cabecera de "Silencio en tus labios" Ana

Jaque al novio

Introducción

Despertar: 7:30 AM. Lunes 28 de julio de 2003

Más que encontrarnos, nos tropezamos por el pasillo, aunque no le di mucho tiempo para que me viera en pijama o recién levantada.

Ana

Si su intención fue que no tuviera ocasión de ver a Ana en pijama, la verdad es que en ese sentido la suerte no estuvo muy de su parte. Yo iba por el pasillo y ella entraba corriendo en su dormitorio, no tardó ni medio segundo en cerrar la puerta para esconderse de mí

Manuel

El despertar

Ya sabemos que los padres de Ana han sido los primeros en despertar y no lo han hecho con los nervios muy calmados. Hay un chico en la casa a quien su hija llama «mi novio» y como es lógico se les han encendido todas las alarmas. No puede evitar ejercer de padres que intentan proteger la integridad de su hija, la decencia en esa casa y evitar que la situación se vuelva demasiado comprometida y comprometedora.

Los padres no están demasiado de acuerdo con esta relación, de manera que tras las oportunas concesiones del día anterior, para ceder ante el hecho de que Manuel se quedase a dormir, pero siendo lo bastante discreto como para que no se haya hecho sentir, ya es hora de pensar en que se marche a su casa y se deje de romanticismos y de tomarse confianzas que al menos los padres no están dispuestos a darles.

Como sabemos de anteriores «último despertar» los chicos tiene costumbre de ir a rondar a las chicas, y éstas, muy cómplices de esta valentía u osadía, como se suele decir, les permiten llegar hasta los dormitorios.

En la convivencia de la Pascua, allá por el mes de abril, chicos y chicas ocupaban casas distintas y distantes dentro del pueblo. Sin embargo, Manuel llego hasta el umbral de la puerta del dormitorio donde Ana estaba acostada y metida en el saco de dormir, muerta de la vergüenza por ser la primera ocasión en que se encontraba en esa tesitura con Manuel.

En la convivencia de novios, las chicas estaban en la planta superior y los chicos en la de abajo. No está claro si fue por la cobardía de los chicos o por la poca condescendencia de las chicas, pero este saludo matinal se produjo al pie de escaleras, en la planta baja. No hubo invasión de la planta de las chicas, aunque de igual modo les cantaron.

Ahora estamos en casa de los padres de Ana. Aqu´no hay que salir a la calle, para ir a otra casa, no hay que subir ninguna escalera. No hay más jóvenes que ellos dos Sin embargo, lo que sí hay son padres que, además, hacen acto de presencia y se hacen notar.

Tal vez a los padres no les apetezca cantar eso de «Estas son las mañanitas que cantaba el rey David». sin embargo, como alguno se toma más confianzas de las demás, no va a tener ningún problema en cantarle las cuarenta y las que hagan falta, para que este picar y atrevido despertar se convierta en a peor de sus pesadillas

Es un visto y no visto

La noche anterior Ana estuvo de lo más afable y complice hasta el último momento. La novedad estaba en que Manuel se encontraba allí, que su presencia, dicho de así a grandes rasgos, era una demostración de amor. Entre el regreso a Toledo o quedarse una noche Manuel optó por lo segundo, quizá sin pensar en los problemas que ello causaría.

Por la mañana, al despertar el grito y la actitud de Ana e completamente diferente. La alegría y la complicidad se han convertido en vergüenza propia y ajena. «¡Manuel está aquí!» La va a ver en pijama y recién levantada cuando ella no se siente lo que se dice muy presentable para nadie y menos aún para el chico a quien pretende encandilar con su personalidad, con esas primeras impresiones.

No solo es que se vaya a ver, es que se tiene que cruzar, dado que los dos necesitan ocupar el cuarto de baño, de manera que, si se despiertan a la misma hora, uno de los dos tendrá que esperar su turno.

Esta vez Ana es la más rápida tanto para ocupar el cuarto de baño como para esconderse en su dormitorio y no ser vista por Manuel, porque si éste ya anda bastante inquieto por las prisas de los padres porque se marche, como vea a Ana con aspecto de recién levantada se quedará sin argumentos para dejarse convencer. No se esperá ni siquiera a desayunar, a que le lleven a la estación. De hecho, es casi seguro que no querrá volver

Bueno, no nos vamos a engañar, ella sí siente una cierta curiosidad por ver a Manuel recién levantado, aunque no le vaya a cantar para despertarle, porque lo cierto es que hasta ahora no ha tenido ocasión. Siempre han sido las chicas quienes de un modo u otro se han visto expuestas a la curiosidad de los chicos y quienes de algún modo se han tenido que esconder y proteger de éstos cuando lo han considerado oportuno.

¿Se va a atrever Manuel a presentarse tan natural ante ella, en pijama y con la legaña aún pegada? Como jueces y espectadores de estas picardías matinales están los padres, montan guardia en el pasillo, porque ésta es una casa y una familia decente, en la que prima la compostura y la decencia. Aquí ni los chicos despiertan a las chicas, ni las chicas despiertan a los chicos

Despertar del día lunes 28 de julio de 2003// Copilot designer

En esta casa, a primera hora de la mañana, lo que se impone es asearse, desayunar y salir por la puerta antes de que se les eche el tiempo encima. Manuel tiene que no perder el bus y ellos han de ir a trabajar, porque es lunes laborable y no están de vacaciones.

La única con permiso para quedarse en la cama, si es que se resiente de sus problemas de salud es Ana. Pero es que su novio está allí y ella necesita presentarse ante éste como una chica llena de vitalidad, fuerte, a quien merece la pena conquistar. Cuando Manuel no mire, si acaso, ya se permitirá dar muestras de debilidad, si las tuviera.

Enferma

Puede parecer que la actitud de los padres de Ana es por ese paternalismo proteccionista, que sin duda alguna se tiene que manifestar porque Manuel no deja de ser un chico con claras pretensiones y digamos que prefieren desconfiar de su buena moralidad por si acaso, porque Ana parece mostrarse demasiado enamorada y cómplice.

Imagen de la madre de quien vaya extendiendo chismorreos ajenos, con la zapatilla en la mano // Copilot designer

Sin embargo, si nos paramos a pensar en las circunstancias particulares de Ana, esta actitud paternal y protectora tiene este otra vertiente. Ana es una chica, una mujer fuerte, final, capaz de cuidar de sí misma, a quien no le agrada que estén demasiado encima de ella, como si fuera de cristal y estuviera a punto de romperse, pero también es una chica con un salud un tanto delicada, por lo que no está de más echarle un ojo por las mañanas.

Hay un chico en la casa, Ana tiene problemas de salud sobre los que no le agrada hablar de manera demasiado abierta con gente ajena a su familia y por el momento Manuel no tiene más que el título de «novio», aunque algo pueda saber al respecto.

Por lo cual, los padres se mantienen a una prudente distancia para velar por la salud y la integridad de Ana, que ésta se pueda manejar sola sin que nadie la moleste, pero también con la tranquilidad de saber que ante el menor indicio de debilidad, de que necesite de ese apoyo, no hará falta que haga el esfuerzo de pedirlo.

Esta mañana podemos estar todos tranquilos. Ana de salud está bien y lo de mostrarse fuerte y segura no es tan solo por guardar las apariencias ante Manuel, pero mejor si éste le deja algo de espacio.

Origen