¡Tonto y sin entrenar!

¡La mayor tontería del mundo la cometió Manuel con todo el descaro! 

Ana, 19 de abril, previo al Emaús

Esperábamos que Manuel se ganase el título oficial de «Tonto, pero tonto de libro» por méritos propios y por desgracia para Ana no nos ha defraudado, aunque tal vez ha escogido el peor de los momentos para pasarse de listo, que no de romántico, como a todos nos hubiera gustado. Lo suyo es una tontería de libro, que cuando Ana se muestra dispuesta a abrirle el corazón, éste se lo cierra de un plumazo y sin ningún miramiento. Ella, que se muestra receptiva, que sin lugar a dudas por su parte, está dispuesta a darle una oportunidad, que de golpe y porrazo retira cualquier impedimento que hubiera habido entre ellos, se encuentra, sin esperarlo, con la peor de las torpezas que se pueden cometer. Manuel «la manda a paseo» en sentido literal. Ana lleva cuatro días jugando al gato y al ratón, buscando esa complicidad con él, queriendo darle a entender que no es indiferente a sus intentos por compartir mesa o banco y él se lo compensar así, se pone en evidencia delante de todo el mundo, cuando se supone que tanto Ana como sus amigas están ilusionadas con que ese paseo de regreso al pueblo se convierta en algo especial.

¡El muy…..! la manda a paseo como si fuera la mayor de las heroicidades !

Cara de enfado

¡Si las miradas matasen o fueran el impulso con el que se da a otro una patada en el trasero…¡

Manuel, 19 de abril, previo al Emaús

Ella, que con tanta ilusión ha pensado en ese paseo, que lo ha querido poner todo de su parte, que hasta se ha dejado aconsejar para no cometer una tontería, que ha tenido el detalle que darle a entender a Manuel que no tiene reparo en que hagan el paseo juntos que frente a la negatividad o inseguridad de éste, se ha mostrado como una chica llena de paciencia y comprensión, escucha de los labios de Manuel lo último que hubiera querido, esperado, que él no quiere hacer el paseo con ella y se siente orgulloso de ello, de su renuncia ante todos los demás porque de momento tan solo se ha ido una pareja y se está decidiendo la siguiente.

Se libra de que le asesine allí mismo porque él será tonto del todo, pero a ella aún le queda un poco de dignidad, aunque sienta que su orgullo se lo han arrastrado por los suelos y no lo encuentran ni aunque escarben un túnel hasta el mismo centro de la tierra. «El muy…..» la ha dejado en ridículo delante de sus amigas, de todo el mundo. ¡Ha rematado la estupidez de la peor manera posible! No, si ya se lo habían advertido, éste mucho romanticismo, pero a la hora de la verdad echa a correr y no hay quien le atrape. Ya le habían avisado de que había alguna que se había llegado a hacer ilusiones, pero cansado de esperar en vano a que Manuel tomase alguna iniciativa. Lo suyo son los desplantes. ¿Así como va a lograr que las chicas le tomen en serio? ¡Ni su sombra le soporta más de cinco segundos!

Ana se merece ese desplante por tonta, por haberse ilusionado pensando que con ella iba a ser diferente, Ella fue quien el 15 de febrero le aconsejó que no se hiciera ilusiones, pero tras la despedida de aquella noche empezó a creer que éste empezaría a cambiar, que el amor cuando es de verdad puede con todo y el hecho de que Manuel haya acudido a la pascua, a aquella pascua, rompiendo con su aislamiento de años anteriores, debía significar algo. Pues nada, «el muy….» se merece que le dejen allí abandonado en mitad del campo. Es más, ya que ha salido del pueblo, a nadie le va a importar si se marcha a su casa, no se le va a echar de menos, al menos Ana no.

¡Adelante, gadgeto amigas!

Como ya no tiene sentido que Manuel se quede allí, se respete ese pacto entre amigas de que Manuel es intocable, se le reservara para que Ana y él hagan el paseo juntos, en cuanto está pone el primer pie delante del otro en dirección al pueblo. Ese despojo humano, antes conocido como «Manuel», no se merece la más mínima consideración ¿Quién querría ir con él? ¿Algún voluntario? ¡Oye que Ana se aleja, decídete pronto! O dejamos que se quede allí para que se le coman gusanos, aunque dudo que a éstos les vaya a resultar muy apetecible alguien que ha sido capaz de caer tan bajo.

Por ese camino se aleja un chico arrastrando la poca dignidad y orgullo que aún le queda a Ana; un chico que se ha quedado a cuadros cuando ésta la he escogido a él, aunque ya sabe que tiene novia y, en vista de cómo se iban a formar las parejas para «el Emaús», ya sabía con quién iba a darse el paseo, en todo caso, cuál de las chicas le escogería. Lo último que se hubiera esperado es que fuera Ana, porque entre amigas se supone que hay un pacto de respetar a los novios de las demás. Ana tiene fama de respetarlo, incluso cuando se supone que hay sido ella la perjudicada, pero es que lo suyo con Carlos ya no tenía ninguna validez y con la actual novia de éste tampoco es que mantuviera una gran amistad. De todos modos, es un poco raro, aunque después de lo que ha pasado, se entiende que ella no se haya querido quedar allí ni un segundo más, por lo que ha escogido de acompañante al primero que se le ha ocurrido.

