Las golondrinas volverán a Toledo

Introducción

La ciudad de Toledo ha sido un lugar emblemático para muchos artistas y escritores a lo largo de la historia, y Gustavo Adolfo Bécquer no fue la excepción. El famoso escritor español del siglo XIX, conocido por sus poemas y leyendas, tuvo una estrecha relación con esta ciudad castellana que se refleja en varias de sus obras literarias.

Bécquer visitó Toledo en varias ocasiones a lo largo de su vida, y se dice que se inspiró en sus callejuelas, plazas y edificios para escribir algunos de sus poemas más famosos. Una de sus visitas más conocidas fue la que hizo en 1861 junto a su amigo el pintor Valeriano Bécquer, hermano del escritor.

En definitiva, la relación de Gustavo Adolfo Bécquer con la ciudad de Toledo es innegable y se puede apreciar en muchas de sus obras literarias. A través de sus poemas y leyendas, el escritor logró plasmar la belleza y la magia de esta ciudad castellana, convirtiéndola en un lugar de ensueño para muchos lectores y visitantes.

Los hermanos Bécquer en Toledo: lugares donde vivieron

Cuando Gustavo escribía sus cuentos, leyendas y poemas, no lo hacía en soledad. La mayor parte de las veces, su hermano Valeriano andaba cerca, como ocurrió en sus primeros viajes a Toledo en 1956; además de la estancia prolongada de ambos en la ciudad entre octubre de 1868 y diciembre de 1869 y en el número 8 de la calle San Ildefonso. Esta finca todavía sigue en pie y cobija un laurel de más de 8 metros que Gustavo y Valeriano plantaron hace 150 años.

Retrato de Bécquer

1856: Los primeros viajes de Bécquer a Toledo

Las primeras estancias puntuales de los hermanos Bécquer en Toledo comenzaron en 1856, cuando el joven poeta contaba con 21 años y visitaba la ciudad junto a su hermano para recoger material histórico con el que redactar una serie de libros ilustrados que habrían de llamarse Historia de los Templos de España. Aquellos primeros viajes sólo dieron fruto a un primer volumen: Templos de Toledo, publicado en 1857 con textos de Gustavo e ilustraciones de Valeriano.

Historia de los Templos de España.
Historia de los Templos de España.

Además de esta publicación, las visitas de Bécquer a Toledo le sirvieron para, primero, enamorarse de la ciudad, y segundo, ambientar en ella cuatro de sus leyendas más famosas: Tres fechas, El Cristo de la Calavera, El Beso y Rosa de Pasión.

La calle de La Lechuga (y luego de los hermanos Bécquer)

Durante estas visitas, los hermanos Bécquer no vieron oportuno alquilar una vivienda permanente y se hospedaron en el número 9 de la antigua calle de la Lechuga, hoy de Los Bécquer, inmueble que admitía huéspedes y muy cerca de las Cuevas de Hércules. Este dato lo conocemos gracias al científico, divulgador, profesor, políglota y humanista Ventura de los Reyes Prósper (1863-1922), quien fuera director del Instituto de General Técnico de Segunda Enseñanza de Toledo y gran conocedor de la vida y obra de los hermanos Bécquer. De hecho, Ventura fue quien promovió el cambio del nombre de la calle de la Lechuga a «Los Bécquer», lo cual se produjo en 1911.

En la siguiente imagen se puede ver el interior de la hospedería del número 9 de la antigua calle de la Lechuga durante una visita del propio Ventura Prósper y el exterior del número 9 (inmueble hoy abandonado) de la actual calle de Los Bécquer:

El interior del anterior número 9 de los Bécquer permaneció accesible hasta el año 2018, cuando se decidió cerrar la entrada con una gran puerta metálica.

Como curiosidad, se cuenta que el poema Volverán las oscuras golondrinas fue concebido o escrito por Bécquer mientras observaba los nidos de estas aves en los balcones de la pensión donde se alojaba en la actual calle de Los Bécquer.

Volverán las oscuras golondrinas
en tu balcón sus nidos a colgar,
y otra vez con el ala a sus cristales
jugando llamarán.
·
Pero aquellas que el vuelo refrenaban
tu hermosura y mi dicha a contemplar,
aquellas que aprendieron nuestros nombres...
ésas... ¡no volverán!
·
Volverán las tupidas madreselvas
de tu jardín las tapias a escalar,
y otra vez a la tarde aún más hermosas
sus flores se abrirán.
·
Pero aquellas cuajadas de rocío
cuyas gotas mirábamos temblar
y caer como lágrimas del día...
ésas... ¡no volverán!
·
Volverán del amor en tus oídos
las palabras ardientes a sonar;
tu corazón de su profundo sueño
tal vez despertará.
·
Pero mudo y absorto y de rodillas,
como se adora a Dios ante su altar,
como yo te he querido..., desengáñate,
nadie así te amará.

Los hermanos Bécquer en la calle de San Ildefonso, 8

Olivo que plantaron los hermanos Bécquer en la calle San Ildefonso, 8 en Toledo.

Como indicábamos al principio de este texto, tras algunas visitas a la ciudad de Toledo, los hermanos Bécquer decidieron residir en la misma durante un tiempo, concretamente entre octubre de 1868 y diciembre de 1869, en la mencionada calle San Ildefonso, nº 8.

Las razones por las que los hermanos Bécquer decidieron mudarse a Toledo fueron varias:

  1. La primera para alejarse de los disturbios de la revolución de 1868, donde Bécquer perdió su libro de poemas.
  2. Segundo por la infidelidad de su mujer Casta Esteban y Navarro (se sospecha que el tercer hijo de ésta no era de Bécquer).
  3. Y tercero, porque Toledo supuso siempre para Bécquer una fuente de inspiración.

