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Aclaración
El dicho es “Por San Blas, la cigüeña verás, y, si no la vieres, año de nieves, si no las vieres, año de nieves”. Hoy, 3 de febrero, según el santoral, es San Blas.
En nuestro caso y desde un punto de vista turístico, para visitar la catedral y realzar el valor de esta capilla: «Por San Blas la catedral verás…»
Ya publiqué esta entrada allá por finales de septiembre y con ésta inicié un recorrido por la catedral que duró más de un mes a entrada casi diaria. haciendo casi al dicho, vuelvo a publicar esta entrada, porque, aunque tan solo fuera por visitar la capilla de San Blas, la visita a la Catedral ya merecería la pena
Capilla de San Blas de la catedral del Toledo
Introducción
Si alguna vez alguien que haya paseado por la calle Hombre de Palo se ha preguntado qué se esconde tras las muros de la catedral, aparte de la propia catedral, con esta entrada pretendo resolver al menos una duda. Porque no se trata de buscar una puerta por la que colarse, porque por muchas vueltas que le demos, la catedral tiene las que tiene y su mayor tesoro, aparte de quien habita en el sagrario, es la propia ciudad de Toledo, que la protege.

En cualquier caso, antes de que nos descubran entrando por la ventana, aprovecharemos para hacer esta visita y resolver esa intriga que nos corre por dentro ¿De verdad merece la pena que entremos? No es el día del Corpus ni es el 15 de agosto
- ¡Que suene la campana gorda! – La Catedral
- El agua de la Virgen.– Celebración del 15 de agosto
- ¡Qué ya sale la Custodia! – Carrera procesional
- De paseo por Toledo. – Procesión del Corpus Christi

Capilla de San Blas
La capilla de San Blas es una capilla en honor al santo Blas de Sebaste que se encuentra en la planta baja de la catedral de Toledo y su bóveda en ochavo sobre planta cuadrada llama la atención sobre su final destino funerario. La percepción que de la misma se ofrecía la hizo parecer disociada del claustro, aunque los elementos arquitectónicos y su estructura interna la convierten en parte inseparable de éste, como lo demuestra que carece de acceso exterior directo.
Sin duda alguna el mayor tesoro artístico que guarda esta capilla son las pinturas murales que la decoran, y que recientemente se han podido rescatar y restaurar, ya que estaban desde muy antiguo deterioradas por las humedades. Las situadas por encima de la cornisa, reproducen los diferentes pasajes del Credo. El ciclo se iniciaría en el lado Oeste, con la representación de los evangelistas San Juan y San Lucas en actitud de escribir. Desde ésta y siguiendo el movimiento de las manecillas del reloj se han conservado las siguientes escenas: la Anunciación (muro Oeste); la Adoración de los pastores, Jesús ante Caifás, La Crucifixión, el Santo Entierro (perdido), el Descenso al Limbo (perdido); la Ascensión de Cristo (muro Este); el Hijo sentado a la Derecha del Padre, el Juicio Final, Pentecostés, la Resurrección de la Carne (muro Sur); y la Transfiguración en el Monte Tabor (muro Oeste). Bajo la cornisa sólo se conservan algunos fragmentos del Juicio Final (Oeste), de la historia de San Antonio (Norte) y de la vida de San Blas (Este). Sobre el arco de entrada a la capilla se pintaron varias escenas de la vida y milagros de San Pedro.

Su construcción no está datada con claridad. De los libros de cuentas se sabe a ciencia cierta que en otoño de 1398 se trabajaba sobre la bóveda y a finales del mismo año se construía la armadura. El cerramiento de los muros debió concluir poco antes de la muerte del arzobispo Pedro Tenorio. Otros documentos, sin embargo, fijan una fecha, por aproximación, de finales de 1397, cuando Pedro Tenorio había otorgado la escritura de fundación. La tercera hipótesis apunta a que la construcción se inició al tiempo del claustro, en 1389. La finalización sí que está datada con precisión: el 10 de mayo de 1399, sólo diez días antes de ser enterrado el fundador.
El maestro de obras de la catedral, Rodrigo Alonso, fue quien dio las trazas del claustro y la construcción fue muy rápida, entre 1389 y 1397. En cuanto al enclave para la capilla funeraria, tradicionalmente, los obispos que elegían los claustros como lugar de enterramiento solían ubicarlo en el centro de la sala capitular y sólo si éste ya estaba ocupado, lo desplazaban a otro lugar.

En este caso, el ancho de las crujías, sin espacio suficiente, refleja que el único lugar en el que podía enclavarse era donde se encuentra, pero consiguiendo, además, una vía directa entre el templo y la puerta que el propio don Pedro había abierto en la catedral para acceder al claustro, una vía con marcado mensaje funerario, tanto por el panteón como por la advocación de dicha puerta a Santa Catalina.