A la Pascua no se va hacer tonterías y después de que Manuel haya hecho la más gorda de todas, los demás no deberían tomar ejemplo, pero Ana se siente tan decaída que avanza a pasos de tortuga, que el chico que va con ella, casi ha de tirar de ésta para que se mueva porque es como un peso muerto. La pobre va como un zombi dejándose llevar mientras se hunde en la tierra, mientras se ahoga en su propia frustración, porque le pesa demasiado el corazón, aunque confiaba ir flotando, como si la llevasen entre algodones, pero esa ilusión se ha desvanecido en el momento en que Manuel ha dicho su nombre, la ha descartado como compañera de «El Emaús», convertido esa pretendida heroicidad en la mayor de las estupideces. Por otro lado, quién viene volando, quién se siente arrastrado y sin frenos, es Manuel, porque la chica que va con él es la novia de acompañante de Ana y no está muy dispuesta a renunciar a su paseo por culpa de un chico que no se merece ni que le tengan un mínimo de consideración. A la velocidad de la luz, la ventaja que una pareja le lleva a la otra, se queda en un suspiro. En esta carrera entre la tortuga y la liebre, la liebre no se va confiar

Descalificados por intercambio de pareja

Como si fuera una carambola, se produce un repentino y poco ortodoxo cambio de pareja. Se supone que no puedes hacer el paseo con quien te ha descartado y que la distancia entre una pareja y otra es para evitar que se alcancen, que tampoco se trata de una carrera por ver quién llega antes al pueblo, sino por aprovechar el paseo para hablar sin que nadie les moleste, ya sea de cuestiones referentes a la Pascua, personales o lo que se les ocurra en ese momento que ayude a fomentar ese sentido y sentimiento de fraternidad. Pero si quien te adelanta pasa como una locomotora, se lleva a su acompañante y te deja un paquete que tú no has pedido, no te queda otro remedio que resignarte. «Su paquete. Gracias».

Así que ahí tenemos a nuestra pareja a no sé cuánta distancia del pueblo, porque no han debido recorrer más de trescientos o cuatrocientos metros y les queda por delante un largo trecho, casi una hora para decirse todo eso que no se han dicho y que ambos están deseando compartir.

«Lo primero te disculpas por la tontería que has hecho y después me pienso si te mereces que te dirija la palabra, ‘so…. eso que tú ya sabes’»

Seguro que los demás tendrán mucho que decirse y por culpa de la tontería de Manuel es fácil deducir cuál será uno de esos temas de conversación, puede que a los chicos no les importe, pero las chicas se habrán sentido un tanto desencantadas. Ana había puesto toda su ilusión en ese «Camino de Emaús», pero se ha terminado yendo con el novio de una de sus amigas y ésta casi por venganza, le ha pagado con la misma moneda, pero casi seguro que a Ana ya no le afecta lo que pase con Manuel. ¡Cómo si le atropella un tren y le pasa por encima una manada de elefantes! Lo malo que le pase siempre será poco con respecto a lo que se merece. Su suerte es que entre esta gente no se fomenta eso de los linchamientos ni de las venganzas; más bien, acompañar a las amigas en su frustración hasta que se le pase el mal trago, «Todos los tontos tienen suerte» ¡que si no!

Llegan hasta el pueblo y en vez de tirar cada uno por su lado, acaban juntos frente a la puerta del alojamiento de las chicas. ¡Los chicos siempre tan considerados! Allí la primera pareja, que no se ha enterado de lo que ha pasado, tampoco se sorprende de que la segunda pareja, sea la de los novios, aunque les puede sorprender que la siguiente sean Ana y Manuel, con cara de venir de un velatorio, más que de haber disfrutado de ese paseo, pero casi mejor no hacer preguntas indiscretas, porque ya sabemos lo que Ana suele responder cuando se la incomoda con ese tipo de interrogatorios. Lo más probable es que tan solo tenga cara de cansada y que Manuel aún no se crea la suerte que ha tenido por haber hecho el paseo con ella. Esta primera pareja no sabe nada de ese repentino cambio de parejas, por lo cual tampoco hay porque aludir a ello.

Con la llegada de la cuarta pareja, dado que se empieza a juntar demasiada gente en la calle, las chicas se deciden a entrar a asearse. Ana es la portadora de las llaves, de modo que no tiene mucho sentido que esperen y los chicos allí no hacen nada, de manera que «aire». Pero Manuel se queda allí clavado, como si no le fueran a echar de allí ni con un jarro de agua fría, ni con una tormenta de agua congelada. Manuel se queda allí, mientras que Ana se queda agarrada a la puerta y……..

Ya ha cometido una tontería ¡Vamos a por la segunda! (Pero poco a poco. El día aún no ha terminado)