Porque no estuvo allí

Silencio en tus labios

Introducción

La novela “Silencio en tus labios”, tiene un único argumento y dos narradores.

Para la versión femenina, de Ana, la historia comienza la mañana del sábado 7 de octubre de 2000 con alusiones directas al campamento vivido y compartido el verano anterior: “Era verdad que había estado en el campamento y estaba muy ilusionada ante la idea de ver a la gente otra vez.”. (2º frase) «y el proyecto de un viaje a Toledo, a pasar el día

Sin embargo, en la versión masculina, Manuel, la historia comienza ese mismo sábado 7 de octubre, pero no por la mañana, sino a media tarde, concluido el retiro, en el momento de las despedidas: “A media tarde, tras la misa, finalizado el retiro, se produjo la habitual dispersión“. (1º frase)

En principio parece un detalle poco relevante, una manera de diferenciar a los dos personajes principales, a los dos narradores. Sin embargo, reflexionando sobre ese detalle se descubre que resulta un apunte fundamental para entender la novela, la diferencia entre las dos personalidades; cómo se enfrentarán uno y otro a los conflictos que se plantean a lo largo de toda la historia.

En esta historia, el personaje masculino ¿Por qué destaca?

  • ¿Es un príncipe?
  • ¿Es un héroe enmascarado defensor de la Justicia y los inocentes?
  • ¿Alguien cuya presencia y personalidad impactará de tal manera a la chica que ésta tan solo tendrá ojos y corazón para él?
  • ¿Es alguien con un pasado misterioso?
  • ¿Acaso es el malo de la historia?
El Zorro
Clark Kent. alter ego de Superman
Nadie puede reconocer a Superman cuando lleva gafas

La respuesta a todas estas preguntas o similares es un rotundo “NO”, sobre todo porque desde el primer momento Ana deja constancia de que ya tiene novio, Carlos. De igual modo que se constata en la versión de Manuel, aunque haya alusiones a una ruptura de la pareja y a un futuro emparejamiento entre los dos personajes principales de la novela.

¿Entonces? ¿Qué tiene de particular mi personaje?

Es fácil suponer que, como yo soy el autor de la novela y la he querido protagonizar, da igual la relevancia que tenga mi personaje, porque el final es previsible «¿a quién no le gustan los finales felices?» ¡Venga echarme flores a mí mismo! ¿No?

Frente a aquellos que más destacan por su personalidad y virtudes, que triunfe uno que resulta un tanto apocado siempre suele quedar bien en las novelas. Antes o después le ocurre algo que le sitúa en una situación por encima de los demás y, como suele decirse, se queda con la chica.

Beso final de la película «Pretty Woman»

Sin embargo, la relevancia de mi personaje se encuentra en estos primeros momentos de la novela. En estas primeras líneas y explicaciones está la explicación de todo; en el momento escogido por cada personaje para el comienzo de la novela.

La historia como tal, por lo que se deduce de la propia narración, comienza en ese campamento / convivencia de verano al que se supone que Manuel no ha acudido. Que siendo un punto de encuentro para todo el mundo, lo más destacable de mi personaje es que no estuvo allí.

Lo grave del caso, a lo que Ana hace una mención directa, es que sin haber acudido al campamento se contaba conmigo. De tal manera que esa ausencia de hace doblemente destacable.

Es un reflejo de mi propia personalidad, que, aunque a lo largo de la novela da la sensación de que nadie me tiene en cuenta, sin embargo, ahí aparece mi nombre en ese juego del amigo invisible. De tal manera que, además de no estar, queda constancia de que se me buscan de manera infructuosa, pero no me encuentran por ninguna parte.

No sólo no acude al campamento, sino que, además, mi personaje comienza su relato justo cuando se terminan las actividades de aquel retiro, de aquel sábado, en el momento de las despedidas, cuando se supone que, tras un tiempo sin haber estado en contacto con los amigos, cualquiera destacaría el hecho de volver a reencontrarse con ellos y poner de manifiesto que hay mucho que compartir.

Mi personaje lo pasa por alto, centra toda su atención y alusiones sobre Ana, la relación que ésta mantiene con su novio y hace mención al previsible desarrollo de la novela. Lo cual, en principio, hace que la novela pierda todo el interés, porque queda todo al descubierto.          

Como ella misma me explicó meses después, cuando ya tenía la suficiente confianza conmigo, había acudido a aquel retiro, no sólo por tener el sábado libre o por la oportunidad de venir a Toledo desde tan lejos, sino también, porque era miembro del grupo parroquial dentro del Movimiento y quería participar en una de las principales actividades mensuales del curso, aparte de pasar el día con los hermanos, entre los que por aquel entonces se contaba su novio, a través de quien había entrado en contacto con el Movimiento. 

