Mi plan era que después de haber publicado el final del primer libro de «Silencio en tus labios» no habría más, pero estamos en el mes de julio y he sentido el arrebato de seguir un poco más, Tan solo es que considero que esta continuación de la historia es necesaria para entender la historia y donde se empieza a descubrir el verdadero sentido e intención de la novela, ese pasar de lo autobiográfico a lo literario, de la práctica de la experiencia a la teoría de lo que se supone a nivel personal y como escritor he logrado progresar y evolucionar tras escribir el primer libro. Como ya he anunciado en entradas anteriores, a partir de aquí y como una constante, los personajes, el desarrollo de la novela de aleja de Toledo y se adentra con más y más intensidad en lo que es el mundo de Ana, dado que ella adquiere gran parte del protagonismo. La novela regresará de manera puntual a Toledo el 27 de septiembre 2003, en este mismo libro, a lo que ya he hecho alusión en la entrada anterior.
Versión de Manuel. Libro 2
Versión de Ana Libro 2
La cuestión es que nuestra pareja protagonistas, de enamorado, termina esos días de convivencia con el corazón henchido de amor, dispuestos a comerse el mundo, a que ya no haya obstáculo ni impedimento que se interponga en su historia de amor. Manuel no sabe muy bien cómo pero Ana ha caído rendida a sus encantos, mientras que ella se ha dado cuenta de que por suerte para ella, Manuel tiene su encanto y se ha sentido justificada e impulsada a no dejarle escapar. Manuel ha encontrado una nueva motivación en el amor para romper con su aislamiento social y Ana ha descubierto un nuevo motivo para sentirse viva, rompiendo con los muros de su corazón. Todo perfecto, idílico. Todo encaja más allá de su zona de confort, de su vidas, pero ambos necesitan darse de bruces con la realidad, para que ese «te quiero» sea un >>>>»TE QUIERO«<<<<< con todas las letras y enmarcado.
Entonces… ¿te quiero?
Todo empieza bien, tienen planes para volver a verse y sus agendas les cuadran a la perfección. El sábado 24 de mayo de 2003 está marcado en su agenda. Ana que viene a Toledo y Manuel que va a estar encantado de recibirla con los brazos abiertos: «Ana viene a Toledo para estar con él» La excusa es la reunión semanal con los amigos. Esta vez será a él con quien quiera pasar el día y no con las amigas. ¡Perfecto! Si no se acaba el mundo antes, Ana acudirá aunque tenga que ir sola. ¡Qué ilusión! Antes, cuando ella hacía planes, todo le cuadraba y esta vez cuenta con la certeza de que, si lo planifican bien, tendrán todo el fin de semana para estar juntos. Además, las amigas encantadas de que ella se quede, así pueden compartir confidencias cuando Manuel no las escuche, porque va a querer contárselo todo con pelos y señales. «¡En serio, que Manuel es un chico maravilloso! Tan solo hay que darle una oportunidad. Es mi chico«
¿Y si, para que se vean más, quedan otro fin de semana? Un fin de semana con los amigos de Ana y otro fin de semana con los amigos de Manuel. ¡Que Manuel ya ha estado en la Pascua, los amigos de Ana ya han sido testigos de cómo se ha forjado a fuego ese amor entre ellos que ni la peor de los huracanes lo va a tirar abajo! Manuel no se va a meter en casa de Ana, porque aún es un poco pronto para ese tipo de confianzas, pero, vamos, que bien organizado, es fácil que haya quien le dé alojamiento por una noche o las que sean. Y si se tercia, se organiza una comida familiar para las correspondientes presentaciones. ¡Perfecto! Manuel está enamorado de Ana y cuando ésta le comenté su plan, él le va a responder sin pensar, contigo al fin del mundo, con un rotundo….
– – No…., que ese fin de semana ya lo tengo comprometido, que ya habíamos quedado para vernos el 24 y te ibas a organizar con las amigas….
– ¡¿A sí?! Pues vete a hacer gárgaras! Le colgó el teléfono. Si quieres algo ya sabes dónde, vivo, vienes y me lo cuentas.
Llegó el 24 de mayo y Ana deja claro que no quiere saber nada de Toledo ni mucho menos del «tonto el bolo» que un día llego a saborear las mieles de su corazón. ¡Tú, llama que para mí es como si el teléfono estuviera apagado! ¡escribe que el cartero no sabe dónde vivo, a mí se me ha olvidado leer y escribir! Amnesia selectiva en función del remitente.
¿Llamadas de teléfono, cartas?
Alguien me sabrá decir, si yo, a nivel personal, soy capaz de llegar hasta ese punto de insistencia o me hubiera rendido a la primera. Puede que cuando escribí esta secuencia de la novela me las diera de valiente. En todo caso, se supone que esa insistencia es para dar a entender que, por lo menos, de plantearse esa solución, de haberse tratado de una experiencia real, no tengo muy claro cómo hubiera reaccionado. En todo caso, Ana ya dice que Manuel se rinde pronto y se confía al desarrollo de los acontecimientos, a la reunión del mes de mayo. La asistencia no es tan obligatoria como a la de junio, de manera que, con un poco que la animen los demás, Ana tarda poco en montarse en alguno de los coches. Ella es quien ha de encabezar el grupo porque todos la tienen como referente y no les puede fallar. Ya sabemos que Manuel es tonto, se lo habían avisado. Pero con este planteamiento parece que pretende ser más listo que nadie, que Ana y él se van a reencontrar, se van a mirar a los ojos y les va a faltar tiempo para enamorarme de nuevo.
