El perro me quiere más que tú

Introducción

Sábado, 27 de septiembre 2003

Dado que la actitud del perro me pareció mucho más amistosa, que había cambiado sus amenazantes ladridos por una silenciosa curiosidad, expresada por su interés por olisquear el coche y esperar a que me bajase,

Ana

Las primeras caricias, las primeras palabras cariñosas, cuando se bajó del coche, fueron para el perro, de quien debía ganarse la confianza y que había corrido a su encuentro, no tanto para guardar la casa como en espera de alguna golosina o algo que llevarse a la boca, aunque en aquella ocasión Ana se presentaba con las manos vacías

Manuel

Un extraña en la puerta

Desde la llegada de Ana, desde que detuvo el coche frente a la verja de la entrada de la parcela, desde que el perro se percató de su presencia y corrió hacia ella en actitud amenazante, como todo buen perro guardián. Ana ha acaparado toda su atención.

Ana es un extraña, una desconocida, que no pasa de largo, como suele ser habitual en la gente y los coches que transitan por la cañada. No es de esas que directamente se alejan o reaccionan ante la presencia y los ladridos del perro, porque en esta parcela, en este chalé, como en otros muchos de la zona, hay un perro guardián.

Es alguien que, aparte de haberse detenido frente a la verja, aparte de haber hecho sonar el claxon del coche para que quien esté en la parcela salga a recibirla, intercambia palabras de complicidad con Manuel y éste no tiene reparo en abrirle la puerta y que entre con el coche.

Chalé de los padres de Manuel // Copilot designer

Sabemos, o al menos por lógica podemos intuir, que Ana es alguien de quien el perro «ha oído» hablar, porque si Ana comparte confidencias con las amigas y en muchas de esas conversaciones se ha aludido a Manuel, suponemos que éste tampoco se habrá quedado callado ni mostrado tan reservado en ese sentido. ¿Por qué no contarle sus penas y inquietudes a su perro?

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Además, si Manuel pretende y espera que Ana llegue a ser alguien relevante en su vida, no solo la chica que vive a dos horas de coche de Toledo, a quien desde finales de abril considera «su novia» y más aún desde lo sucedido en estas últimas semanas tras la convivencia de novios. Ana es alguien que más pronto que tarde le haría una visita al chalé. En este caso por sorpresa e iniciativa propia.

Perro guardián

El perro está adiestrado de manera que sabe que antes no debe salir de la parcela sin permiso, aunque la verja se encuentre abierta de par en par, aunque ello no es impedimento para que aproveche la ocasión para marcar su territorio mientras los coches entran o salen, porque los perros que transitan por allí también lo hacen.

En esta ocasión, sin embargo, lo que le llama la atención, lo que capta su interés y curiosidad, son este coche particular y su conductora, son la novedad del momento, que nunca antes han estado allí y a quien Manuel le ha permitido la entrada con toda confianza. Es otra de esas visitas que alguna vez viene por allí y a quienes se recibe con toda hospitalidad y confianza.

La cuestión es que mientras Manuel se ocupa de abrir y cerrar la verja, de la seguridad de la parcela, el perro centra su atención en el coche y en Ana, para intentar identificar su olor, para hacer notar que él es quien cuida de la parcela y se asegura que esta visita extraña no suponga ningún peligro, aunque a su manera pueda entender que la presencia del coche y de Ana es algo que se admite.

Ana (imágen oficios para la web) // Copilot designer

De los ladridos a las caricias

La actitud inicial del perro, amenazante, con ladridos de advertencia, con una actitud un tanto intimidante ante la presencia de alguien desconocido detenido al otro lado de la verja, que respondía a los ladridos con el sonido del claxon, se convierte en curiosidad en cuanto Manuel ha intervenido.

El perro ha cumplido con su cometido inicial, ha avisado de que había alguien en la puerta y dejado claro que él estaba allí para defender «su territorio», que no se admite la entrada de extraños, aunque la actitud de éstos no sea amenazante y hasta cierto punto evidencian un cierto temor y prudencia ante la presencia de un perro que anda suelto dentro de la parcela y no se muestra muy amigable.

Sin embargo, en cuanto Ana ha entrado con el coche en la parcela el perro la ha seguido como un inocente corderito llevado por la curiosidad, mientras que Manuel la ha ignorado, no le ha dado la misma prioridad, A Manuel le importa y preocupa más que la verja se quede cerrada, ni siquiera le ha dado un recibimiento un poco más cariñoso.

Es decir, que cuando Ana detiene el coche y hace el intento de bajarse, se encuentra con que es el perro quien se encuentra junto a la puerta, que no es Manuel quien ha corrido a abrirle la puerta del coche y tener con ella ese detalle de caballerosidad, de no saber cómo contener la alegría por tenerla allí, por la sorpresa de esta visita inesperada

… preferí dejar a un lado la cautela y abrir la puerta, con intención de hacer tiempo hasta que Manuel acudiera a mi lado y me rescatase, en caso de que lo necesitara. Para mi sorpresa, aunque nunca he sido una chica muy temerosa con los perros, cuando hice el primer intento por acariciar a éste, se dejó,

Ana

La frialdad del recibimiento

Es cierto que Manuel ha saludado a Ana desde el otro lado de la verja, antes de abrir y que han cruzado algunas palabras afables que han puesto de manifiesto el complicidad y el cariño mutuo. Ana se ha preocupado por saber si a Manuel le quedaba mucho por marcharse, de sus planes e intenciones para el resto de la mañana, del día.

Sin embargo, no ha habido como tal detalles de afecto, de pareja, Manuel no ha aprovechado que abría la verja para acercarse a Ana y dedicarle al menos la más cálida y afectuosa de las sonrisas. Ni tampoco Ana ha hecho el menor intento e intención por buscar ese acercamiento, esa complicidad entre los dos.

Son novios y casi parece que Manuel le ha dado la bienvenida al técnico que viene a hacer alguna reparación o que Ana, en vez de acudir al encuentro de su novio, se lo ha planteado como otra de sus formales reuniones de trabajo. sin embargo, llevan dos meses sin verse y los acontecimientos de estas últimas semanas han servido como una reafirmación de su relación.

La diferencia está en que el perro le ha dado a este momento y a esta visita toda su prioridad, desde que ha sentido la presencia de Ana, que ésta podía suponer un peligro, ha acaparado toda su atención, primero como advertencia para que supiera que hay un perro en la parcela, y después en actitud mucho más afable y curiosa, queriendo conocerla y darle la bienvenida.

Origen