Introducción
Antes de que en mis hilos de reflexiones sobre la novela se haga oficial la relación entre Ana y Manuel, me detengo a comentar una curiosidad no resulta sobre cómo y cuándo se produjo ese primer flechazo entre ellos
No es fácil encontrar una referencia en el cine a una escena escrita es una novela, menos aún mía. Al menos yo quiero pensar que algo de originalidad hay en mis novelas y, de hecho, llevo tanto tiempo rellenando hojas de papel con lápiz y papel o páginas en el ordenador que he tenido que hacer limpieza /delete para que cupiera más.
La novela «Silencio en tus labios» tiene sus inicios allá por la década de los años 90’s. Y sí, reconozco que le doy muchas vueltas, aunque ya la puedo dar por acabada, con su correspondiente final feliz.
Sin embargo, ya sea por casualidad o por que gracias a las redes sociales es más fácil acceder a la información, sin tener que ir físicamente al cine ni estar pendiente de la programación de los diferentes canales de televisión, no tiene nada de particular que me haya encontrado similitudes como ésta.
Una escena de película
En la película española «Nuestros amantes» (2016) el encuentro entre los protagonistas se produce en un bar de ambiente literario. (sin hacer spoiler) Esta escena está al inicio de la película, es el encuentro de dos extraños sin aparente conexión entre ellos, que por medio del juego y del secreto sobre sus identidades, acaban teniendo varias citas.
Un chat de citas
Trasladado a la novela «Silencio en tus labios», la escena se desarrollaría en un chat de citas, en la que ambos protagonistas deciden mantener su anonimato para preservar su identidad, con el consiguiente riesgo de estar chateando con el vecino de la puerta de al lado, pero ambos asumen el riesgo.
Ella sería Ana chateando con «El poeta». Una chica con el corazón roto, poco después de su ruptura con Carlos, que busca un chico que llene un poco ese vacío que ha quedado en su vida, pero sin que haya ningún compromiso ni enamoramiento. Ella tan solo quiere charlar sin que ninguno se cree expectativas al respecto. El anonimato le da la oportunidad de desahogarse, sin sentirse culpable y casi sin esperar una respuesta.
Él sería Manuel chateando con «La dulce gatita». Un chico un tanto introvertido, con afición a la poesía y más bien poco o ningún éxito en cuanto a sus historias de amor. Un chico que en realidad tan solo busca en el chat, al amparo de ese anonimato, un modo de expresarse, de encontrar ese trato con una chica, sin riesgo a que ésta le juzgue.

Diálogo con similitudes a la novela
En esta parte de la novela no soy muy de diálogos, y es posible que esta trama de la novela no esté lo bastante desarrollada, pero fue de mis primeros intentos por darle a Ana identidad propia, que se explicara, antes de decidirme a escribir su versión. Sin embargo, el diálogo de la película se ajusta casi como un guante a a novela.
En la novela, responde tan solo a uno de sus posibles pretendientes, de los muchas solicitudes de amistad y contacto que recibe en poco tiempo. El chico le resulta un poco inocente, demasiado sincero
tan solo me atreví e hice una excepción con uno cuyo perfil no decía mucho y el mensaje resultaba igual de escueto o más.
Gatita: ¡No, no, no! No me digas tu nombre, no quiero saber cómo te llamas.
(…)
Poeta: La primera pregunta es tan obvia que casi prefiero que te la hagas tú misma.
Gatita: ¿Y si lo que me pregunto no es lo mismo que ibas a preguntarme tú?
(…)
Gatita: ¿Por qué te he entrado a ti?
Poeta: ¿Porque me consideras interesante, no sé por qué razón?
Gatita: ¿Por qué razón?
Poeta: Eso contéstalo tú. (Silencio)
(….)
Poeta: ¿Cuánto va a durar el juego?
Gatita: Hasta que nos aburramos.
Poeta: ¿Hay reglas?
Gatita Sí, hay reglas. No quiero que averigües nada sobre mí. No quiero que sepas quién soy. Así que nada de Internet y nada de teléfonos.
(….)
Poeta: ¿A qué jugamos?
Poeta: ¡Eso es lo que nos diferencia de los niños! Ellos siempre quieren saber a qué están jugando, pero tú y yo vamos a descubrirlo mientras jugamos.
(…)
Gatita: Si te gusta ir poco a poco. A mí no. No quiero perder el tiempo ni silencios incómodos. Asique, si te pregunto algo, me respondes en el acto.
Poeta: ¿Y si no me da la gana?
Gatita: (Sonrisa) Miénteme. (Sonrisa) Mentir es mucho más creativo y mucho más divertido que decir la verdad. Yo confío mucho en la mentira. Como dijo alguien: “la mentira siempre dice la verdad”
(….)
Poeta: Muy bien. Te mentiré. ¿Alguna norma más?
Gatita: Sí, la más importante. Pase lo que pase, no te enamores de mí
Poeta: ¿Es peligroso?
Gatita: Sí, mucho
(….)
Gatita: Nos lo vamos a pasar bien tú y yo!
Despedida según Manuel

