Introducción
Terminada la ceremonia de la Vigilia pascual la gente del pueblo se marcha y se queda tan solo los jóvenes de la convivencia, poniéndose se manifiesto que hay una cierta dispersión, lo que en cierto modo justificaría que Ana no fuese capaz de encontrar a Manuel.
Ahora que se ha despejado la iglesia Ana tiene localizado a Manuel, le puede mirar, observar e incluso echarle una mirada para invitarle a que se acerque. Ella está sentada en uno de los primeros bancos, junto con la gente de su grupo, pero hay sitio para uno más. Ana parece querer darle a entender que ahora es ese «luego», de manera que todo el mundo tome conciencia de que están juntos.
Sin embargo, Manuel se siente cohibido, contrariado, indeciso. Aún le pesan demasiado sus torpezas del pasado, sus inseguridades, el temor de la reacción de los demás como le vean buscar un acercamiento tan descarado a Ana, dado que ese no es el sentido de la Resurrección, de ese cambio en el corazón. Se trata de una actitud un poco más coherente con las creencias, no de reafirmarse ni de repetir las torpezas de siempre.

Ana:
Me percaté de que en aquella ocasión había más de uno que tenía puestos los ojos en mí por encontrarme sentada en uno de los primeros bancos y mi inquietud les ponía nerviosos, aparte de que alguno de los hermanos estuviera algo mosqueado por mi actitud durante la cena, siendo tan poco comunicativa, cuando lo normal era que fuera la alegría de la fiesta, que hablase con todo el mundo, estuviera entretenida y ocupada para que Manuel no tuviera ocasión de acercarse a mí. Yo misma me delataba casi sin pretenderlo.
¡Estate quieta!
Nos podemos imaginar a Ana sentada en el banco, con la atención un tanto distraída, que tan pronto parece centrada en su oración, con la mirada al frente, hacia el sagrario, como se gira y pone toda su atención en Manuel, en el hecho de que éste no se mueve y ella le tiene un sitio reservado a su lado. Con la mirada le invita a que compartan esta oración personal, como algo que hagan en pareja.
Manuel, que normalmente parece estar distraído, demasiado pendiente de ella, en esta ocasión se ve envuelto en la alegría y espíritu pascual. A la Pascua no se viene a hacer el tonto, aunque Ana le reclame que sea un poco más osado, atrevido, decidido y haga como culmen de ese Vigilia, de esa noche, se haga realidad ese romanticismo que ella pregonó durante su charla, equiparando la celebración con una boda.

Quienes reaccionan, se muestran un tanto contrariados y molestos con la actitud y la inquietud de Ana con todos los demás, quienes la conocen más y mejor que Manuel y no terminan de comprender que se haya vuelto una chica tan inquieta. Ella que es un referente, un ejemplo de cómo se ha de estar en oración, tiene el corazón distraído. No emana de ella esa espiritualidad pascual.
Durante la cena, mientras los demás se mostraban alegres, conversadores y animados, ella actuó con una sorprendente frialdad y seriedad. Sin embargo, ahora es justo lo contrario, cuando debería estar tranquila, centrada, parece incapaz de quedarse quieta más de cinco minutos, ya que se gira sin excesivo disimulo para dirigir la mirada hacia atrás, como si hubiera visto un fantasma.
Entre remueve y remueve
Ya que no hay manera de que se esté quieta, de que se relaje, de que deje a los demás centrarse en su oración personal, dos de sus amigas logran convencerla para que se marche con ellas. Entienden que Ana necesita del apoyo y del consejo de las amigas y para ello tienen la excusa perfecta, han de preparar chocolate caliente para la pequeña celebración de esa noche.

A Ana, en principio, no le corresponde esa tarea. Sin embargo, las dos amigas no le aceptan que rehuse, ya que se trata, sobre todo. de que tengan un momento para hablar en serio, para que Ana se explique. Las amigas confían en que en la tranquilidad de la cocina, lejos de oídos curiosos, mientras remueven, Ana encuentre el suficiente valor como para sincerarse, porque las amigas confían en ella y entienden que ésta es una confianza plena y en doble sentido.
Lo que saben las amigas:
- Quiso hacer el Emaús con Manuel y éste cometió la torpeza de mandarla a paseo.
- Puso en práctica en plan B para conseguir que al final hicieran el paseo juntos, y Ana reconoce que apenas se cruzaron dos palabras en todo el camino.
- Tras su llegada al pueblo y para despedirse, ven cómo Ana le susurra algo al oído
- Durante la cena, que era por parejas de Emaús y que los demás disfrutan con el mayor entusiasmo, ella se muestró callada y silenciosa.
- Ahora, terminada la Vigilia, se muestra de lo más inquieta.
Ana se vuelve a mostrar esquiva en sus alusiones a Manuel, pero sí les confiesa su inquietud y nerviosismo por la llegada de Carlos, su ex, y porque tienen una conversación pendiente, no sobre su futuro, sino, más bien, sobre cuestiones de su pasado aún pendientes de resolver.
Dadme espacio
Las amigas no se creen del todo sus excusas, porque intuyen que es Ana quien se contradice al negarse a sí misma, lo evidente, lo que antes de «el Emaús» era una cuestión que la embargaba y, sin embargo, ahora convierte en un tema irrelevante, privado.
Para llegar hasta el corazón de Manuel no ha dudado en recurrir a la complicidad de las amigas, a compartir secretos y confidencias con éstas, consciente de que obtendría su apoyo sin hacer preguntas. Sin embargo, ahora de muestra reservada y protectora, prefiere que no interfieran, que les dejen espacio libre.
La confianza en sus amigas es absoluta, pero prefiere que no interfieran en lo referente a Manuel, por lo cual las deja al margen de sus planes, que se quedan como algo entre Manuel y ella. Mientras que por otro lado quiere evitar suspicacias y malentendidos en lo referente a su conversación con Carlos, no hay nada que sobreentender. Carlos ya tiene otra novia.
Esta conversación con Carlos es para dejar atrás definitivamente aquello que les unía. No podemos olvidar que la presencia de Manuel en la convivencia es consecuencia de una pequeña treta por parte de las amigas de Ana para propiciar este acercamiento. En cualquier caso, Ana entiende que es momento de cerrar ese capítulo de su vida para siempre.
«Luego» es ahora
Ana no les quiere mentir a sus amigas y menos aún tener secretos con ellas, después de lo mucho que se ha apoyado en éstas, pero entiende que antes de confesarles y hacer oficial su relación con Manuel primero debería hablar con éste.
Lo oportuno hubiera sido que Manuel hubiera tomado alguna iniciativa en ese sentido, pero no acudió a su lado durante el rato de oración tras la Vigilia. sin embargo, Ana entiende que ya es momento de que ese «luego» sea ahora, antes de que llegue Carlos.
Origen
- Manuel. Silencio en tus labios, Domingo, 20 de abril, 2003 (6)
- Ana. Silencio en tus labios. Domingo, 20 de abril, 2003 (6)
- El dulce sabor de… Tras el último verso

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