Entrada reeditada y corregida
Introducción
Si en la entrada de ayer (¿Alguien tiene hambre?) hacía mención a la gastronomía en el libro «El Ingenioso hidalgo Don Quijote de La Mancha», esta vez me centraré un poco más en cómo he aplicado yo ese ejemplo en mi estilo de escritor, en cómo he conseguido de una manera un tanto personal encajar lo relacionado con la comida en mi novela.
Se supone que es una gastronomía actual, del día a día, de andar por casa, como aquel que dice. Dado que, salvo en contadas excepciones, mis personajes son gente bastante normal. Y las excepciones, si se quiere considerar alguna, tampoco es que coman nada diferente al resto, porque, incluso aquellos que se supone pueden acudir a restaurantes de lujo, se terminan tomando una cerveza y unas aceitunas en el bar de la esquina.
La novela está llena de ciertos detalles de comedia o de jocosidad, porque esa alegría supone una ruptura con la rutina, con el desánimo que pueda haber en otros momentos o escenas, como eso de que Jessica se sienta imponente ante la evidencia de que no recibe noticias de Daddy y tampoco tiene la certeza de que éste exista en realidad o haya alguien que haya contactado con él y le hayan llegado a hablar de ella. Mantiene la duda y la incertidumbre de si Ana le ha localizado y se lo oculta con intención de motivarla o porque éste, en realidad, no quiere nada con ella. ¡Es para deprimirse!
Con esto no quiero dar a entender que en el hecho de comer esté la respuesta a todas las penas. La comida es un momento para confraternizar con los amigos, para relacionarse con los compañeros y, como ya he dicho, para romper un poco con lo cotidiano y pensar un poco más en las necesidades propias, en llenar el estómago.
Sándwich de Jessica
Bacon sandwich
Uno de esos momentos de jocosidad, de rebeldía personal contra las propias circunstancias, en los que el hecho de comer supone, de algún modo, una cierta liberación y a la vez venganza contra las frustraciones, es el momento del almuerzo. Esas ocasiones en las que tampoco hay tiempo para muchas distracciones y Jessica se conforma con algo rápido y económico para salir del paso, porque además, según tengo entendido, o al menos es la idea que se transmite en la novela, la comida del medio día suele ser ligera. Que si los españoles somos de sentarnos a la mesa, de servilleta sobre las rodillas y platos llenos y sobremesa larga, en Medford, son, más bien, de ir con prisas y darle un poco más de importancia a la cena.
La cuestión es que lo que para el resto del mundo es el típico sándwich de Bacon, («bacon sandwich»), ella le da su particular denominación como «Spanish sandwich» por asociación de ideas, dado que su profesor de la asignatura de Spanish en el high school es Mr. Bacon. De manera que recurre a esta denominación tan personal como una manera de desahogo.
¿A quien no le gustaría comerse a ese profesor que nos ha torturado? Aunque en el fondo también lo haga desde el respecto y, en cierto modo, como homenaje, a modo de gratitud, dado que, gracias a éste y, por lo que se cuenta en la novela, empezó a superar el trauma que hasta entonces le había causado ese idioma y asignatura. Jessica entiende que, a pesar de su cabezonería y resistencia, Mr. Bacon ha sabido ver en ella ese potencial, lo que esconde tras esa fachada de frialdad.

Otros sándwich
De vez en cuando también se toma otro tipo de sándwiches, porque, en lo referente a comidas y alimentación tampoco le quiero robar personalidad al personaje y se entiende que es una chica que dentro de sus posibilidades, y por la educación recibida, le gusta cuidarse, aunque de una manera y con una mentalidad moderada y de acuerdo con sus circunstancias, ya que mientras está en el internado se supone que se mantiene bajo la supervisión de las tutoras, aunque en algún momento sí llega a demostrar un poco más de obsesión por eso de tener buen aspecto para el día del baile de promoción. Como eso de alimentarse a base de zanahorias para intentar mantener el peso, sin que el personaje como tal se caracterice por exceso. Pero es que los chicos en ocasiones son un tanto exigentes y ella lo hace por gustar, por demostrar que pretende quedar bien delante de todo el mundo.
