cabecera de "Silencio en tus labios" Ana

Voy contigo

Introducción

Un momento curioso y que quizá puede pasar inadvertido, porque no parece que se le dé la suficiente relevancia en ninguna de las dos versiones de la novela, es ese primer paseo desde el alojamiento de las chicas hasta la iglesia, pasando por el alojamiento de los chicos para que éstos se puedan instalar.

En realidad escribí esta escena con toda intención, para que sirviera de contraste:

  • Los primeros pensamiento de Manuel al encontrarse allí con Ana y sentir que de nuevo había cometido una de sus típicas meteduras de pata por no preguntar antes, por no haberse informado previamente sobre quiénes acudirían a esa convivencia.

La única que desentonó fue Ana, quien no buscó la conversación de sus amigas, se mostró más interesada en mí. Evitó que me sintiera como si nadie quisiera nada conmigo o fuera de acople en alguno de esos pequeños grupitos. 

Manuel. Silencio en tus labios 16 de abril de 2003
  • La actitud afable de Ana para desvanecer cualquier temor al respecto y que Manuel se sienta tan bien acogido como los demás, incluso llegar a valorar que Ana lo valora de manera muy positiva, porque supone todo un cambio en su mentalidad y actitud.

Mi interés en esa ocasión estuvo en Manuel, para que entendiera que me alegraba de que estuviera allí y que, con sus palabras, me confirmase que las buenas sensaciones de dos meses antes no habían quedado en el olvido para ninguno de los dos.

Ana. Silencio en tus labios. 16 de abril 2003

Toda la atención

En cierto modo esta secuencia se asemeja bastante a lo sucedido en febrero, cuando salen del restaurante

Salí con él, seguida de mis amigas, fue algo que no pensé, pero estaba confusa. Eran demasiados pensamientos y sentimientos los que se cruzaban por mi cabeza, muchas disyuntivas e incoherencias. No quería que se marchase sin más.

Ana. Silencio en tus labios. 15 de febrero 2003
paseo por el pueblo // Copilot Designer

Aquí de nuevo Ana parece dejar claras sus preferencias, se muestra un tanto impulsiva y Manuel parece percatarse de ese detalle, que pudiendo ir con sus amigas, le prefiere a él y no tiene demasiado reparo en ponerse en evidencia delante de todo el mundo, sin que a los demás les parezca importar.

Sin embargo, esta vez no sólo se acerca a él por seguir a su lado, sino que busca esa conversación afable, que haya complicidad entre ambos, que Manuel se sienta bien aceptado y no perciba ningún rechazo ni recelo por su parte, cuando, en realidad, éste presupone de antemano que le evitará, que evidenciará su malestar, porque se encuentre allí, por esa coincidencia.

Aprovechó para que habláramos y comprendí que lo sucedido en febrero no había sido un espejismo; se alegraba por el reencuentro, que me hubiera animado y salido de casa en unos días tan importantes.

Manuel. Silencio en tus labios 16 de abril de 2003

El alojamiento de los chicos

Alojamiento de los chicos // Copilot designer

Es un detalle menor y que se pasa un poco por alto, pero en la versión de Ana sí se destaca. Todos van en la misma dirección, hacia la iglesia, pero primero han de pasar por el alojamiento de los chicos para que éstos se instalen.

las chicas nos ofrecimos a acompañar a los chicos hasta su alojamiento. Disponíamos de diez minutos para acudir a la misa en la iglesia del pueblo y el alojamiento de los chicos se encontraba al lado, por lo cual nuestra predisposición tenía truco.

Ana. Silencio en tus labios. 16 de abril 2003

A lo largo de estos días de la novela eso de que las chicas o los chicos se acompañen hasta la puerta del alojamiento será parte de la historia, algo que se destaque, porque evidenciará cómo progresa ese acercamiento entre Ana y Manuel, ese romanticismo tácito que poco a poco va aflorando de manera irremediable entre ellos.

En la novela se destacará que es un detalle de los novios con sus respectivas parejas al que se une el resto del grupo, sobre todo por eso de que los chicos se muestran un tanto caballerosos y protectores; por eso de que el alojamiento de las chicas se encuentra más lejos. Mientras que, por su parte, las chicas se muestran encantadas de alargar esa convivencia y unidad de grupo hasta que la compostura impone que los chicos se den la vuelta.