Manuel. Sábado 7 de octubre, 2000

Pero, ¿tiene que estar en la novela?

A lo largo de la novela, de una manera un tanto indirecta y sutil se explican los motivos de esa ausencia y, sobre todo, se intenta que esa definición de mi personaje, estas primeras malas impresiones, cambien por completo.

No se oculta el hecho de que en algunos momentos de la historia se puede interpretar que para ciertos acontecimientos algunos personajes secundarios pueden pensar que es mejor que eso no cambie, que Manuel no debería formar parte de esta historia, incluso llegan a tener la tentación de ser ellos mismos quienes se autoexcluyen por no encontrarse con dicho personaje.

Sin embargo, hay quien, una vez que lo piensa con calma y supera esos lógicos recelos, entiende lo importante que es que mi personaje sea «el hombre que estuvo allí» para contarlo.

En el fondo la novela trata de esto, que no siempre es fácil «estar allí» que puede ser cualquier momento y circunstancia de la vida, con los amigos, el trabajo…. todo lo que implique una relación con los demás y se busca una solución al problema

¿Es la solución acertada? Como se dice en un momento de la novela, casi como el primer diálogo que hay en la novela, porque mi personaje estaba ahí para ser testigo de ello:

Como remate de mi inquietud, Ana le dijo: “¡Mamá, me he encontrado a este tonto ahí abajo!”. 

Manuel, 25 de julio 2003

Y después de encontrarse, la novela sigue porque esto no es más que el principio, aunque el primer beso, como los diálogos se harán un poco de rogar hasta que aparecen, porque partiendo de momentos distintos, las versiones de los personajes han de encontrar ese punto en común para caminar como si fueran uno solo.

Cuando parezca que por fin se han encontrado, será Ana quien decida marcharse, agobiada por su problemas de salud y un futuro marcado por la enfermedad y personajes que se añaden a esta historia y con los que no cuenta en el momento de tomar esa decisión «No estaban allí»

Están allí

Puede entenderse que como característica de esta novela, historia, para estar hay que ser narrador o ser un personaje secundario, por eso la novela se convierte en un trenzado de narradores en los que se roban protagonismo unos a otros, porque hay que estar para vivirlo, para contarlo.

Si hay que buscar un malo en esta historia es el paso del tiempo, el silencio, porque parece que la novela está lleno de momentos que no se han vivido, que no se comparten, a algunos de los cuáles se alude con posterioridad.

Ana se marcha de la vida de Manuel casi sin que nadie se entere, termina la primera parte de la novela y cuando comienza la segunda parte, Ana ya se ha marchado, ya no vive en la casa, aunque se dan algunas nociones de las consecuencias de esa ruptura, en cómo la separación deriva en nulidad matrimonial. Igual que se detiene y entretiene con esos momentos maternales de Ana con ese bebé, con Marta, y el lamento de que Manuel no esté allí para compartir esa paternidad.

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Y como Ana está en el cine esa otra tarde de finales de junio, se encuentra por casualidad con Sandra, quien parece casi una desconocida, alguien que acapara todo el protagonismo de la novela sin pedir permiso, se cuela sin que nadie se lo impida, hasta que nos cuenta la relación que tiene con la familia y nos enteramos que ella sí ha estado con ellos antes, pero a penas de la menciona en esas últimas líneas del final de la primera parte. Pero estar, estuvo, y si estuvo, tiene derecho a contarnos su historia y a reencontrarse con Ana en el cine y en el supermercado del barrio.

Como está, pues Ana no tiene reparo a invitarla a merendar y proponerle que se quede, que sea parte de la familia, donde parece que siempre ha estado presente, aunque Sandra pensaba que no estaba. Y se queda, porque para estar allí hay que quedarse.

Por su parte Kris se lamenta porque su madre no está y veces parece que su padre es como si no estuviera, aunque está cuando quizá la gustaría no haber estado porque la niña hace lo que sea por llamar la atención o por demostrar su felicidad, su adolescencia. Como también está esa niña que tanto se parece a ella, pero de quien no sabe nada en realidad.

A Marta, cuando ya tiene edad para preguntar. prefieren no decirle cuándo está ni dónde está su padre, a veces ni siquiera sabe cuando su madre va a regresar del hospital, pero están sus abuelos maternos para cuidar de ella, está la mujer que cuida de ella y está Sandra. Y por estar hasta esta la tonta esa que aparece en la fotografía que su padre lleva en la cartera, porque la cartera está donde a éste se le ha caído en un descuido.

Y así es cómo se monta este enredo de familia, de narradores, porque estar, la novela está escrita y algo está publicado en la web y otro algo comentado en el blog.

Aunque hay más personajes secundario relevantes no hace falta que nadie más nos cuente esta historia, aunque estén en ella como los principales

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