Vegetal sandwich
El caso es que en varias ocasiones, con más frecuencia que con el de bacon, se toma un sándwich vegetal, lo que acompaña con una manzana u otra pieza de fruta. Es un detalle curioso de la novela, pero la alusión a la pieza de fruta va unido a este tipo de sándwich, como queriendo resaltar que, al menos desde el punto de vista del personaje, se plantea como una alimentación mucho más sana y saludable. En todo caso, he de admitir que no se hace un listado muy detallado de sus ingredientes. Más por el hecho de dejarlo a la consideración del lector que por ser demasiado detallista al respecto. Ya que, en este caso, se trata tan solo de su alimentación. No tiene ningún trasfondo. Pretendo dar a entender que es una chica que se cuida, que, con independencia de sus circunstancias personales, le importa su salud.

Mixed sandwich
Otro de los sándwich a los que se alude en la novela y a los que se puede decir que le he dado una cierta relevancia dentro de la novela, es al de queso, supongo que debería decir de jamón cocido y queso. Con independencia de la frecuencia con que se los llegue a tomar, porque es comprensible deducir que por su costes supone un ahorro para su bolsillo, frente a lo que puede suponer una comida un poco más suculenta. Aparte de que sea una alternativa socorrida para esas ocasiones en que no se quiera molestar en perder tiempo en la cocina.

El detalle o la curiosidad de este sándwich en la novela está en que Jessica tiene preparado uno para después del último examen de la asignatura de Spanish, en 9 Grade, junio de 1996, cuando se supone que está en juego su futuro, porque, si suspende este examen, suspende toda la asignatura y ya puede ir pensando en hacer las maletas. Porque, si no la mandan a Toledo para que busque a Daddy por su cuenta, o se haya de trasladar al otro internado, a donde van las chicas de su edad, para que se lleve un buen susto cuando se vea sola y desamparada, que se convenza de que con esas actitud de rebeldía y negatividad no le conduce a nada bueno.
El hecho de que se haya preparado ese sándwich, quizá sea la misma evidencia de la confianza que tiene en sí misma o, más bien, en que nadie será capaz de llevar a efecto esas amenazas. también puede entenderse como otro de los muchos detalles que tiene Ana con ella, que por encima de esa testarudez suya, aún cabe la posibilidad de que se produzca ese cambio en su mentalidad, el milagro, y aunque tan solo sea por una vez, ese deseado aprobado en la asignatura de Spanish, no sea por la benevolencia del profesor, por no amargarle el futuro, sino por los méritos y el interés de Jessica.
Como detalle he de aclarar, ya que esa parte de la novela aún no esta en la web, que debido a un percance que Jessica tiene a mediados de abril, ha pasado unas cuantas semanas sin poder asistir a clase con normalidad. Tiene una caída un poco seria que le dificulta moverse de la cama, aunque en vez de librarse de acudir a clase de Spanish, es el propio Mr. Bacon quien la visita una hora a la semana todos los martes, de tal manera que esa evaluación va más allá de las aulas, porque aparte de que Jessica haya de seguir las asignaturas desde la distancia. Mr. Bacon le impone una pequeña tarea extra, como si le diera clases particulares.
La cuestión es que superado el trámite de este particular examen, al que ya he hecho mención en el blog en varias ocasiones, Mr. Bacon la retiene con intención de mantener una última charla con ella y explicarle el motivo de esa nota final de curso. Al despedirse para que se pueda ir al descanso hace un último intento por confirmar su sospecha de que Jessica sabe y entiende mejor el español de lo que quiere dar a entender.
Mr. Bacon: No, ya no te retengo más. – Me contesta. – [Habla en español] ¡Qué le aproveche el “bocata” de queso! – Me dice.
Jess: Gracias, pero es de jamón cocido. – Le aclaro con total naturalidad.
Wednesday June 12, 1996
Bocadillo español
Otro de esos bocadillos destacables en la vida de Jessica se lo compra en su llegada a España, cuando toma la iniciativa de ser ella quien acuda en busca de Daddy, con la certeza de que al menos éste es alguien real y que, si no sabe quiere saber nada de su existencia, al menos se parece intuir que la conoce. en ese sentido he de aclarar que Ana guarda silencio, que no confirma ni desmiente nada, salvo el hecho de que con cierta jocosidad en algún momento llega a decir que ya ha hablado con él, aunque parece que es más con intención de que Jessica no desista de en ese anhelo por conocerle en persona.
La cuestión es que ante la evidencia de que Daddy no acude a buscarla al aeropuerto, aunque ella le haya avisado de sus intenciones, sin tener la certeza de que le llegue el mensaje a tiempo, destino o que éste le vaya a responder, y se las tiene que apañar para ir hasta Toledo. Por el camino, en la estación de autobuses, se compra un bocadillo y una botella de agua porque ya le aprieta el hambre, aparte de la frustración de sentirse un tanto abandonada o que sus expectativas no se ven cumplidas.