El detalle en esta ocasión está en el hecho de que Ana es quien acompaña a Manuel, que son las chicas quienes acompañan a los chicos, por lo que, sin que se aluda a ello de manera expresa, casi se intuye que éstas no se quedan en la puerta ni en la calle; que, en realidad, sobran las explicaciones, porque los chicos tan solo van a pasar por el alojamiento para dejar sus mochilas porque el tiempo apremia.

Se puede intuir que Ana hace gala de su faceta de responsable y entra en la casa para confirmar que todo es el agrado de los chicos, sin que descarte que en ese momento ella sea la encargada de las llaves, por lo cual se siente doblemente obligada a cruzar el umbral de esa puerta, sin que nadie se llegue a molestar por ello, dado que en esos momento no hay motivos para que nadie se escandalice ni proteste.

Los chicos han estado en el alojamiento de las chicas y ninguna les ha protestado, aunque en su caso se entiende que no han pasado de las zonas comunes, que la visita de los chicos no incluyó una visita turística por los dormitorios e incluso se puede llegar a entender que éstas quisieran velar por su privacidad, porque ellas ya se habían instalado, extendido los sacos.

Es decir, que Ana tiene la oportunidad de saber dónde se instalará Manuel, sacia su curiosidad en ese sentido, aunque no sea más por ver en cuál de los dormitorios deja éste su mochila, mientras ella intenta mantener la conversación y de algún modo parece olvidarse del resto del mundo, del grupo. Para Ana parece que lo importante es que Manuel se sienta a gusto. Los demás chicos no son él.

¿De qué hablan?

En pocas palabras le expliqué mi plan para aquellos cuatro días, sin que aludiera a nada referente a él, porque contaba con su complicidad y comprensión, sin que se la pidiera.

Ana. Silencio en tus labios. 16 de abril 2003

Aunque haya que hacer el esfuerzo de deducir esa conversación, lo cierto es que no aludir de una manera expresa a ello fue por no repetirme, porque, si se ha seguido una lectura ordenada de la novela, ya se conoce el plan de Ana. Ella es ejerce de responsable de la convivencia y quien dará la charla del sábado, por lo cual tendrá que asumir muchas responsabilidades y dispondrá de poco tiempo para ella.

Lo que se deduce, de lo que sí cuenta Ana, y que en sí mismo resulta una contradicción, es que, aunque pretende y espera que éste no le cause el típico nerviosismo con sus pretendidas aspiraciones románticas, lo que en realidad sucede es que le invita e implica en todo. Le hace cómplice de esos días y da a entender que le tendrá en sus pensamientos.

Incluso en la versión de Manuel se parece apreciar esta sintonía entre los dos, que éste parece ver más allá de las palabras:

Aprovechó para que habláramos y comprendí que lo sucedido en febrero no había sido un espejismo; se alegraba por el reencuentro, que me hubiera animado y salido de casa en unos días tan importantes.

Manuel. Silencio en tus labios 16 de abril de 2003

Final del paseo

Ana (Imagen oficiosa para la web)// Copilot designer

Lo que en cierto modo da a entender esa preocupación de Ana por el bienestar de Manuel lo determina el final del paseo, cuando ella entiende que todas sus inquietudes con respecto a Manuel se han desvanecido. Éste ya está allí y ella no puede hacer mucho más por que su estancia resulte más agradable, por lo que recupera la compostura, la seriedad y le da la espalda, se desentiende.

Quien durante diez o quince minutos ha sido la chica más dulce, atenta y afable del mundo, de pronto cambia por completo de actitud, cruza la puerta de la iglesia y centra su atención en sus amigas y en la razón por la que ha acudido a esa convivencia. Se convierte en una chica fría, distante e inaccesible para quien ha acaparado toda su atención hasta entonces.

A nivel personal ya no se siente tan atada ni vinculada a estar con Manuel. Es más, puede pensarse que dado que Manuel ya conoce con pelos y señales sus planteamiento para esos días, lo único que espera es que éste se amolde a ello y no se convierta en su sombra ni en su peor pesadilla. Le ha pedido apoyo y complicidad, comprensión, que, a pesar de esa aparente indiferencia, ella confía en él, pero no le va a convertir su prioridad.

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