Ya en Toledo, Bécquer pudo reorganizar su obra y reescribir su libro de poemas perdido que se convertiría en el Libro de los Gorriones, publicado precisamente en ese año 1868.

Por último, siempre según Ventura de los Reyes Prósper, en el número 8 de la calle San Ildefonso, los hermanos Bécquer plantaron un laurus nobilis que todavía sobrevive. No sabemos si será el laurel más longevo o el de mayor altura, pero estuvo en las manos de uno de los mejores poetas en lengua castellana y a su inseparable hermano.

«En nombre de los poetas y de los artistas, en nombre de los que sueñan y de los que estudian, se prohíbe a la civilización que toque a uno solo de estos ladrillos con su mano demoledora y prosaica.«

Versos a Toledo. Gustavo Adolfo Bécquer

Vida en Toledo

El año 1868 es extremadamente duro para los hermanos Bécquer. En verano Gustavo rompe con Casta en Noviercas por un episodio de celos. Los hermanos Bécquer y sus cuatro hijos se van a Soria con su tío Curro. El 18 de septiembre estalla la revolución, llamada “La Gloriosa” y el gobierno de Isabel II es derrocado. Gustavo había entregado el manuscrito de sus Rimas a Luis González Bravo, ministro de la Unión Liberal de O’Donnell, porque apreciaba tanto a Gustavo que pensaba prologarlas y publicarlas.

Durante los acontecimientos de la revolución la casa de González Bravo es saqueada y el manuscrito de Gustavo Adolfo se pierde. Bécquer presenta su dimisión como censor de novelas y Sagasta la acepta. Valeriano pierde su pensión, es decir, se quedan sin trabajo y además tienen que exiliarse.

En otoño se marchan con sus hijos a Toledo, la ciudad más amada por Gustavo junto a su Sevilla natal. Allí vivirán en la calle San Ildefonso en una casa con un patio en el que dicen que Gustavo plantó el laurel que todavía hoy se puede ver. Y fue en esa casa toledana donde Gustavo reescribió de memoria las rimas que se habían perdido en casa de González Bravo, es lo que hoy conocemos como “Libro de los gorriones”.

Sabemos que la vida que llevaron en Toledo era tranquila, hacían excursiones al campo y pasaban tiempo en el jardín de casa. Lo sabemos por las memorias de Julia Bécquer y por los trabajos de Valeriano que dibujó, además, el pozo del patio y la puerta que hoy aún puede verse en el número 8 de la calle de San Ildefonso.

Vida y muerte

Merece la pena detenerse a contar qué supuso la unión de ambos hermanos desde pequeños, tanto en su vida como en su obra. Sus padres fueron José Domínguez Bécquer y Joaquina Bastida Vargas y se casaron en la iglesia de San Lorenzo el 25 de febrero de 1927. Valeriano y Gustavo nacieron en el sevillano barrio de San Lorenzo, Gustavo en la Calle Ancha de San Lorenzo, actual calle Conde de Barajas, según dijo su hermano Estanislao. Valeriano nació el 15 de diciembre de 1833 y Gustavo Adolfo el 17 de febrero de 1836.

Los dos, como el resto de sus hermanos, (Estanislao, Eduardo, Ricardo, Alfredo, Jorge) llevan nombres de reyes de aquella época, porque su padre, José Bécquer, así lo quiso, excepto el último que nació después de morir él y se llamó José.

Valeriano y Gustavo se quedaron huérfanos siendo muy pequeños, ya que el padre murió en 1841 y la madre en 1847. Los ocho hermanos fueron repartidos entre distintos familiares y Valeriano y Gustavo siempre estuvieron juntos desde entonces –con algún periodo corto en el que se separaron- hasta las muertes de ambos que tuvieron lugar con tres meses de diferencia, ya que Valeriano murió el 23 de septiembre de 1870 y Gustavo el 22 de diciembre del mismo año.

Sabemos que siendo niños les gustaba quedarse a leer y a dibujar por la noche en la cama. A veces les apagaban la vela, pero ellos, en las noches de luna llena dibujaban con su luz. Lo hacían en el Libro de cuentas de su padre. Es uno de los más interesantes documentos becquerianos, no sólo porque en él están recogidos los datos económicos de la actividad de su padre, José Bécquer, que fue un reconocido pintor costumbrista y que pudo dar a su familia un buen nivel de vida, sino porque en este Libro de cuentas tenemos autógrafos de Valeriano y de Gustavo, dibujos y poemas y un interesante diario juvenil de Gustavo, que dura pocos días de febrero de 1852, en el que nos cuenta que asistió a la inauguración del puente de Isabel II, puente de Triana, el 23 de febrero de ese año.

Nada más morir Gustavo se empezó a crear su mito.

Los estudiosos se han preguntado cómo en pocos años Gustavo pasó de ser un desconocido –salvo en el círculo de amigos y compañeros de trabajo- a convertirse en el renovador de la poesía española. Gustavo tuvo la suerte de que en pocos meses se hiciera una recopilación cuidada, aunque incompleta de sus Obras y sin embargo, la obra de Valeriano que estaba reunida en carpetas, se dispersó y sus dibujos se vendieron en lotes.

Se suele decir que Valeriano vivió y sigue a la sombra de Gustavo y, aunque pueda parecer así, no podemos olvidar que Valeriano fue el mejor compañero y el mejor amigo para Gustavo, tal vez sin él Gustavo no habría dado todo lo hermoso que nos ha dejado. Gustavo y Valeriano, Valeriano y Gustavo, imposible pensar en ellos sin saberlos imprescindibles y complementarios el uno para el otro.


Fuentes:

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