Introducción
Como ya he comentado en anteriores entradas y creo que en las últimas reflexiones cada vez queda más patente, la novela se va centrando cada vez más en la vida de Ana y se aleja de los agobios, de los problemas de Manuel, porque se entiende que ahora el conflicto lo tiene ella, sin que como tal me quiera alejar del trasfondo ni de la intención de la novela como tal.
La novela se aleja de mi realidad y se convierte en algo más de ficción en el sentido de que al centrarse en la vida y circunstancias de Ana he de recurrir a la inventiva, a la esencia del personaje, para dar continuidad a la historia.
Aún queda novela para que ésta siga teniendo esas dos versiones, pero se puede entender que ya conocemos de sobra a Manuel y empatizamos con éste en cuanto a la curiosidad y necesidad de conocer un poco más y mejor a la chica de quien se ha enamorado, dado que lo cierto es que tampoco sabemos demasiado de ella, más allá de lo básico y fundamental para componer el personaje, que resulte realista y convincente.
Ana leída entre líneas
Una vez analizado lo sucedido durante el mes de junio, por eso de la ruptura de comunicación entre los protagonistas a raíz de esa primera cita que al final no pudo ser, creo que nos podemos hacer un poco más a la idea de la mentalidad de Ana.
Reconozco que con las últimas reflexiones no era mi intención aludir a ello y darle ese trasfondo, pero me he percatado de que, casi todo lo que envuelve a este personaje, mi subconsciente como escritor, ese pretender empatizar con Ana y dejar que sea ella la narradora de su propia historia, hay cuestiones que afloran, que se descubren entre líneas de las que yo no me doy cuenta hasta que no profundizo en ello.
La ruptura con Carlos
En la novela se habla poco de la ruptura de la relación entre Ana y Carlos, su ex, en marzo de 2001, justificado en el hecho de que ella está enferma y no se siente capaz de seguir el ritmo ni la vitalidad de Carlos. Enfermedad que ha aflorado en varias ocasiones a lo largo de la novela y que, como sabemos, le ha impedido acudir al retiro de junio de 2003, a ese reencuentro por sorpresa con Manuel.
Como Ana se veía obligada a guardar reposo, a quedarse en casa, se encontró con la difícil tesitura de romper esa relación de varios años. Prefirió no ser una carga para nadie. De hecho, a raíz de esta pelea con Manuel ha salido a relucir la injerencia de su hermana Marta, por lo cual aquella ruptura no fue tan afable como pudiera parecer.
En todo caso, Carlos ahora está con otra chica que no tiene que relación con la familia de Ana y por lo que sabemos entre Carlos y Ana ha quedado una buena amistad, de manera que el tema con la hermana no resulta demasiado relevante, más allá de la constatación de que Ana se vio en la tesitura de marcas distancias para estar en paz consigo misma.


¿Le dejará por otra?
También he mencionado los temores de Ana en cuanto a los efectos que puede tener en Manuel tanto su silencio de estas semanas previas como su no asistencia, ese mantener las distancias ¿Y si Manuel se siente abandonado y es otra quien atrae su interés?
Ella siente que, en su momento fue esa chica de reemplazo (sábado 18 de mayo 2002) con el añadido de que Ana no se reprimió a la hora de rechazar esa romanticismo y advertirle que la olvidara si no quería que tomase consecuencias, aunque también ha sido ella misma quien se ha dado cuenta de que ese enamoramiento era mutuo. (19 de abril)


La cuestión es que ahora llevan un mes y medio sin hablarse. Manuel ha intentado comunicarse con ella sin demasiado éxito porque Ana no le ha respondido, ni siquiera le ha colgado el teléfono, dejaba que sonase. Lo que sí podemos deducir es que las cartas no han acabado en la basura, pero tampoco las ha contestado
Finales de junio 2003
En este punto y momento de la novela, sabemos que el intento de Ana por ir a Toledo e intentar resolver sus problemas con Manuel se ha quedado en buenas intenciones y nada más, la enfermedad la ha retenido en casa en el último momento y la deja con la incertidumbre de no saber lo que sucederá a partir de ahora.
Aun así ha recibido un último mensaje de sms de Manuel, quien le da a entender que se ha enterado de su situación y pretendido darle a entender que cuenta con su apoyo, que la lleva en su corazón y aunque quizá él tampoco tenga muy claro como manejar esta situación tampoco se quiere quedar al margen de su vida. No se ha rendido, pero se deduce que tiene pocas expectativas en cuanto a la posibilidad de que Ana le responda

¿Y ahora qué?
Sabemos que la exigencia de Ana cuando se pelearon, cuando se sintió defraudada por la actitud de Manuel, fue tanto en el sentido de que éste no se mostrase lo bastante cercano ni comunicativo, como por la negativa, que rehusara la posibilidad de que se vieran de que fuera el quien acudiera a verla.
Puede decirse que hasta este momento de la novela salvo por la convivencia de la Pascua, siempre ha sido Ana quien se ha desplazado a Toledo, porque contaba con el apoyo de las amigas y la excusa de los retiros mensuales organizados por el grupo. Que, de algún modo, es a esa costumbre a la que Manuel se ha amoldado.
En parte esta quietud por parte de Manuel se entiende porque éste no tiene las mismas facilidades para esos desplazamientos. Sabemos que no tiene coche y que debido a su manera de ser tampoco le es tan sencillo buscar el apoyo de esa red de amigos, no tiene tanta afinidad con la gente de la parroquia y ciudad de Ana, aparte que el grupo suele centrar sus actividades en Toledo.

Es decir, que el paso siguiente en esta novela lógico. Si tan valiente ha sido Manuel para hacer esas llamadas perdidas, que nadie le ha descolgado, si ha enviado cartas a las que nadie ha respondido, le toca ser a él quien se mueva, sin que se pierda en ese sentido la esencia del personaje.
Los lectores de la novela tienen interés en conocer la vida de Ana, por lo cual hay que dejar atrás Toledo. Queremos pensar que Ana está dispuesta a recibirle con los brazos abiertos, aunque se trate de Manuel

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