Como Ana tiene ganas de desahogarse, no encuentra paz en su interior, en vez de reaccionar como en el mes de diciembre, en Navidad, con esa carta escrita por impulso; en vez de escribirle a Manuel y contarle las cuarenta, porque éste se lo merece, recurre a su estimado y anónimo amigo de internet, a «El Poeta» a quien le cuenta todo lo habido y por haber. Ella lanza la carta al buzón de su email y se olvida del tema. Éste no suele responderle cuando se trata de cuestiones tan personales ¡Esta loca! Pero es que si no se lo cuenta a alguien se tira por la ventana y las amigas ya están cansadas de escuchar sus lamentos. ¡Manuel, es un insensible, es tonto como el que más, pero no es el centro del mundo!
Mientras tanto a quien le llega una carta, un email, es a Manuel. Él que está queriendo resolver el malentendido con Ana, se encuentra con que el silencio se rompe con la vía más insospechada. Su amiga, «La dulce gatita», se siente tan desafortunada en amores como él, ¡Si es que están hechos el uno para el otro! Normal que les haya sido tan fácil entenderse a pesar de ser dos completos desconocidos Dado que Ana ha desaparecido del mapa, Manuel encuentra por aquí su vía de escape, su manera de justificarse e intentar, por lo menos, estar en paz con su conciencia en ese sentido, que no es que a él no le apeteciera el plan, es que se sentía descolocado, le costaba asimilar que una chica como Ana se hubiera fijado en un tipo como él y, hasta cierto punto, se lo intentaba tomar con calma para no darle motivos para que se produjese ese tipo de malentendidos.
Con el asombro y la incredulidad de saberse respondida en su mensaje, Ana se muestra un poco más afable, dispuesta a ser algo menos intransigente, aunque lo apropiado sería que Manuel cumpliera y se presentase allí, le demostrase lo hombre que puede llegar a ser cuando la situación lo requiere. Que si hubiera sido cualquier otro, le hubiera faltado tiempo, sobre todo después del desplante de mayo y de no responder a sus llamadas ni a sus cartas de reconciliación. Bueno, vamos ser considerados y, por ser la primera vez, se lo podremos pasar por alto.
A la reunión de junio Ana decide apuntarse. Todo un fin de semana en Toledo, desde el viernes por la noche hasta el domingo, hasta que puedan aguantar las prisas por volver, pero, sí va, que Manuel no se entere; no se lo espere ni se haga más ilusiones de las debidas. Lo sucedido no ha sido más que un toque de atención, un aviso. Casi puede decirse que va un poco obligada, porque la llevan a rastras y la traerán de vuelta, aunque tengan que arrancarla de los brazos de Manuel.
¡Ay que bonito! ¡Qué se van a reconciliar! El uno correrá a los brazos del otro y todo volverá a ser tan perfecto e ideal como siempre han solado como se merecen.
Pero han sido tantas las tensiones acumuladas a lo largo de aquellos casi dos meses, que la delicada salud de Ana termina por resentirse en el último momento. Se tiene que quedar en casa, en cama. Lo sucedido en la pascua fue un susto, pero lo de esta vez parece un poco más en serio y casi mejor que no arriesgue. La salud se antepone al corazón.
El sábado, se reúne mucha gente en Toledo, de la provincia y los alrededores, las probabilidades de que una de esas personas sea Ana, que vaya con idea de buscar esa reconciliación se reducen segundo a segundo y más cuando Manuel se entera por los amigos de ésta que no va a acudir, que pensaba hacerlo, pero ha tenido que cambiar de planes en el último momento.
El domingo por la mañana ya me sentía un poco mejor y cuando encendí el teléfono móvil y me encontré con una llamada perdida de Manuel y que me había enviado un mensaje bastante escueto por el que se mostraba poco optimista ante la posibilidad de que le respondiera. “Cuídate, besos”.
Versión de Ana
¡Adelante, gadgets amigas!
Comienza el mes de julio y ante la falta de noticias de Ana, las amigas se deciden a acercarse por su casa. Mejor contarle de primera mano lo que ha sucedido en Toledo y de manera particular con Manuel. A ver si así se anima un poco que aún no tiene muy buena cara. Es que eso de no saber nada de Manuel es que le quita la vida. ¡A ver si los médicos le recetan una ración doble de cariño!
¡Oye, Ana, que vamos a convencer a Manuel para que venga a verte! Te le traemos, tan solo si tú quieres, Te lo envolvemos para regalo y le ponemos un lazo. Hay una convivencia a final de mes y hemos hablado con los de Toledo para que le secuestren y metan en el maletero de uno de los coches, si fuera necesario. Pero tú tienes que estar de acuerdo. Nos vamos inventar todas las trabas que se nos ocurran, para darle un pequeño escarmiento, pero, sí tú quieres, le tienes aquí en la puerta o dónde nos digas, ¡Porque venir, va a venir! Si te quiere, tiene que venir.
¿Te le traemos o no?
Versión de Manuel. Libro 2
Versión de Ana Libro 2