo dónde fuimos, pero esa ciudad amurallada sobre una colina, rodeada por un río… sospecho que era España. Quizá Toledo. Quizá mi esperanza no sea solo un sueño.
5. Hacia la Parada: Un Nuevo Comienzo
A las 07:00 AM, salgo de la casa y camino hacia Fulton Street. Las recomendaciones de Ana resuenan en mi cabeza: causa buena impresión, haz amistades, sonríe. Es fácil decirlo. Ser la única del St. Clare que va al MHS me hace sentir como si empezara de cero, completamente sola. Tengo una habitación para mí, sí. Un «privilegio con trampa», como dice Ana. Me aísla y, al mismo tiempo, me recuerda que mi situación es precaria. En cuanto los administradores se cansen de mí, les costará poco mandarme a Matignon High.
6. La Conclusión de la Mañana
Mientras espero el autobús, la decisión de esta mañana se siente definitiva y clara. No la ha tomado Ana. La he tomado yo. Por mucho que odie cada segundo de la clase de Spanih, hay cosas peores que una asignatura. Hay silencios que pesan más. Después de todo, prefiero cargar con la mochila hasta el Medford High antes que con las maletas a Matignon High.

Origen
- Esperando a mi Daddy. Wednesday, September, 6, 1995 página 1
- Conversacion con Jessica// Gems
- NotebookLM- Analisis Wednesday, September, 6, 1995

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