Descripción
Portada
Presenta una portada gótica de arco apuntado, arquivoltas con decoración vegetal y un jarrón sobre la clave del arco, todo ello incluido entre dos columnas de jaspe coronadas con leones de medio cuerpo dorados sobre los que se elevan pilastras de piedra blanca con la arista de frente y cresterías doradas.
Sobre el arco aparece la Anunciación con figuras de tamaño natural y el Padre Eterno de medio cuerpo con el Espíritu Santo cerrando la escena por la parte superior. También cuenta con dos relieves con los escudos del arzobispo.
Capilla
Se accede por una portada gótica, adornada de follajes, crestería y rematada por un jarrón sobre la clave del arco. Sobre el mismo hay una escena escultórica de la Anunciación, cuyas figuras tienen un tamaño casi idéntico al natural con el Padre Eterno y el Espíritu Santo, este último representado en pintura.

El portón es de madera de nogal desde donde se baja a la capilla sobria, situada siete metros por debajo de la línea de la calle. En el interior se aprecia la bóveda octogonal de once metros de alto con capiteles profusamente ornamentados de cabezas. La razón por la cual está situada en una cota tan por debajo de la línea de calle fue la pesadez de la estructura que se apreciaba al ir rematando la obra. El arzobispo Pedro Tenorio, —cuya vida duró tan sólo unos meses después de acabada la obra—, ordenó que se bajara el nivel del pavimento para evitar esa imagen estética que no le gustaba, consiguiendo así una mayor altura de la capilla.
Que la dicha capilla que era baxa en ala e que congenia más afondarse porque commo deuía a respondiese el alta con el anchura por ende el dicho arçobispo mandó que fiziese afondar la dicha capilla tanto quanto el suelo por ende.1
La utilidad de la capilla y al santo que debía ir consagrada se fijó en la fundación escriturada de 9 de noviembre de 1397, Statutum Cappelle Santi Blasii y en el testamento del arzobispo Tenorio otorgado poco antes de morir en 1399 en Alcalá de Henares. Básicamente determinó las rentas que se aportaban para el sostenimiento de la capilla, la obligación de que el Cabildo catedralicio se hiciera cargo de la gestión nombrando a seis capellanes para el cumplimiento de las misas y memorias y, por supuesto, el entierro del arzobispo.
En el centro de la sala se encuentran dos sepulturas de mármol blanco con figuras yacentes, la del arzobispo Pedro Tenorio, y a su lado el sepulcro de Vicente Arias Balboa obispo de Plasencia, su secretario y sobrino, ambas atribuidas al escultor Fernando González y fechadas cerca de 1399. Los sarcófagos están colocados sobre figuras de leones y alrededor, en los lados laterales se encuentran grabados bajo arcos lobulados personajes de santos, una diferencia que se observa entre ambos, es que la sepultura correspondiente a Pedro Tenorio se encuentra a una altura del suelo algo superior que la de su sobrino.
Las esculturas de la portada fueron realizadas por Ferrant González, también autor de los sepulcros de don Pedro y su sobrino, don Vicente Arias, obispo de Plasencia y fiel consejero del arzobispo toledano, ubicados en el centro de la capilla.




Iconografía de la Capilla de San Blas
La autoría de las pinturas de la Capilla de San Blas es discutida. La primera referencia al autor o autores la realizó Eugenio Narbona en 1624, atribuyéndolas al maestro italiano «Ioto Griego». Consta la presencia bastante cierta de autores florentinos como Gherardo Starnina y Nicolás de Antonio. En el caso de Starnina se sabe de su presencia en Toledo y en Valencia, así como las coincidencias con otra obras en homenaje a San Blas en Florencia. Antonio Veneciano es reconocible en la Crucifixión por su destacado colorismo, pero también está presente la mano de Starnina que se parece a la documentada obra del mismo autor en Valencia, en el retablo de Bonifacio Ferrer. En cualquier caso, la presencia de al menos tres maestros florentinos es plenamente aceptada.
Frente a la entrada de la capilla se encuentra la Crucifixión, basada muy probablemente en la obra de Antonio Veneciano que se conserva en el Museo Nazionale di San Mateo de Pisa, en Italia. Con esta representación comienza un ciclo sobre el Credo en catorce escenas que ocupan la parte superior de las paredes desde la cornisa y que puede seguirse en el sentido de las agujas del reloj comenzando por el lado oeste con las imágenes de San Juan y San Lucas leyendo y escribiendo (los Evangelios). Así, se puede leer en esta escena «In Principio Erat Verbum». Continúa la Anunciación que preside la imagen de Dios omnipotente y padre, la Virgen María en sus aposentos y el Arcángel San Gabriel. La escena destaca por la profundidad y la atención preciosista al detalle. Continuando con el recorrido visual, a ambos lados de la mencionada Crucifixión en la cara norte se encuentra la Adoración y Jesús ante Caifás en el lado izquierdo, y escenas del Santo Entierro y el Descenso en el derecho. En la cara este sólo es parcialmente apreciable la Ascensión, aunque la escena completa incluía a los otros dos evangelistas, San Marcos y San Mateo. Termina el recorrido en el muro sur con Jesús sentado a la derecha de Dios Padre, escenas del Juicio Final, el Pentecostés y la Resurrección de los muertos. Al final se termina donde se empezó, en la cara oeste, con la Transfiguración en el Monte Tabor.
En el centro de este muro oeste se representan a los evangelistas San Lucas y San Juan sentados en pupitres, escribiendo y con sus símbolos. Lo lógico sería pensar que San Marcos y San Mateo, los otros dos evangelistas, estarían en pendant en el deteriorado muro este, todos ellos en alusión a la tradición extendida en la Edad Media de que habían compuesto sus obras bajo la inspiración del Espíritu Santo.

