cabecera de "Silencio en tus labios" Ana

Presta atención

Introducción

Llegamos a uno de los momentos cruciales de la novela y que a mí, como escritor, admito que más me costó plasmar, dado que quizá sea la secuencia donde más recurrí a mis propios recuerdos, vivencias y experiencias personales. Es un momento al que he analizado, y sobre analizado, en infinidad de ocasiones, para el que siempre encuentro un detalle, algo que se me pasó por alto.

De manera que en esta reflexión me quiero centrar aún más en el personaje de Ana, en su actitud, en el trasfondo de su manera de actuar, porque, aunque yo sea el autor de ambas versiones de la novela y en cierto modo, la versión de Aa sea como una reinterpretación de la versión de Manuel (la original) tiene detalles curiosos.

Ermita en mitad del campo

Dos detalles

Como la ocurrencia era mía y encabezaba la lista, fui la primera a quien el sacerdote nombró, de manera que ello sirviera de ejemplo a los demás. Con ello tan solo esperaba que Manuel entendiera que no tenía reparo en que hiciéramos juntos aquel paseo de regreso al pueblo, que no me importaba que fuésemos la última pareja que saliera, en caso de que nadie nos escogiera. 

Ana. Silencio en tus labios. Sábado, 19 de abril, 2003

La complicidad

Ana:

Antes de confesar ante los demás con quién no quería hacer aquel Emaús, mis miradas se cruzaron con las de Manuel. 

Ana. Silencio en tus labios. Sábado, 19 de abril, 2003
Ana con gesto alegre (Imagen oficiosa para la web) // Copilot designer

Lo primero que hace Ana es mirar a Manuel, dedicarle una tímida sonrisa. Busca su complicidad, que éste sea capaz de descubrir el trasfondo de lo que ella pretende. Intenta comunicarse con él con la mirada, porque asume que después de lo que han estado tonteando el uno con el otro, esto será suficiente.

Sí, le busca con la mirada, con ese cruce de miradas que ha estado evitando y del que le ha privado casi desde el primer momento. Ahora para ella se convierte en algo fundamental entre los dos, porque sabe y siente que Manuel la observa con inquietud, con curiosidad, con dudas, con el anhelo de que hagan ese «Emaús» juntos.

Ana percibe que Manuel anda algo nervioso por cómo se desarrollará esa formación de parejas que altera lo que entiende ha sido la costumbre hasta entonces, que ya estaba establecido con anterioridad y tan solo había que esperar a ser nombrado para saber con quién se haría el camino.

Esta vez es cada uno quien escoge a su pareja para el Emaús, sin más límites ni restricciones que sea entre los presentes.

Además, en los momentos previos, mientras Ana daba la charla sobre la Vigilia Pascual, todo el mundo se ha percatado del romanticismo con el que se ha expresado y no parece demasiado seguro que Manuel haya captado la sutileza ni la indirecta.

Cuando le han preguntado por ese romanticismo, Ana se ha mostrado esquiva con la respuesta. Tan solo ha respondido que el chico que la conquiste, que le hace palpitar así el corazón, es uno que la hace feliz, con quien quiere compartir la Vigilia y el resto de tu vida, como si todo fuera lo mismo. El resto de sus pretendientes y admiradores no le interesan.

A los chicos que la molestan, que la incordian con pretendidas expectativas románticas, a los que no corresponde, los manda «literalmente» a paseo, «a hacer gárgaras», como se suele decir

Manuel (15 de febrero):

Primero me desmintió el asunto de su presunto novio, ¡ni lo tenía ni lo estaba buscando ni era asunto mío, salvo que quisiera ver cómo me mandaba a hacer gárgaras!

Manuel. Silencio en tus labios, Sábado 15 de febrero, 2003
Expresión de enfado ante preguntas inoportunas // Copilot designer

¿Eres tú el chico de mis sueños?

Manuel:

Me di cuenta que me miraba, que, cuando se vio en esa tesitura, se lo pensó. Quizá no quisiera esa responsabilidad, pero el sacerdote la había nombrado, tal vez con esa intención, propiciando la carambola y que yo me marchase por delante.

Manuel. Silencio en tus labios, Sábado 19 de abril, 2003

¿Cuántas veces no le habrán recalcado a Manuel eso de «ya tengo novio» para que éste abandone y desista en sus expectativas románticas?

Si Manuel se va por delante, ya no cabría la posibilidad de que elija a Ana como su acompañante. Aparte de que habrá distancia entre ellos y ni siquiera tendrá que verse hasta que no lleguen al pueblo y todo el grupo se reúna de nuevo.

Nombra a otro

Mi elección no fue improvisada, sino de alguien que sabía no tendría reparo en iniciar la marcha e iniciar el camino de regreso,

Ana. Silencio en tus labios. Sábado, 19 de abril, 2003

La elección que hace Ana, su supuesto «descarte» como acompañante para «el Emaús», no esconde ningún criterio ni resentimiento personal. No es que, como tal Ana, tuviera reparo en hacer el camino con este chico, si las circunstancias hubieran sido diferentes No es un chico del que se quiera librar porque su presencia le incomoden.

Quien aquí habla, quien dice ese nombre, es la Ana responsable, la dirigente de la convivencia de la Pascua que tan solo pretende dar ejemplo a los demás sobre cómo se supone que se ha de hacer la elección de pareja en esa ocasión, para lo cual entiende que este chico es de su máxima confianza y quien de algún modo ha de guiar a los demás hasta el pueblo, porque ya se conoce el camino.

No es la Ana que esté tachado nombres de esa supuesta lista de pretendientes, dado que como se dice en la explicación, es recomendable ser comedido en cuanto las expectativas previas de este «camino de Emaús», como de cualquier otra vivencia similar

Es más, este chico, al ser el primero, tiene a todos los demás para escoger acompañante, se puede ir con quien considere, sin que hasta ahora nadie se haya sentido descarte de nadie. La única que de momento se auto descarta es Ana.

haciendo «el camino de Emaús»// Copilot designer

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