Dejaré que el hambre me venza y me compraré un bocadillo y una botella de agua. Mi ilusión sería que Daddy ya estuviese conmigo y que esta primera comida fuera en su casa; sería la ocasión de comer en familia y sentirme a salvo. Desde que estoy en España la verdad es que mi principal preocupación ha sido permanecer a la vista. He reprimido en lo posible mi necesidad de ir al cuarto de baño del aeropuerto, por si Daddy apareciese. Sin embargo, creo que es hora de que me relaje y piense un poco más en mis necesidades. No es muy probable que Daddy y yo nos encontremos aquí. En el hipotético caso de que ello sucediera, no creo que me reconociera y yo tampoco me fiaré del primer chico que se me acerque y me diga que es mi padre, salvo que tenga alguna prueba irrefutable que me convenza. En todo caso, tampoco es mi deseo que todo el mundo conozca de mis intenciones porque ya me siento bastante perdida y desamparada. Prefiero dejar aparcados a un lado mis agobios y centrarme un poco más en mi situación y necesidades actuales. Me tomaré un pequeño descanso antes de ponerme en marcha, porque no quiero que ni los nervios ni la impaciencia provoquen que me confunda de autobús ni de destino.
September 30, 2004. 03:35 PM South Bus Station Madrid
Bocatas de las Twins Twist
Las gemelas Twist también tiene su particular historia con los sándwich, pero en su caso, su implicación en la novela no esta tanto en su vida en Medford, sino, más bien en el contraste que supone para un par de adolescentes ese cambio de vida, encontrarse en España, que sin verse en la tesitura de tener que sobrevivir por su cuenta, porque se entiende que Daddy y Jessica asumen de manera adecuada ese papel de familia de acogida, ello no es impedimento como para que no vivan sus propias aventuras por Toledo, en esas ocasiones en que les dar una cierta libertad para vayan donde y hagan lo que quieran, siempre con una cierta prudencia y dentro de una zona delimitada de la ciudad.
La idea o el planteamiento que me hago con respecto a este par de personajes es que, a diferencia de lo que sucede con Jessica ellas no están tan mentalizadas de este cambio en sus vidas y por lo cual se sienten un poco más perdidas, aunque se manejen mejor con el idioma y demuestren menos reparos en adaptarse. En todo caso, su juventud, su ingenuidad y hasta cierto punto su curiosidad les lleva a descubrir cosas nuevas, no le tienen tanto miedo aventurarse a lo desconocido, siempre desde la certeza de que no hacen nada malo o que dentro de lo malo o arriesgado de su osadía, el peligro es más subjetivo que real.
En este caso, sitúo esta escena el 11 de septiembre 2008, 02:45 PM. en la Plaza de Zocodover. (Toledo) Narrado por una de ellas. Con estos bocatas, «sándwich» o «bocadillos», según los quiera considerar cada cual. Se dejan llevar por el apetito, por la curiosidad, por esos típicos carteles de los bares, en este caso, intentando hacer frente a la competencia de las cadenas de alimentación. Ellas tienen la valentía de probar algo propio de la gastronomía local, aunque desde un primer momento no lo hacen demasiado convencidas porque su desconocimiento les hace dudar.


Milly: ¿Te atreves con ese bocadillo de aros rebozados? – Me dice y señala una de las fotografías del cartel. – Yo creo que prefiero uno de esos que parece lleva ‘Spanish omelet’. – Me confiesa con prudencia
Becky: Vale. Me atrevo. – Le respondo decidida ante lo que parece un reto. – Pero tú invitas. – Le propongo para compensar. – Para beber, agua. – Le indico para no sobreexponer mi estómago ni aparato digestivo.
