Lista de lo visitado hasta ahora: (ver lista en pagina aparte)
Introducción
Tras haber pasado por delante de lo que hasta finales del siglo XIX era la puerta de la iglesia de San Torcuato, seguimos por la calle San Torcuato en busca de nuevas curiosidades y aventuras. Y en nuestro caminar nos encontramos con otra de esas típicas cuestas de Toledo, en las que si no te llevan hacia arriba, te llevan hacia abajo, en función de por donde accedas a éstas. en este caso, la cuesta es de bajada y se llama «Cuesta de la reina», por lo cual entiendo que quien le dio nombre lo hizo porque veía en sentido contrario o porque dependerá de si se aleja o acerca del centro de la ciudad se le da una denominación u otra «Cuesta»/ «Bajada».

En nuestro caso, como queremos evitar los escalones, no nos queda otro remedio que ir hacia abajo, hacia la derecha

Al llegar al cruce con la calle de San Bartolomé, a la izquierda nos encontraremos con el convento de las religiosas Terciarias de la Divina Pastora y el colegio que éstas dirigen, unidos por un cobertizo moderno y sin mayor interés turístico ni histórico.

Como curiosidad decir que por aquí se llega a la plaza del Juego de Pelota,

Si seguimos desde el cruce, hacia la derecha por la calle de San Bartolomé, nos encontramos a a derecha con los muro de la iglesia de San Bartolomé y a la izquierda con lo que en su época fue un palacio y en la actualidad es un alojamiento turístico

Palacio de Pantoja y Angulo.

Apartamento histórico en el casco antiguo de la ciudad de Toledo, edificio construido en el siglo XV y restaurado en 1996 de estilo mudéjar, situado en pleno casco antiguo consta de una sala de estar, dormitorio y planta sótano con cuevas y hornacinas de siglos anteriores posiblemente romanas habilitada como sala de TV y ocio, dispone en la planta baja de 1 dormitorio, cuarto de baño individual con agua caliente y ducha, y cocina con cafetera, microondas y tostadora para que los desayunos sean completos.
Lo que hace que el palacio de Pantoja y Angulo sea un lugar especial es su entorno perfectamente conservado, el patio toledano interior lleno de plantas y artesonados de madera tallada, el contraste de la piedra y la construcción que los siglos han vivido, hace que nos traslademos en el tiempo y poder disfrutar de una experiencia que no olvidaremos fácilmente.
Lo que nosotros buscamos es algo donde podamos entrar, curiosear, de manera que
Iglesia de San Bartolomé

La iglesia de San Bartolomé es un edificio de alzado bajomedieval modificado en el siglo XIX para servir como convento de monjas. Ha preservado elementos de estilo mudéjar. Fue incorporada en 1877 como iglesia conventual al monasterio de Jerónimas de la Reina.
Mencionada documentalmente por primera vez en el año 1145, la Iglesia de San Bartolomé es una de las iglesias de estilo mudéjar con que cuenta la ciudad de Toledo. Los recientes descubrimientos llevados a cabo por el Consorcio de Toledo, en los que se ha hallado una tumba antropomorfa a la entrada de la torre que podría corresponderse con la del mecenas o constructor de la iglesia, la convierten en una de las más originales y ayudan a datar su construcción pues estos enterramientos, propios de la Reconquista, se asocian casi siempre a obras de finales del siglo XI o comienzos del XII.
Torre
La parte más antigua de la iglesia es la torre que deriva de un alminar musulmán; su estructura interior es de planta con machón macizo central y uso de bovedillas escalonadas de ladrillos en saledizo y en el exterior utiliza el aparejo de mampostería encintada, en cajas muy estrechas, con la presencia de una ventana, con doble arco de herradura y alfiz. Podría fecharse en la primera mitad del siglo XIII.
En la actualidad está englobada en la nave del Evangelio, pero que en su origen fue una construcción exenta. Su condición de medieval fue descubierta en 1940, durante una campaña de restauración en la que se retiró el revestimiento que la cubría. Deriva directamente del alminar musulmán, como la de Santiago del Arrabal, con la que presenta evidentes semejanzas, tanto en la estructura interior —lanta con machón macizo central y uso de bovedillas escalonadas de ladrillos en saledizo— como en el exterior —aparejo de mampostería encintada, en cajas muy estrechas—, y sobre todo por la presencia de una ventana, con doble arco de herradura y alfiz, idéntica a la de Santiago del Arrabal. Podría fecharse en la primera mitad del siglo XIII; si bien, algunos autores, le confieren mayor antigüedad.
Alzado
En la iglesia se perciben varias reconstrucciones que han modificado la planta primitiva. La cita más antigua de la misma es de 1145; pero el ábside central, que sigue un modelo muy próximo al del Cristo de la Vega o San Vicente, no parece anterior a fines del siglo XIII. Como esos otros templos, su estructura correspondería a una iglesia de una sola nave; lo cual puede comprobarse en vista del grosor de los antiguos muros exteriores del ábside, incorporados en el actual presbiterio, y aprovechados a fines del siglo XV, para abrir pequeñas capillas.
La ampliación, de una a tres naves, planteaba un problema de integración, en la cabecera: incorporar las naves al ábside, ya construido, problema que se resolvió por medio de dos espacios cuadrados, cuyos paramentos exteriores repiten la organización del juego de arquerías del ábside central, donde el primer piso se compone de arcos de medio punto, el segundo de arcos califales con trasdós polilobulado y el tercero y superior de arcos califales con trasdós de arco de herradura. La proximidad de la fecha de construcción, entre éste y aquellos, justificaría la extraordinaria similitud en la técnica y tipología de los arcos, que les hace aparentar que constituyen una misma obra.
La planta de la iglesia es de tres naves, con cabecera absidial con arquerías al exterior, donde el primer piso se compone de arcos de medio punto, el segundo de arcos califales con trasdós polilobulado y el tercero y superior de arcos califales con trasdós de arco de herradura. La planta de las naves es regular y de proporciones correctas.

