Introducción
Sábado, 27 de septiembre 2003

Terminó de cerrar la verja y se encaminó hacía mi coche como si estuviera de paseo y disfrutara de un paisaje que ya se conocía de memoria, donde la única novedad era mi presencia.

Ana sabía a lo que se arriesgaba al presentarse allí. Si yo quería retenerla, debía tratarla como merecía, ya que mis comentarios jocosos y mis bromas no me habían reportado nada bueno.
¡Pues sí, eres tú!
Una vez que Manuel se reúne con Ana, quien en estos momentos parece más entretenida en darle mimos al perro que a él, éste pone de manifiesto su contrariedad por el hecho de que ella se encuentre allí. Evidencia su sorpresa y desconocimiento del cambio de planes de Ana en el último momento.

¡Si te vas a poner tonto, me marcho! – Le respondí amenazante. – Te dije que iba a venir. – Le recordé. – Sólo ha habido un ligero cambio de planes.
Lo de argumentar que se trata de «un ligero cambio de planes» tan solo es una manera de justificarse y de evitarse tener que dar explicaciones que se supone ya les ha dado a sus padres y no le apetece repetirse. Porque es cierto que Ana quería aprovechar la excusa de acudir al Encuentro Nacional para verse en Toledo, pero el desplante de Manuel la dejó sin excusas.
De hecho, Manuel le tiene que reconocer que él se ha desentendido por completo incluso de la gente de Toledo, que ni siquiera había ido a despedirlos, aunque argumenté que tuviera prevista acudir el domingo por la tarde a recibirlos cuando llegasen, por si Ana hubiera estado con éstos y no se hubiera marchado a casa con los de su ciudad y parroquia.
En cualquier caso, Ana reconoce que la visita sorpresa de esta mañana es del todo intencionada, como Manuel le da a entender que se ha arriesgado sin necesidad porque éste ya se había organizado la mañana y no contaba con tener visita, de manera que Ana se hubiera encontrado con que no había nadie en el chalé, ni siquiera el perro, por habérselo llevado de paseo.

En realidad, la tranquilidad de Ana parte del hecho de saber de antemano que los padres de Manuel no están, que la visita no se volverá comprometida ni comprometedora en ese sentido. De manera que por su parte no hay ningún motivo para inquietarse, dado que el perro ha dejado de mostrarse agresivo con ella y «al dueño» se siente lo bastante segura y capaz de manejarlo con la mirada.

La familia bien, gracias
Para evidenciar su contrariedad Manuel no se reprime a la hora de preguntarle por sus padres, no tanto por su estado de salud, como por el hecho de que tras su último encuentro estos no se mostraban demasiado partidarios de su relación, y ello contrasta con el hecho de que ella se haya presentado allí sola y por su cuenta, sin el respaldo de las amigas de Toledo, aunque hayan sido éstas quienes le indicasen cómo llegar.


Tras la buena comunicación de las últimas semanas, los acuerdos a los que han llegado, Manuel tiene motivos para suponer que en casa de Ana, la opinión que tienen de él ha mejorado, que ha sumado puntos a su favor, de manera que cualquier avance en ese sentido, por pequeño que parezca, es todo un logro. La mejor evidencia es que Ana se ha presentado allí y no tiene aspecto de haberse fugado.

Ana reconoce que la actitud y postura de su madre no ha variado demasiado. Manuel sigue sin ser considerado «el chico perfecto». Sin embargo, sin que ello se pueda considerar una sorpresa, porque los padres suelen querer que las hijas sean felices, el padre de Ana se empieza a mostrar menos reticente y, hasta cierto punto, más cómplice. Que es como reconocer que el responsable último de esa visita es él.
Origen

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