Desde ahí, y según el sentido de las agujas del reloj, en el muro norte aparecen la Adoración de los pastores y Cristo ante Caifás a la izquierda, la mencionada Crucifixión en el centro y el Entierro de Cristo y la Anástasis, estas dos últimas muy deterioradas, a la derecha.

En el muro este se representan la Resurrección, también muy deteriorada, y la Ascensión, que muestra interés por la composición simétrica, los amplios ropajes que marcan los volúmenes de los personajes y el escorzo de los rostros que miran al cielo. En el sector central estarían los otros dos evangelistas mencionados.
En el muro sur aparecen Cristo sentado a la derecha de Dios Padre, el Juicio Final, Pentecostés y la Resurrección de los muertos, con Adán y Eva de rodillas y otras figuras desnudas que se levantan para salir de las sepulturas.
Finalmente, cerrando el ciclo, en el extremo sur en el muro oeste de nuevo, está la Transfiguración en el Monte Tabor.
En cuanto al nivel inferior, el muro oeste estaba ocupado por un gran Juicio Final, hoy muy deteriorado, el norte por escenas de la Vida de San Antonio Abad, el este por las de San Blas y el sur por las de San Pedro y San Pablo


Durante la Invasión Francesa estuvo cerrada y cuarenta años después el historiador Sixto Parro informaba de que las pinturas estaban blanqueadas salvo el fresco de la bóveda, en relación con el grabado que conocemos de Jenaro Pérez Villaamil, donde aparece un enlucido de dibujos esgrafiados cubriendo todos los muros desde la cornisa hasta el suelo y un zócalo de azulejos talaveranos recorriendo las paredes.

En 1924 y por intermediación del deán don Julio Polo Benito, se le retiraron los enlucidos de la zona inferior, apareciendo los restos de las pinturas murales pero muy deteriorados. La capilla siguió cerrada pero todavía tuvo que sufrir otras intervenciones desafortunadas aplicando repintes y fijaciones de cola orgánica y arrancando algunas pinturas que no han sido recuperadas.
En 1924 y por intermediación del deán don Julio Polo Benito, se le retiraron los enlucidos de la zona inferior, apareciendo los restos de las pinturas murales pero muy deteriorados. La capilla siguió cerrada pero todavía tuvo que sufrir otras intervenciones desafortunadas aplicando repintes y fijaciones de cola orgánica y arrancando algunas pinturas que no han sido recuperadas.

Restauración
La situación de la capilla —siete metros bajo el nivel de la calle— ha favorecido que a lo largo de los años la humedad la haya ido estropeando. La primera restauración por este motivo, se realizó el año 1403, según los archivos de la catedral, procediéndose a empedrar un corral situado al lado de la capilla y canalizar las aguas a través del claustro hasta llegar a la calle
Entre los siglos XV y XVI consta el repintado llevado a cabo por varios artistas, incluso se realizaron tres retablos a finales del siglo XVI para colocar en la pared oriental a fin de ocultar las pérdidas de las pinturas murales en esa sección. Todo ello, unido a la falta de recursos económicos hizo que el 3 de septiembre de 1685 se cerrara y se suspendieran las actividades en esta capilla. La apertura se volvió a realizar por mandato del cardenal Luis Manuel Fernández Portocarrero. Otra restauración importante se realizó en 1720, cuando se blanquearon y se repicó completamente los muros hasta la cornisa y se repintaron las pinturas de la parte superior. Este trabajo se encargó al pintor Francisco Rodríguez de Toledo.
En una limpieza realizada en 1924 se quitó los encalados inferiores, apareciendo restos de las antiguas pinturas murales, a pesar de las sucesivas intervenciones de repintado y clausura de la capilla durante años, solo se logró que muchas de sus pinturas desaparecieran.
La conservación de las obras pictóricas era muy deficiente. Las que se encontraban en la parte superior de la cornisa mantenían todavía la frescura de su época aunque deterioradas parcialmente por los dos grandes problemas que había tenido la capilla: la humedad, endémica desde sus inicios, y las deficientes restauraciones. La parte inferior se encontraba en peor estado, y muchas escenas habían desaparecido. A comienzos del siglo XXI se realizó una profunda restauración de esta capilla que consolidó las pinturas y volvió todo su colorido y esplendor original, a excepción de algunos fragmentos que estaban todos borrados, y por tanto, no se pudieron recuperar
Fuente:
wikipedia.org Capilla de San Blas
LA CAPILLA DE SAN BLAS EN EL CLAUSTRO DE LA CATEDRAL DE TOLEDO
Maravillas de España /2013/11/el-claustro de la catedral de toledo
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