Las sucesivas reformas posteriores han modificado la estructura mudéjar, eliminando, sucesivamente, los elementos de esa época. Sin embargo, durante su reciente restauración, han aparecido dos soportes primitivos, en el extremo de los pies de la arquería del evangelio, que muestran extraordinaria semejanza con los pilares de Santa María la Blanca: Son igualmente de forma octogonal, en ladrillo y presentan el mismo tipo de imitación de capiteles, mediante un revestimiento de estuco; incluso coincide, en ambos casos, tanto la organización decorativa, a base de una serie de tallos entrelazados sobre esquema de rombos, combinados con motivos vegetales, como los bordes de canto y los remates de volutas, que encierran bolas y piñas.
Capillas
Desde fines del siglo XV se inician las obras que van a modificar la primitiva estructura. En el tramo del presbiterio, aprovechando el grosor de los muros, se acomodan dos pequeñas capillas funerarias.
Durante la segunda mitad del siglo XVI se lleva a cabo la remodelación interior de la cabecera de la Epístola, conservando el muro exterior mudéjar. La nueva capilla, dedicada a Santa Catalina, se atribuye a Nicolás de Vergara el Mozo, por su parecido con la sacristía del monasterio de San Pedro Mártir. Posteriormente, se fueron añadiendo otras capillas, como la que sirvió de enterramiento a don Juan Cornejo y a su mujer, doña Felipa de Ortega, situada en la cabecera, y la de Nuestra Señora de Loreto, o del «Lorito», construida según condiciones de Jorge Manuel Teotocópuli, situada a los pies de la nave del Evangelio.
La iglesia siguió sufriendo transformaciones con el paso del tiempo, debidas, siempre, a su mal estado de conservación, siendo, quizás, la obra de mayor envergadura la realizada tras el desplome, en 1870, de la nave de la torre, que hubo de ser completamente rehecha.
Fue incorporada en 1877 como iglesia conventual al monasterio de Jerónimas de la Reina, cuando esta comunidad ocupó el edificio inmediato, por donación de la emperatriz Eugenia de Montijo. Tras la restauración acometida en 1957 ha servido como casa sacerdotal y es, actualmente, Seminario Mayor. A pesar de las sucesivas adaptaciones, necesarias para estos usos, se mantiene la estructura del antiguo palacio renacentista, con claros indicios de una profunda renovación en el siglo XIX, organizado con dependencias en torno a un patio irregular. El palacio y la iglesia estuvieron, primitivamente, separados por un callejón hasta 1877, año en que se les unió mediante el muro que hoy puede verse a lo largo de la bajada de San Bartolomé.
En 1998 la iglesia fue declarada Bien de Interés Cultural con la categoría de Monumento.
Como curiosidad final os dejo esta imagen de los relieves visigóticos que aparecieron en la torre al retirar el revoco que los ocultaba. Para mí son los más bonitos y originales de la ciudad:
Si queremos seguir curioseando por los alrededores de la iglesia, bordearla, nos encontraremos con alguna que otra curiosidad como el Antiguo Convento de las Jerónimas y la puerta al museo del convento de Santa Isabel, que ya visitamos en su momento, (De palacio a convento) porque, como ya he comentado que sucede en Toledo, crees que te has alejado ciudad y media de un sitio y te lo encuentras a la vuelta de la esquina. En este caso, para llegar a la iglesia hay que subir por la Calle Santa Úrsula y girar por la travesía de Santa Isabel, por donde está el cobertizo.
Antiguo Convento de Jerónimas
El primer Convento de Jerónimas de la Visitación, o de la Reina, estaba situado en la Cuesta de la Reina. Ni de él, ni de su Iglesia, terminada de construir en 1592, hemos podido encontrar ningún resto arquitectónico. Y ello a pesar de la existencia de ambos en 1857, cuando Sixto Ramón Parro nos habla en su magnífico libro «Toledo en la Mano» sobre este convento y su Iglesia en tono de presente.
Su origen se encuentra en un beaterio sin votos ni clausura fundado por doña Teresa Hernández en 1370. Ésta era una dama de la Reina Doña Juana, esposa de Enrique II, Rey de Castilla entre 1366 y 1379. Posteriormente, se hicieron monjas bajo la regla de San Jerónimo y la advocación de la Visitación de Nuestra Señora. El sobrenombre de «La Reina» lo recibió de las gentes del lugar por las muchas visitas de la Reina Doña Juana. En 1836 y debido a la desamortización de Mendizábal, las monjas tuvieron que abandonar el convento, acogiéndose en el otro convento femenino de la misma Orden en Toledo: el de Jerónimas de San Pablo.