Le debí parecer simpático o, al menos, ella estaba en un momento crítico de su vida como para considerar que podíamos seguir en contacto, de manera que intercambiamos las direcciones para comunicarnos sin que tuviera que ser a través del chat.
Había encontrado en mí a alguien dispuesto a escucharla y prefería que aquello no pasara de la amistad, que no se creara un compromiso por parte de ninguno de los dos. Es decir, que cuando ella quisiera contarme algo me mandaría un email y esperaría respuesta.
Me dio la sensación de que, al proponerme que mantuviéramos así el contacto, prefería mantener su anonimato y las distancias, aunque no perdiéramos esa complicidad.
Conclusión
Por lo que cuenta la novela, gracias a estos diálogos, a este intercambio de email, Ana tiene ocasión de desahogar sus frustraciones por los malentendidos y tensiones que surgen con su trato con Manuel y éste se encuentra con que hay una chica con la que es capaz de entenderse e identificar sus propias torpezas en su acercamiento a Ana.
Manuel sí mantiene ese acuerdo de no investigar sobre la verdadera identidad de «la Dulce Gatita», se llega a agobiar un poco de que ésta tan solo acude a él para contarle sus penas, mientras que a él le cuesta hablarle de las suyas.

Y «el poeta» es…..
De la actitud de Ana con respecto a esa represión de la curiosidad por saber de la identidad de su anónimo amigo, la novela no deja pistas demasiado claras, aunque no sería un spoiler adelantar que llega a descubrirla casi sin pretenderlo.
Lo curioso, lo que no rompe el misterio de la novela ni el argumento de la trama, es que las sospechas de Ana sean antes de lo que se cuenta. Sin embargo, como escritor no me he detenido en detallar cómo se produce ese proceso, pero se dan pequeñas pistas.
Lo lógico sería pensar que, en circunstancias normales, cualquier chica, ante esas primeras sospechas, y tal como se desarrollan los acontecimientos, saldría espantada, porque ello rompe con toda la magia de esta anónima y cómplice amistad.
¡Es que se trata de …..! ¡Ahí te quedas! Ni me molesto en despedirme, porque y no quiero que sepas quién es en realidad la chica con la que chateas
Sin embargo, me planteé esta cuestión como una ventaja para Ana, para darle más fuerza y al personaje, para reforzar un poco más ese enamoramiento incondicional, ese descubrir esas facetas de Manuel que las demás han pasado por alto.
Ella se lleva dos por el precio de uno: Uno le parece un tonto rematado y el otro no tiene duda de que lo es, «su tonto»

¡No es un secreto de la novela que a Ana le encanta jugar con Manuel! Es su manera de conquistarlo, mientras que el pobre pardillo se va dando de cabezazos con sus propias frustraciones, porque no acaba de entender el juego de contradicciones y sutilezas de esa chica que le vuelve loco y no solo en sentido romántico ni figurado.
Una chica decente no se va con el primer tonto que pasa por la calle, pero es en la calle, delante del alojamiento de las chicas, donde ella le dice eso de: «Te quiero, tonto, luego hablamos!»
Origen
- Película «Nuestros amantes»
- SILENCIO EN TUS LABIOS
- Ana. Silencio en tus labios Junio. 2001.
- Manuel. Silencio en tus labios. Junio 2001.

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