11 de septiembre 2008, 02:45 PM. Plaza de Zocodover. Becky
Bocadillo de tortilla española
El bocadillo de tortilla de patatas es un bocadillo muy popular en la cocina española elaborado con la tortilla de patatas. Se trata de un alimento barato, fácil de preparar, que se encuentra en numerosos puestos de restauración de estaciones de tren y aeropuertos españoles. Se sirve generalmente frío, y a gusto del consumidor se calienta en el momento de ser servido. Se trata de uno de los bocadillos más típicos junto con el de jamón serrano y el de calamares, que puede encontrarse en numerosos restaurantes de diversas ciudades españolas
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Milly es un poco tramposa, porque eso de la ‘Spanish omelet’ no supone ninguna rareza ni novedad. Ya en alguna ocasión, por ampliar nuestros conocimientos culinarios y como una lección práctica y domestica de la asignatura de Spanish, Ana nos la ha preparado, a su estilo, con huevos, aceite y patatas americanas. Supongo que aquí deben tener su propia receta local, más cercana a la original, que tal vez para Milly sea lo único que le supone un reto, que haya algún ingrediente que desconocemos e incluso que de por sí tenga un sabor diferente, aunque, al tratase de algo que se conoce en Boston, mal no debe saber. Aparte que aquí, en el país, debe tener muy buena aceptación, aunque en el tiempo que llevamos aquí aún no la hayamos probado. En casa Jessica prefiere prepararnos platos que nos resulten conocidos o, por lo menos, que no nos causen extrañeza. Por lo cual, cuando se entere que nos hemos aventurado por nuestra cuenta, es probable que haga uso del libro de recetas y nos sorprenda con algo distinto cada día o cada fin de semana. Daddy, por el momento, no ha demostrado iniciativas en un sentido ni en otro. Se deja llevar por el criterio de Jessica.
(…)
Milly: (Le un primer mordisco a su bocadillo) Sí, es ‘Spanish omelet’. – Me confirma. – Tiene un extraño sabor a cebolla y han untado el pan con mayonesa. – Me explica mientras se relame.
11 de septiembre 2008, 02:45 PM. Plaza de Zocodover. Becky
Bocadillo de calamares
El bocadillo de calamares o bocata de calamares es una especialidad culinaria muy frecuente en España consistente en calamares rebozados en harina y fritos en aceite que suele ser de oliva, o bien la versión más sofisticada que es todo lo anterior más una salsa de tomate picante y mayonesa con ajo similar a la de las patatas bravas. Se suele servir caliente, recién hecho.
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A la vista de mi bocadillo, en un principio, me quedo un poco contrariada, indecisa, sobre la conveniencia o no de darle un primer mordisco, a pesar de tener hambre y que, en principio, no huele mal, como a pescado. Son aros de algo gelatinoso que no soy capaz de reconocer a simple vista. Aros de algo rebozado con harina y pasado por la freidora. Como le he dicho a Milly, quizá se trate de sesos de rata muerta con aspecto comestible, aunque dado que se supone que de la dos yo soy la que obtiene mejores calificaciones en la asignatura de Spanish, debería saber de qué se trata, ¿Qué puede ser algo tan típico? Estamos en una ciudad del interior del país y, por lo que tengo entendido, las aguas del río no son aptas para el baño. Entiendo que tampoco para la pesca, menos aún para que se saque de ahí algo que sea comestible y rentable a la vez. Por lo cual muchas opciones no me quedan, porque no se me ocurre ningún alimento que necesite de esta preparación, salvo que se trate de algo raro a lo que se intente disimular su aspecto y sabor. Lo más fácil es pensar que se trate de algo artificial o de algún animal autóctono y poco conocido en América o de alguna receta extraña del lugar.
11 de septiembre 2008, 02:45 PM. Plaza de Zocodover. Becky
Las dos a la vez, vigilándonos con la mirada para que ninguna haga trampa, le damos es primer y tímido mordisco al aro que cada una ha escogido, ambas con cara inicial de repulsa, casi predispuestas a escupirlo antes de que nos deje un mal sabor o nos llegue a la garganta. Nos controlamos para ver quién de las dos tiene más aguante y se hace la valiente ante la otra, porque, si esta mañana hemos tenido narices de enfrentarnos a esos chicos por ocupar esas mesas, no deberíamos acobardarnos ante dos trozos de comida por los que presuponemos cualquiera se deleitaría y terminaría por chuparse los dedos. Tan solo queda por comprobar quién de las dos es la valiente y quién se acobarda, quién come con los ojos, que es lo que Ana nos solía recriminar cuando había algo que no nos gustaba y que tal vez sea lo que nos ocurre ahora, que estamos siendo poco juiciosas con nuestras apreciaciones y demasiada aventuradas en nuestras expectativas. Que tal vez nos hemos querido pasar de listas, de valientes y nos vamos a dar de bruces contra nuestra propia estupidez porque algo que temíamos acabaría en la basura puede que al final se convierta en uno de nuestras comidas favoritas, en nuestro vicio secreto, hasta que Jessica y Daddy nos lo den a comer en casa.
11 de septiembre 2008, 02:45 PM. Plaza de Zocodover. Milly
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