Diez años después, solicitan y obtienen permiso del Gobierno para volver a su propio convento, encontrándolo muy empobrecido y habiendo perdido la Iglesia todos sus cuadros. En él permanecieron hasta 1877, cuando se trasladaron a un antiguo palacio que había pertenecido a los condes de Montijo y que la Emperatriz de los franceses, Eugenia de Montijo, cede a las monjas. Este edificio y su portada del siglo XVII es el que vemos en la fotografía. A partir de entonces, se utilizó la Iglesia de San Bartolomé como templo conventual. Posteriormente, las monjas Jerónimas de la Reina abandonarían Toledo por motivos económicos, trasladándose a otro convento de su misma Orden en la provincia de Córdoba.
Convento de Santa Isabel
Este patio-claustro se encuentra situado en la calle Cristo de la Parra «Convento de Santa Isabel»
Hasta el doctor Moraleda llegó el recuerdo del Crucifijo que dio nombre a la calle y al callejón, diciéndonos que “estaba cubierto por una parra”. En efecto, la imagen existió, o al menos existía a finales del siglo XVIII, aunque ya habría desaparecido antes de 1841 y sólo subsistía la planta trepadora, nombre que fue recogido en el Callejero oficial de 1864. (Fuente: Historia de las Calles de Toledo)
En el barrio de Santo Tomé, situándonos en la plaza de San Salvador, ésta se divide en cuatro salidas, hacia las calles Santo Tomé, Rojas, Trinidad y Santa Úrsula. Tomamos la última, que es de bajada y continuamos hasta llegar a plaza del Juego de Pelota, continuamos y dejamos a nuestras espaldas el ábside de la Iglesia de San Bartolomé, y justo a continuación comienza la calle Cristo de la Parra, y en la primera puerta a la izquierda, nos encontramos con la entrada al patio que vamos a describir.
El patio-claustro que visitamos se llama de la Enfermería, ha sido restaurado por el Consorcio de la Ciudad de Toledo. Es el núcleo central del palacio edificado por Don Pedro Suárez de Toledo, hijo de Don Diego Gómez y Doña Inés de Ayala. Esta identificación se ha hecho gracias a la decoración heráldica que aparece en el alfarje de la galería baja del patio. La cronología la fija Martínez Caviró entre 1374 y 1375.
En 1477 se fundaba en Toledo un segundo convento de religiosas franciscanas bajo la advocación de Santa Isabel de Hungría, una de las personalidades más relevantes de la Orden seráfica. El nuevo monasterio fue obra de una dama toledana emparentada con los Reyes Católicos, doña María Suárez de Toledo, hija de Pedro Suárez y Juana de Guzmán, señores de Pinto, la cual, por su austeridad extremada de vida, fue conocida con el nombre de sor María la Pobre. (Textos: Juan Meneses Revenga y Antonio García Ramírez)
Las dependencias del antiguo palacio se distribuyen en torno al patio-claustro de planta ligeramente rectangular definido por columnas ochavadas de ladrillo. En planta baja se conservan tres yeserías que dan acceso a los salones localizados en las crujías norte, sur y oeste. La tipología de dos de las tres yeserías es muy común en el mudéjar toledano, siendo el arco angrelado una de sus principales señas de identidad. El tipo de decoración de ambas, tanto del alfiz como del intradós, es vegetal, estimándose su fecha de realización en torno a la segunda mitad del siglo XIV. Aparte de este patio de la Enfermería, hay otros dos patios-claustros mudéjares llamados de los Laureles y de los Naranjos que no podemos ver por estar dentro de la clausura, éstos y el que nos ocupa también tienen acceso por la plaza de Santa Isabel, tras pasar una portada de interesante heráldica que se estima proceda del siglo XIV. (Texto: Consorcio de Toledo)

La Iglesia de San Bartolomé / TOLEDO OLVIDADO
Cristo de la Parra, Calle ”Convento Santa Isabel” (patiosdetoledo.es)
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